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La funámbula

Naderías

<h3>Naderías</h3>

Ayer en la oficina, mientras lidiaba con las cuentas de mis clientes, Aida, la señora que limpia, revoloteaba a mí alrededor vaciando papeleras, limpiando libros y estantes, recogiendo papeles caídos por el suelo. Empecé a hablar con ella de la manera más tonta posible, ese típico "Si quieres te limpio la mesa" y yo, que nadaba entre papeles, con cien montones de carpetas organizadamente desorganizadas (me entenderán los acólitos del caos organizado), sin hueco para poder dejar informes que seguía escupiendo la impresora, le dije que mejor otro día, total la mesa esta tan repleta que es imposible que coja polvo por ningún sitio, no queda ningún resquicio sin cubrir. Aida es ecuatoriana, se levanta todos los días a las 4 y media de la mañana para dejar la comida hecha a su familia, sus hijos preparados para ir al colegio, su casa recogida. Trabaja 10 horas al día a las que se le añaden otras dos de transporte. Y recibe un sueldo vergonzoso de su empresa que a cambio cobra su hora laboral a precio de oro a las oficinas donde va. Nada raro, lo normal, las pequeñas cosas a las que estamos acostumbrados. Sin embargo ayer comentó algo que consiguió que sonriera, mientras trabajaba y hablaba de cómo se había aficionado al café en España porque en Ecuador no es costumbre beberlo, de repente se paró, me miró con unos grandes, verdes y profundos y dijo: "Te pareces mucho a tu compañera, la que se marchó al otro despacho" (tenemos un despacho jurídico donde trabaja sólo una mujer, S., que es abogada). Yo, con cara de incredulidad, como siempre que me dicen que me parezco a alguien, le contesté: "¿A S.? ¡Qué raro, nunca lo hubiera dicho!". Ella continuó:"Sí, siempre estáis sonriendo y riendo las dos". No sé si antes de decirme eso sonreía pero después puedo aseguraros que sí. Pequeñas cosas que te hacen tomar conciencia de quien eres porque hay días que se te olvida o días en que encuentras pocas razones por las que reír, sin acordarte de que siempre has reído por cualquier motivo, que no has dejado de sonreir en ninguna circunstancia.

Enredada

<h3>Enredada</h3>

La semana pasada escuché una entrevista de Andreu Buenafuente a Eduard Punset con motivo de la publicación del nuevo libro de este último, "El viaje al amor". Me quede cautivada por las palabras de Punset y por sus silencios. Además de sus comentarios sobre el amor y la realidad o irrealidad de este, me impactó una frase que más o menos (menos que más seguramente, mi memoria es desastrosa) venía a decir que lo que diferencia al hombre del animal es la metáfora, la capacidad de creación y comprensión de metáforas. Después he comprobado que esta idea es recogida por Punset de la conversación que mantuvo en su programa "Redes" con el arqueólogo británico Steven John Mithen, este mantiene que "esta capacidad de relacionar, la capacidad para la metáfora, nos da un potencial formidable para las artes y las ciencias." Continua diciendo Mithen que "si observamos un largo periodo de tiempo de la cultura humana de los Australopitecos, hace 3 o 4 millones de años, y hasta nuestros días, podemos ver dos grandes transiciones. Una es el origen de la mente moderna, hace entre 60 y 150.000 años, es cuando se desarrolla esta capacidad para la metáfora y la creatividad. Y el otro cambio clave se produjo hace 10.000 años, con el origen de la agricultura."

Esa metáfora de la que hablan para mi entronca directamente con la poesía y con la capacidad del hombre de "hacerse poético", de transcenderse. Seguro que el que haya resistido hasta aquí leyendo se preguntará a donde quiero llegar, es fácil, últimamente me rodea demasiada impostura y fingimiento, máscaras que ocultan verdades y realidades, sin embargo, por azar, hoy mismo leo a mis jardineros preferidos y me reconcilio con mi sentimentalismo trasnochado, deshecho la idea de cerrar este cuaderno y abrir otro donde verter la mala uva, el cinismo y la frialdad. Al fin y al cabo todos escribimos para que nos lean, si sólo quisiéramos dar salida a lo que nos corre por la cabeza dejaríamos descansar cientos de palabras y frases en nuestros ordenadores o en las hojas de los cuadernos. El socorrido "yo escribo para mi mismo" no cuela, estamos llevados por un afán exhibicionista, por una inquietud de compartir y comunicar. Por eso este cuaderno se me hacia cuesta arriba, si no hay nadie al otro lado no tiene mucho sentido, de hecho durante este tiempo he seguido escribiendo en el disco duro de mi pc, entonces sí que sólo como vía de escape. Y de repente me encuentro con emociones de las que entiendo, de las que disfruto y comparto, sin farsas ni teatros, y pienso que aún merece la pena seguir.

"El viaje al amor" merecería otra anotación pero a la espera de que algún día me ponga a escribirla os recomiendo que paséis por la web de libro y empleéis parte de vuestro tiempo en rellenar el test, seguramente alguno de vosotros se sorprenderá, no es oro todo lo que reluce y la distancia entre un si y un no es tan delgada como el alambre de la funámbula.

Por último el poeta más sentimental que conozco, Pessoa:

Ah quanta melancolia!
Quanta, quanta solidão!
Aquela alma, que vazia,
Que sinto inútil e fria
Dentro do meu coração!

Que angústia desesperada!
Que mágoa que sabe a fim!
Se a nau foi abandonada,
E o cego caiu na estrada -
Deixai-os, que é tudo assim.

Sem sossego, sem sossego,
Nenhum momento de meu
Onde for que a alma emprego -
Na estrada morreu o cego
A nau desapareceu.

 

La apasionada abstracción poética

<h3>La apasionada abstracción poética</h3>

Evocado por el cielo gris que amanece en Madrid esta mañana recuerdo la que fue para mi la exposición de este verano, Nicolas de Staël en La Pedrera. El afortunado azar consigue que una pequeña anotación pendiente sobre Staël desde hace meses termine por unirse a la realidad visual (ya que no táctil, y no por falta de deseos, delante de la obra de Staël uno siente la necesidad de acercarse y tocar, y alejarse y volver a acercarse, como en un juego secreto propuesto por el artista al espectador).
Recorriendo los pasillos y salas que la componen siento al principio una leve incomodidad, preguntándome si aquellas imágenes que guardo en la memoria no han sido sublimadas por el "personaje", creador de ellas. Tal vez mi debilidad por los artistas de vidas imposibles, de tormentosas relaciones y finales trágicos, ha dotado de genialidad y belleza a cuadros meramente rutinarios. Pero esa sensación pasa levemente, en apenas unos minutos, sin ser consciente de ello, quedo atrapada por la magia que emana de las paredes donde reposan, como insectos atrapados pero llenos de vida, mil cielos de todas las formas y colores posibles, incluso de los imposibles, referencias a botellas en volúmenes increíbles, mujeres inacabadas y completas con sutiles trazos, futbolistas de todas las nacionalidades congelados en el vértigo del movimiento.
Fruto de esa fascinación es el cambio que ha sufrido esto que ahora escribo, aquella anotación pendiente versaba sobre un pintor y su relación con el mundo que habitaba, su biografía y sus amigos, su obra y su final, esta sólo intenta trasmitir torpemente mi paseo por un mundo encantado, cautiva durante un tiempo del ilusionista Staël.

Escribe John Berger sobre Nicolas de Staël:

"Me gustaría escribir con la misma soltura de una de tus pinceladas, pero no sé. Ante la certeza y las dudas de tu pintura, vacilo y no me salen las palabras. En casi todo lo que hiciste se reconoce tu mano, como una voz familiar en la habitación contigua. Al mismo tiempo, muchos de los últimos cuadros representan la ausencia: el desnudo azul reclinado, pintado sin modelo en 1955; una mujer al otro lado de las montañas y tú delante del glaciar. Un par de meses después te suicidaste. Cerraste con llave la puerta del estudio, te subiste a la azotea y te tiraste."


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"Nicolás de Staël, dejándonos entrever su barco impreciso y azul, volvió a partir hacia los mares fríos, a los que se había aproximado, niño de la estrella polar." René Char.

 

Canción de cumpleaños

<h3>Canción de cumpleaños</h3>

Despacio y sin avisar este cuaderno cumple un año. Tenía que hacer un pastel y poner una vela, dejarle que cerrase los ojos y pidiese un deseo. Soplar después y comenzar a repartir el dulce entre los que pasan por aquí. Pero no he tenido tiempo de tartas ni de ir a comprar velas. En realidad he aguzado el oído para intentar descubrir el deseo secreto que el cuaderno tenía pensado pedir al apagar la vela. He sorprendido a todo un abecedario cuchicheando con la imagen de la lectora funámbula. Hablaban de mudarse, las consonantes y las vocales porque se sienten infrautilizadas, en un trabajo poco valorado donde cada vez les dan tareas de menor importancia, la lectora funámbula de la derecha esta pensando en trasladarse a cualquier ático con vistas, últimamente tiene la impresión de vivir en un sótano. Y todo esto a mi no me extraña, ni me coge desprevenida, la dueña del cuaderno anda rezongando por la vida, poniendo excusas sin mucho sentido, vencida por la pereza y la dejadez.

La dueña del cuaderno, que no es otra que la que ha decidido volver a dar hoy mismo un uso ínfimo a ese abecedario criticón, tiene el corazón sensible y pese a no ponerle una vela a su pequeña creación, esta dispuesta a cumplir su deseo y que se fastidien las vocales, las consonantes y las tildes, y, hasta si me apuras, alguna diéresis perdida, que se aguante en este sótano la lectora del alambre, porque aquí permanecerán todas, descabaladas las más de las veces, pero es que ella las necesita para poder seguir oyendo a los amigos que pasean por el parque de este cuaderno sin hojas. Y esa es aún mejor razón que cumplir los deseos de un caprichoso niño con un año recién cumplido.

Gracias a todos los que habéis cogido alguna vez entre las manos esta libreta llena de anotaciones desperdigadas e inconexas, dejando que la espiral que une los folios que la componen os haya arañado con su brusquedad. Seguramente sin saberlo lográis que cada día se llenen de sentido el alfabeto y la lectora rara del diván, y a través de ellos que una funámbula recorra el cable tensado sabiendo que al otro lado hay emociones compartidas.

Por cierto la funámbula, es decir, esta que os escribe, también cumple los años en un día como hoy, ya sabéis, adoro las casualidades y algunas veces, si ellas no se dejan ver, si se ocultan, las busco y las saco de un tirón de orejas a la pista del circo.

Regresando a la memoria

<h3>Regresando a la memoria</h3>

Después del parón estival, retomo este olvidado cuaderno. Tengo que confesar que la pereza se ha ido apoderando de mi en estos días. También reconozco que no sabía como comenzar tras dos meses de sequía, sin redactar poco más que algún correo perdido que nunca constaba de más de seis o siete frases. Y, cómo por algún sitio hay que empezar a hilar y tejer la red de las palabras, las que yo escribo y las que vosotros me regalais, hablemos de poesía, mejor aun, que suene la poesía en nuestros oidos. Bienvenidos de nuevo a las hojas sueltas y desatadas de la funámbula.

LA POESÍA

Y fue a esa edad... Llegó la poesía
a buscarme. No sé, no sé de dónde
salió, de invierno o río.
No sé cómo ni cuándo,
no, no eran voces, no eran
palabras, ni silencio,
pero desde una calle me llamaba,
desde las ramas de la noche,
de pronto entre los otros,
entre fuegos violentos
o regresando solo,
allí estaba sin rostro
y me tocaba.

Yo no sabía qué decir, mi boca
no sabía
nombrar,
mis ojos eran ciegos,
y algo golpeaba en mi alma,
fiebre o alas perdidas,
y me fui haciendo solo,
descifrando
aquella quemadura,
y escribí la primera línea vaga,
vaga, sin cuerpo, pura
tontería,
pura sabiduría
del que no sabe nada,
y vi de pronto
el cielo
desgranado
y abierto,
planetas,
plantaciones palpitantes,
la sombra perforada,
acribillada
por flechas, fuego y flores,
la noche arrolladora, el universo.

Y yo, mínimo ser,
ebrio del gran vacío
constelado,
a semejanza, a imagen
del misterio,
me sentí parte pura
del abismo,
rodé con las estrellas,
mi corazón se desató en el viento.

"Memorial de Isla Negra" - Pablo Neruda


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Y quedarme sorda...

<h3>Y quedarme sorda...</h3>

No sé si alguna vez habéis pasado por la labor de cambiar de trabajo después de ocho largos años, pero puedo aseguraros que es una especie de tortura refinada. En primer lugar tienes que dar el paso decisivo, una especie de salto al vacío sin red, porque en cierto modo así me sentí yo cuando decidí que era hora de cambiar las vistas de mi despacho. Me parecía que el abismo se abría bajo mis pies, pero ¿dónde iba yo con los treinta bien pasados, mujer y dos hijas en el haber? Mejor haría en quedarme con las posaderas bien aposentadas en mi silla y dejarme de desvaríos juveniles. Tras debatirme unos días entre hacerlo o no (digo días cuando en realidad han sido meses), cogí la pértiga de funámbula y me dije: “Adelante, vamos al alambre”.

El segundo momento es también conflictivo. Hacer el currículum. El último que tenía debió de morir en algún cambio de ordenador, olvidado entre los datos del disco duro fallecido (no cambio de pc salvo fallecimiento, en este tema reconozco que estoy chapada a la antigua, mi ordenador y yo formamos un matrimonio bien avenido y soy fiel hasta la muerte que es lo único que puede separarnos). ¿Habéis intentado recordar en que año acabasteis vuestros estudios? ¿O aquel trabajo que duró dos años en cuales se inscribe concretamente? Por supuesto mejor ni hablar de los famosos cursos y seminarios que rellenaban en tiempos el currículum. Agotador.

Una vez provista de un apañado medio de darme a conocer, me doy de alta en una página web de empleo. En ese momento caigo en una locura transitoria y, como una vez metidos todos los datos del famoso currículo en dicha web, con un simple clic de ratón envías tu solicitud a la oferta de empleo, me dedico a “clickear” hacia cualquier oferta de trabajo que se adapte minimamente a mi perfil.

Como resultado de esa pasión clickeadora durante unas semanas acudí a entrevistas de trabajo en las que me pagaban peor que en mi puesto de trabajo actual y encima el horario laboral era más largo. Claro que de eso me enteraba cuando ya estaba allí y el/la entrevistador/a me miraba con cara de espanto después de preguntarme en que banda salarial me incluía.

En cualquier caso el resultado ha sido positivo. Cambio de trabajo, debería de decir de lugar de trabajo, ya que el trabajo que realizaré será básicamente el mismo, pero mejor remunerado y con más posibilidades de desarrollo profesional (esto último queda bien, pero lo importante es lo primero, seguro).

Y ahora queda lo peor, cerrar miles de temas pendientes. Nada de llegar quince días antes y soltarle al jefe que sepas que me voy el 29, y no vuelvo. No, no, no. El fastidioso sentido de la responsabilidad me grita al oído y no hay forma de acallarlo. Y por culpa de mi fino oído así ando, desbordada y pensando dos cosas:

“No voy a tener vacaciones. ¿qué imbécil opta por cambiar de trabajo en el mes de julio antes de coger las vacaciones?”

“En el mes de julio, aprovechando que en mi nuevo centro de trabajo hay jornada intensiva, tendré que ir a mi antiguo trabajo todas las tardes para acabar el p… trimestre y el p… Impuesto de Sociedades y las p… Cuentas Anuales.”

Si no me veis ya sabéis donde estoy, intentando provocarme una sordera…

 

 

Inacabable Noche de San Juan

<h3>Inacabable Noche de San Juan</h3>

Con un par de días de retraso dejo en el cuaderno una canción para todos aquellos que la Noche de San Juan quisieron volver a ser niños y recuperaron la infancia olvidada entre fuegos, petardos y cohetes.


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(Letra y traducción)

 

Los amantes

<h3>Los amantes</h3>

Pero después de todo la memoria podía vivir en las viejas entrañas jadeantes: y ahora la tenía a mano, irrefutable y clara, y serena, mientras la palmera golpeaba y murmuraba, seca y salvaje, y débil, y en la noche, pero él podía afrontar la memoria, pensando: No es que pueda vivir, es que quiero. Es que yo quiero. La vieja carne al fin, por vieja que sea. Porque si la memoria existiera fuera de la carne no sería memoria porque no sabría de qué se acuerda y así cuando ella dejo de ser, la mitad de la memoria dejó de ser y si yo dejara de ser todo el recuerdo dejará de ser. Sí, pensó. Entre la pena y la nada elijo la pena.”

Las palmeras salvajes – William Faulkner


Un día como hoy dejaron de bailar “Las palmeras”, él sigue viviendo para que el recuerdo de aquellas noches bajo las estrellas no se diluya en el tiempo. Porque una vida es muy corta para el olvido y nunca demasiado larga para el recuerdo. Porque siempre estarás a su lado y me doy cuenta de que en aquellas noches yo ni tan siquiera existía y mi dolor por tu ausencia es pequeño comparado con el suyo. Porque estoy segura que esta noche él en sus sueños te abraza por la cintura, las estrellas brillan y un bolero suena frente al mar. Yo también sueño y os miro con envidia, sois tan jóvenes, toda la vida por delante, tanto amor que derrochar. Sigues aquí, en su corazón, en el mío.


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Sueño de deseo incurable (PRB VI)

<h3>Sueño de deseo incurable (PRB VI)

John Everett Millais - "Mariana"

"Mariana in the moated Grange."


With blackest moss the flowerplots
Were thickly crusted, one and all,
The rusted nails fell from the knots
That held the peach to the gardenwall.
The broken sheds looked sad and strange,
Unlifted was the clinking latch,
Weeded and worn the ancient thatch
Upon the lonely moated grange.
She only said, "My life is dreary,
He cometh not," she said;
She said, "I am aweary, aweary;
I would that I were dead!"

II.

Her tears fell with the dews at even,
Her tears fell ere the dews were dried,
She could not look on the sweet heaven,
Either at morn or eventide.
After the flitting of the bats,
When thickest dark did trance the sky,
She drew her casementcurtain by,
And glanced athwart the glooming flats.
She only said, "The night is dreary,
He cometh not," she said:
She said, "I am aweary, aweary,
I would that I were dead!"

III.

Upon the middle of the night,
Waking she heard the nightfowl crow:
The cock sung out an hour ere light:
From the dark fen the oxen's low
Came to her: without hope of change,
In sleep she seemed to walk forlorn,
Till cold winds woke the grey-eyed morn
About the lonely moated grange.
She only said, "The day is dreary,
He cometh not," she said;
She said, "I am aweary, aweary,
I would that I were dead!"

Alfred Tennyson - "Mariana" from Poems, Chiefly Lyrical (London: Effingham Wilson, 1830) (Texto completo)


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La mujer fantasma

<h3>La mujer fantasma</h3>

 

AVISOS


La tan fugaz, la frágil:

la hermosura.

La noche que no cabe en un color.

El guante sigiloso del dolor

y el agua que al fluir se vuelve impura.

La luna que no da

su cara oscura.

El cadáver en vida del amor

que yace en el amor.

Ese sabor

a eternidad de aquello que no dura.

La mágica razón de lo ignorado.

La fábrica de hielo del olvido.

Los venenos que matan

sin matar…

Del mundo, peregrino, ten cuidado.

Pero cuídate más

si vas herido

de heridas que han dejado de sangrar.

 

Felipe Benítez Reyes – De “La misma luna”

 

Sentada en un banco del parque leo una y otra vez este poema. Recuerdo noches que de puro violeta no cabían en un color, noches donde la eternidad se citó con lo cotidiano, noches donde perdí la impostura y la compostura. También hay noches de luna clara y de luna oscura, esas dónde el dolor o la alegría se reflejaban en los ojos que miraba, los míos, los de otro. Y entonces comprendo que vago como cadáver en vida, errando cada paso que doy, cadáver donde yace el amor que nadie tiene, que nadie quiere.

Vuelvo a leer, sólo puedo construir el castillo de lo que ignoro porque no me queda más magia que la que no conozco, la que no presiento, la que no encuentro. El hielo que me enfría cada latido, el hielo que me entierra en cualquier olvido, el hielo azul que me borra del camino. Y por mi cadáver, cadáver donde reside el fin del amor, cadáver que miro en el espejo y no recuerdo, en vez de sangre, fluye veneno, el veneno donde se mezclan los te quiero y los no me dejes.

Ya sólo puedo cuidarme de las heridas mal cicatrizadas, no me queda nada, ni piel, ni sangre, ni huesos, para nuevas llagas.

Desgraciados, inteligentes, bandidos y estúpidos

<h3>Desgraciados, inteligentes, bandidos y estúpidos</h3>

DRAE

estúpido, da.

(Del lat. stupĭdus).

1. adj. Necio, falto de inteligencia. U. t. c. s.

2. adj. Dicho de una cosa: Propia de un estúpido.

3. adj. estupefacto.

 

Hoy sólo una recomendación, visitad esta estupenda página de la Universidad de Málaga en la cual se resume el contenido del estudio del economista Carlo Maria Cipolla , "Allegro ma non tropo" (1.988). Como muestra os dejo el título de las cinco leyes fundamentales de la estupidez humana:

Primera Ley Fundamental: Siempre e inevitablemente todos subestiman el número de individuos estúpidos en circulación
Segunda Ley Fundamental: La probabilidad de que cierta persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de esa persona.
Tercera Ley Fundamental: Una persona estúpida es aquella que causa pérdidas a otra persona o grupo de personas sin obtener ninguna ganancia para sí mismo e incluso incurriendo en pérdidas.
Cuarta Ley Fundamental: Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento, lugar y circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error.
Quinta Ley Fundamental: La persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe.

Y tened cuidado ahí fuera porque "Sólo dos cosas son infinitas, el universo y la estupidez humana... y no estoy seguro de lo primero", Albert Einstein dixit.

Resaca de un beso

A raíz de un comentario de NoSurrender en la anotación anterior surge de improviso una explicación que poco a poco va tomando forma. Decía el Señor Lagarto:" Pero el cuadro capta un instante concreto, Señora Oscura. ¿Qué ocurrirá en el minuto siguiente? Porque ella parece sorprendida y a punto de caer. Parece más bien que ha tropezado con un beso no buscado ¿no?". Resulta que en ocasiones unas pocas palabras exploran el giro adecuado para que se abra el grifo y comiencen a fluir pensamientos.

 
Anotaciones a un beso pintado:

Abre los ojos despacio, detrás de las cortinas el día avanza implacablemente. Remolonea entre las sábanas, un día como hoy le gustaría que transcurriera despacio, que sólo fueran las siete o las ocho de la mañana, aunque imagina que ya debe de ser bastante más tarde. Cuando sonó el despertador de él, entre el duermevela recuerda una caricia fugaz y un feliz cumpleaños. Hoy es su cumpleaños y como regalo especial ha decidido concederse un día de vacaciones. Tras más de 20 años de laborioso y cumplido trabajo en el despacho puede darse un pequeño capricho. Un día para no hacer nada. Nada, dejarse llevar por la inercia de las horas, no planificar, no preocuparse de los minutos siguientes, mecerse en la hamaca del tiempo sin prisas. Además ya no están las niñas, el erasmus se las ha llevado a una ciudad perdida en la Europa Central. Algunos días las añora, recuerda cuando eran pequeñas y las mañanas antes de salir de casa se convertían en una tortura con la que convivir todos los días, de lunes a viernes. Él no volverá hasta la hora de la cena, todo un perfecto y dorado día por delante. Él... También recuerda cuando la vida explotaba a su alrededor, cuando los besos saltaban como gráciles bailarinas, inesperados pero siguiendo la armonía de un baile estudiado y ensayado. Cuando las caricias eran caricias robadas, robadas al tiempo, a los hijos, a las miradas indiscretas, al que dirán. Entonces la vida se resumía en sus labios, la única oración que deseaba recitar cada noche y cada mañana era la compuesta por besos sobre su boca. Ha pasado tanto tiempo desde aquel pasado que algunos días no recuerda que existiera. Pero hoy si, tal vez porque es su cumpleaños y se siente decepcionada al no encontrar sobre la almohada una flor abandonada con cuidado de no despertarla.

Vuelve a dirigir su mirada a la ventana, pensando si debería levantarse o dejarse llevar por los sueños. Mejor un café y un cigarro, y un borrar esas reflexiones matutinas sombrías y melancólicas. Al incorporarse lo descubre, una nota doblada con mimo sobre la almohada. Qué cría, se dice, cuando el corazón empieza a latirle apresuradamente, pugnando por salir del pecho que lo aprisiona. Sentada sobre la cama toma la nota entre sus manos, dejando que transcurran unos segundos, intentando descifrar mentalmente su contenido. Lo aprieta fuerte contra su palma, entre sus dedos, prefiere esperar, después llegará el momento de abrirlo, de paladearlo y saborearlo. Y sale de la cama, con la sensación de que ya no le pesa tanto el corazón.

Desayuna, no un café bebido deprisa como todos los días, se prepara un zumo, pone la cafetera, hoy no toca café en polvo, y se sienta en la mesa de la cocina con el periódico de ayer. Al lado, la pequeña nota aguarda su turno. Entre renglón y renglón la echa un vistazo, como si esperara que saliera volando en un descuido. Va a salir fuera, luce el sol, el cielo la espera despejado, sin nubes negras, sin amenaza de lluvias. No hay temporales hoy que puedan desbaratar la pequeña alegría que la enciende por dentro.

Se ducha y se viste rápidamente, da igual que ponerse, algo cómodo para poder pasear, quiere andar por su ciudad, por esas calles llenas de recuerdos, por esos rincones donde en el pasado construyó un mundo nuevo junto a él. Sobre la mesilla de la habitación ha dejado la nota. Aún tiene que decidir cuando la leerá. ¿Antes de salir o a la vuelta? Le parece mentira que él haya tenido un detalle así con ella. Antes si, en otro tiempo, en otro lugar, cuando la palabra amor no podía contenerse en los límites estrechos de un te quiero. Pero hace tanto de eso y ellos ya no son los de entonces. Algunas noches imagina que es otra persona, la que tomó otras decisiones, incluso piensa que en algún mundo paralelo está esa otra ella, viviendo una vida diferente, distinta, la dueña del destino que ella rechazó en uno u otro momento de su vida. Tonterías propias de la edad, al hacerse uno viejo el balance de tu vida acude a tu mente sin llamarlo y la mayoría de las veces se te cuela por los entresijos del pensamiento sin abrirle la puerta.

Coge el bolso y la nota, antes de salir, ahora, debe de leerla, necesita ver con sus ojos ese te quiero. Con dedos nerviosos va deshaciendo los pliegues, es del tamaño de una cuartilla, empieza: "Querida: Sé que no mereces esta despedida pero también sé que estas segura de que el final ha llegado y ya sabes que no me gustan las despedidas largas...".

Y entonces ocurre, cierra los ojos y mira, ella, la otra, la del azar equivocado, está en una habitación, una cama, una mesa, una ventana, lleva en la mano un ramo de flores, es su cumpleaños, y sobre sus labios se posa un beso robado de su amante. Es feliz en ese instante dorado.

   *"Te abalanzas sobre el lienzo, que tiembla en tus manos, sumerges el pincel, aprietas el tubo de pintura (...), me secuestras en una corriente de colores. Unidos, flotamos por la habitación, nos dirigimos hacia la ventana (...). Las paredes, decoradas con telas de colores, dan vueltas, tumbándonos. Volamos hacia el exterior, por campos de flores, por encima de casas cerradas, de tejados, granjas e iglesias.".Entre las vivencias que relata "El primer encuentro", autobiografía de Bella Rosendfeld, esposa de Marc Chagall durante 30 años, se encuentran estas palabras donde ella describe como la retrató para "El cumpleaños".

Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura

<h3>Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura</h3>

Como declaración de principios diré que me gusta Marc Chagall y no por su desbordante fantasía, por su falta de respeto por la realidad, por sus intensos y brillantes colores o por la poesía que tiñe de versos sus imágenes. Decía Picasso de él:"Cuando Chagall pinta, no se sabe si está durmiendo o soñando. Debe tener un ángel en algún lugar de su cabeza". Podría ser por todo esto y mucho más, pero la principal causa es que toca alguna fibra sensible que anida en mi cerebro (ya sabemos que el corazón es sólo un músculo, sin física ni química) y es capaz de conmoverme, de provocar mi sonrisa, mis recuerdos, y, en ocasiones, de traerme a los labios un beso dorado. Da igual que este cuadro se titule "El cumpleaños", para mi lo que fluye desde el cuadro es ese beso leve, sutil y volátil, integrado en una atmósfera onírica. Con los ojos abiertos, con los ojos cerrados. Ella mirando al frente, él, en un escorzo imposible, de espaldas, así se me representa el amor, cada uno con sus utópicos destinos encima, en direcciones contrarias y, sin embargo, unidos por el simple destello de un beso.

Acordándome de ese beso dorado sin final, os dejo con un beso alegre:

 

BESO ALEGRE

Beso alegre, descuidada paloma,

blancura entre las manos, sol o nube;

corazón que no intenta volar porque basta el calor,

basta el ala peinada por los labios ya vivos.

El día se sienta hacia afuera; sólo existe el amor.

Tú y yo en la boca sentimos nacer lo que no vive,

lo que es el beso indestructible

cuando la boca son alas, alas que nos ahogan mientras los ojos se

cierran,

mientras la luz dorada está dentro de los párpados.

Ven, ven, huyamos quietos como el amor;

vida como el calor que es todo el mundo solo,

que es esa música suave que tiembla bajo los pies,

mundo que vuela único, con luz de estrella viva,

como un cuerpo o dos almas, como un último pájaro.

 

Vicente Aleixandre

Codicia de la belleza

<h3>Codicia de la belleza</h3>

         Susana en el baño - Tintoretto (1.577 - Kunsthistorisches Museum)

Susana saliendo del baño

Los dos grifos de níquel -raras aves, agarradas a la piel tersa de la bañera- miraban, pensativos, ya sin agua caliente y fría, el abandono dramático de su cabeza. Cabeza de algas verdirrojas que flotaban huyendo en la concavidad de porcelana.
El agua, ni caliente ni fría, cantaba en sus orejas, rosadas y tiernas caracolas, una canción de azogue. Temblaba en el baño para desviar sus formas; le multiplicaba cada perfil en líquidas ondulaciones, y cerraba su garganta con un hilo verde: la cabeza, muerta -¡muertos los ojos en un sueño marítimo!- sobre bandeja de cristal.
Un minuto, elástico e inminente.
Surgió un brazo, como una señal. Surcado de venas y chorreando (los cinco dedos, cinco raíces clavadas en la esponja). Se abrió la mano, y la esponja -estrella rubia- naufragó en una tibia aurora de carne y porcelana.
La mano adaptó su caricia húmeda a la curva del contorno. Nació en aquel mapa claro la isla de un hombro. Y el cuello, metálico. Sobre el pecho -hoja de mapamundi- dos hemisferios temblorosos con agua y carmín. El vientre en ángulo y las rodillas paralelas...
Susana, pisando el agua, saltó una pierna sobre el borde con gesto audaz de ciclista, para poner su pie, azul y rosa, en flexible tablero de corcho, sin color ni temperatura.
Alta, quieta ya (mientras el agua, libre de la cadena, se precipitaba cantando su condenación por tubos de órgano), era admirada del espejo, confinado en su elipse de celuloide; del rizado lavabo en que se aburría un jabón negro, y del asiento redondo y vegetal.
Se cubrió de largos pliegues blancos. Arriba, la cabeza: mojada y trágica medusa; Abajo, los pies, apuntados triangularmente.
El espejo sonreía, como una ventana, sobre la mesa de cristal.

Francisco Ayala

Apareció dentro del libro de relatos "El boxeador y un ángel" (Madrid. Cuadernos literarios) en 1929. Francisco Ayala tenía veintitrés años, había ya publicado dos novelas breves, "Tragicomedia de un hombre sin espíritu" (Madrid. Industrial Gráfica. 1925) e "Historia de un amanecer" (Madrid, Ed. Castilla. 1926).

La historia de Susana viene recogida en el Libro de Daniel. Susana, mujer hermosa y temerosa de Dios había sido casada con Joaquín, un hombre muy rico a cuya casa concurrían los judíos y junto a la cual tenía un jardín. Hacia el mediodía, cuando el pueblo se había retirado, entraba Susana en el jardín de su marido para pasear y distraerse, y viéndola cada día dos ancianos jueces en el jardín, sintieron por ella una pasión vehemente. Un atardecer la espiaron escondidos en el jardín, mientras se bañaba, y cuando sus doncellas se retiraron y se quedó sola, los dos viejos jueces se acercaron y le propusieron que accediera a sus deseos, amenazándola con decir que estaba con un joven y que por eso despidió a las doncellas. Angustiada por la amenaza de ser acusada de adulterio por los jueces y, consecuentemente, de ser condenada a muerte, Susana no obstante se resistió, por lo que los viejos la denunciaron. La astuta intervención del profeta Daniel la librará de la muerte y hará recaer el castigo sobre los jueces calumniadores y libidinosos.

Susana ocupa el centro de la mirada del relato, pero es una protagonista tan sólo aparente. Si se nos atrae hacia ella es para analizarla, calibrarla, rodearla y medirla. Porque esa mirada del narrador nos obliga a una contemplación fría. En el texto de Ayala no aparecen los viejos, no están en la representación y sin embargo están en el significado. Susana es contemplada por sus ojos, que la crean y la desean, pero son también los ojos del narrador, y con ellos los ojos de los lectores, nuestros ojos, ocultos detrás de la página, voyeurs que deseamos a la mujer surgida de las aguas con ese deseo a distancia, deseo frío, deseo puramente estético.

La mala estrella

<h3>La mala estrella</h3>

Del realismo sucio de Bukowski al surrealismo triste de Robert Desnos (1.900 - 1.945). Este inquieto y fantástico poeta francés, desgraciadamente poco conocido en España, reune esas cualidades y circunstancias que terminan por mitificarlo. Cuando nos conocimos no pude evitar caer rendida a los pies del romántico e idealista Robert.
Nacido en París en un primer momento se acerca al Dadaísmo de la mano de Benjamin Péret. Posteriormente pasa a formar parte del grupo surrealista y así Andre Breton en el Manifiesto Surrealista de 1.924 le apoda "el profeta del movimiento". A pesar de ello no abandona el trabajo que le da sustento, el periodismo. Y es que Robert Desnos condensa en su corta vida una aventura constante: Poeta dadaísta, joven médium surrealista, autor de prolífica obra, polemista, detractor desde de 1.927 de la alianza de Breton con el Partido Comunista, crítico de cine, periodista e innovador locutor de radio. Como buen romántico que se precie también mantuvo de un amor imposible, la cantante Yvonne George, a la que dedicaría el poemario "La liberté ou l'amour!" en 1.927.
En 1.929 rompe definitivamente con Breton y se integra en el círculo que se crea alrededor de Georges Bataille. Desde entonces su producción literaria y poética aumenta de forma creciente, compaginándola con su interés por otros medios como la radio o la crítica de jazz y cine. En la misma medida, su compromiso político también se va perfilando y tomando forma hasta que con el estallido de la Segunda Guerra Mundial pasa a engrosar las filas de la Resistencia. En febrero de 1944 fue arrestado por la Gestapo en su domicilio de la rue de Seine. Entonces comenzó para el poeta un atroz peregrinaje a través de prisiones y campos de trabajo forzado desde Francia hasta Checoslovaquia. Auschwitz, Buchenwald, Flossenbürg y finalmente el campo de concentración de Térézin, donde sólo sobrevivieron 4.000 de las 140.000 personas que pasaron por allí. Robert Desnos pudo ver como el campo de concentración de Térézin (Theresienstadt) era liberado por los aliados, el 3 de mayo de 1.945 la Cruz roja se hizo cargo de la ciudad amurallada que constituía Térézin, apenas un mes después, Desnos fallecía a consecuencia del agotamiento y las enfermedades.

Me resulta difícil escoger un poema pero si hay uno bello y conocido es sin lugar a dudas este:

J'ai tant rêvé de toi


J'ai tant rêvé de toi que tu perds ta réalité.

Est-il encore temps d'atteindre ce corps vivant

Et de baiser sur cette bouche la naissance

De la voix qui m'est chère?


J'ai tant rêvé de toi que mes bras habitués

En étreignant ton ombre

A se croiser sur ma poitrine ne se plieraient pas

Au contour de ton corps, peut-être.

Et que, devant l'apparence réelle de ce qui me hante

Et me gouverne depuis des jours et des années,

Je deviendrais une ombre sans doute.

O balances sentimentales.

 

J'ai tant rêvé de toi qu'il n'est plus temps

Sans doute que je m'éveille.

Je dors debout, le corps exposé

A toutes les apparences de la vie

Et de l'amour et toi, la seule

qui compte aujourd'hui pour moi,

Je pourrais moins toucher ton front

Et tes lèvres que les premières lèvres

et le premier front venu.

 

J'ai tant rêvé de toi, tant marché, parlé,

Couché avec ton fantôme

Qu'il ne me reste plus peut-être,

Et pourtant, qu'a être fantôme

Parmi les fantômes et plus ombre

Cent fois que l'ombre qui se promène

Et se promènera allègrement

Sur le cadran solaire de ta vie.

A la mystérieuse ( Corps et Biens ) 1.930

No quiero terminar con un recuerdo triste así que os dejo un pequeño regalo. El fotógrafo, pintor y cineasta Man Ray realizó en 1928 su película "L'Étoile de mer" a partir de un poema de Robert Desnos que el poeta leyó en su presencia durante una cena privada. El resultado es una historia de corte onírico, dimensión que el realizador subraya con filtros de gelatina (posiblemente utilizados para burlar la censura de la época), y componentes eróticos que transcurren a través de conceptos surrealistas, como el del *amour fou. Kiki de Montparnasse, André de la Rivière y el mismo Robert Desnos son los actores. Desnos propuso una serie de temas musicales para la adaptación fílmica de su poema: las canciones Plaisir d'amour y O Sole mio, una versión desafinada de La Internacional y el vals El Danubio Azul. Pero Man Ray no tuvo en cuenta sus indicaciones y realizó su propia selección musical que incluía una canción de Josephine Baker, C'est lui ,el tema Los piconeros y una saeta cantada por La Niña de los Peines que acompañaba un fragmento del filme en el que se mostraban hojas de periódico arrastradas por el viento, un paisaje borroso y cambiante visto desde un tren y la imagen de un puerto brumoso y espectral.

 


"L'Étoile de mer" Man Ray
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*Amor fou: El Surrealismo define el término como un amor loco, salvaje y capaz de traspasar las fronteras del mundo visible, más allá de la condición hombre-mujer, amor-odio. De esta manera, el Amor, al igual que ocurre con el sentido poético, son sentimientos puros, férreamente ligados y regidos por el aspecto espiritual de la psique humana, y por lo tanto, proporcionan al hombre esa "libertad" de la que carece la razón.

Los surcos del azar

<h3>Los surcos del azar</h3>

Salió del portal con la cabeza alta. La primavera acababa de instalarse en la ciudad, una primavera vestida de verano con un mediodía que cuarteaba el barro acumulado en los charcos dejados por los camiones que regaban las calles de madrugada. Hacía calor y tenía unas horas por delante para pasear. Sin saber muy bien a donde dirigirse, enfiló la calle, con zancadas rápidas y rítmicas. Por un infantil pudor siempre que andaba lo hacía deprisa, como si llegase tarde a alguna cita importante. Pensaba que si lo hacía despacio, saboreando cada paso, la gente con la que se cruzaba se preguntaría que dónde iba aquella mujer caminando lentamente y, peor aún, sentirían lástima por ella ya que supondrían que nadie la esperaba. Mejor rápido. Siguió andando y sobre la marcha de sus pies decidió ir a su librería favorita, calculó que tardaría casi una hora, suficiente tiempo para reflexionar. Después se dio cuenta de que ese camino la llevaría por paisajes conocidos, paisajes que tal vez la traerían algún recuerdo que no sabía si quería despertar. O sí. Inconscientemente es probable que eligiera esa ruta y no otra, creyendo en las probabilidades. Fue calculando las posibilidades que tenía de encontrarse con él en una ciudad de tres millones de habitantes y seiscientos kilómetros cuadrados. Jugaba a favor del azar que las calles que recorría eran frecuentes para él y que la hora no resultaba inusitada. En cualquier caso desechó la idea a mitad de camino, era una tontería, un pequeño ardid con el que engañarse a si misma.

Avanzaba decidida entre cientos, miles de personas que si se entretenían en los escaparates, en los bares, personas que si habían quedado y andaban con un objetivo claro, integrándose en ellas, sintiéndose parte de ese maremagnum de seres, coches, aceras, asfalto... Entonces le vio, venía andando en dirección contraria a la suya por la acera de enfrente. Dudó si llamarle, si dejarle pasar, fueron apenas unos segundos y transcurrieron lentamente, se dilataron indefinidamente, como si el tiempo hubiera quedado suspendido, aletargado, perdido entre los recovecos de su cerebro. De repente notó que él iba mirando el suelo y un destello se iluminó en su interior, seguramente él la había visto incluso antes de que ella lo advirtiese por la acera contraria, y no quería verla, ni encontrarse con ella, por eso miraba concienzudamente hacia sus propios pies, hacia los pasos que daba. Sintió una mezcla de tristeza y alivio. Tristeza porque en su interior sabía que ese era el objetivo real de su camino, la probabilidad de encontrarle, y alivio porque acababa de tomar la decisión. Siguió andando con la cabeza alta, mirando al frente, se cruzaron, cada uno por su lado de la calle, sin una palabra, sin una mirada.

Imaginó que en la vida todo es cuestión del destino, unos metros antes estuvo a punto de cruzar y cambiar de acera, pero recordó que cuando se citaban, él siempre llegaba por esa misma acera, por la que ella se empeñaba en recorrer. Mala suerte o buena suerte. Unos minutos después si cruzó al otro lado y siguió andando durante bastantes metros con la absurda idea de que él iba detrás de ella, siguiendo sus huellas. Ni un sólo momento se giró por no romper el hechizo de la ilusión. Cuando se acercaba a la librería descartó esa posibilidad, e intento consolarse pensando que el destino había querido jugar con ella, pero, más lista que ese azar juguetón, había desbaratado sus planes y salido victoriosa de la pequeña batalla. Era un consuelo ridículo porque quizás él no la viese y, además, ¿quién podía saber si en realidad los hados lo que pretendían era darla una oportunidad? Oportunidad que terminaba de tirar al cubo de las acciones y determinaciones que nunca osó cometer

Entró en la librería y tras hojear algunos de los muchos volúmenes que poblaban sus estantes, compró el libro que le hubiera regalado a él para su cumpleaños. Y salió, con la cabeza alta y andar decidido, nunca se sabe cuando una tiene cita con el azar.

Los días pasan como caballos salvajes sobre las colinas

<h3>Los días pasan como caballos salvajes sobre las colinas</h3>

Hank no es de mis poetas favoritos y hace poco comentaba con Max E. que hoy todos los poetas quieren reencarnarse en el rebelde Bukowski. Pero tengo que reconocer que siempre que le leo termino apuntando en una hoja versos sueltos, frases, títulos, palabras en definitiva, que tienen la fuerza de la vida en explosión, el desencanto y la amargura del reconocimiento propio del fracaso, la conquista de la libertad que rompe cadenas, la belleza permanente en cualquier lugar por oscuro y patético que este se nos muestre. Y ahora, escribiendo esto, me doy cuenta de que tal vez sólo sea una impostura decir que no forma parte de mi universo personal porque la verdad es que me hace sentir desde dentro, la mejor tarjeta de presentación para los libros que pasan por mi vida.
El título de esta anotación es el de su libro de poemas de 1.969 "Days run away like wild horses over the hills", que hasta el momento creo que sigue sin traducción al castellano. En la década de los 60 Bukowski conoce a John Martin que funda una editorial pequeña, Black Sparrow, con el objetivo básico de publicar sus escritos. Su primera novela es "Cartero" de 1.971 donde su alter ego, Henry Chinaski, empieza a tomar forma. En 1.974 alcanza la fama con su mítica "Erections, Ejaculations, Exhibitions and General Tales of Ordinary", traducida como "La máquina de follar". No pretendo hacer la bibliografía exhaustiva del último maldito del siglo XX, simplemente compartir con vosotros algunos de esos papeles cuajados de ideas, de palabras que en un momento u otro de su tormentosa vida escupió a la cara de la sociedad que le contemplaba.

Así en "Days run away like wild horses over the hills" el poema "All-yellow flowers" termina con estos versos:

she went on singing but I wanted to die

I wanted yellow flowers like her golden hair

I wanted yellow-singing and the sun.

this is true, and that is what makes it so strange:

I wanted to be opened and untangled, and

tossed away.

Sean Penn en 1.987 le hizo una entrevista para la revista Interview cuando se creía que él haría el papel de Bukowski en la película "Barfly" (lo haría finalmente Mickey Rourke, eso que perdió la película), en ella daba su opinión sobre distintos conceptos como la poesía:
"Siempre recuerdo que, en el patio de la escuela, cuando aparecía la palabra ‘poeta' o ‘poesía', todos los pendejos se reían y se burlaban. Puedo ver por qué: es un producto falso. Ha sido falso y snob y endogámico por siglos. Es ultradelicado, sobreapreciado. Es un montón de mierda. Durante siglos, la poesía es casi basura total. Es una farsa. Ha habido grandes poetas, no me entienda mal. Hay un poeta chino llamado Li Po. Podía poner más sentimiento, realismo y pasión en cuatro o cinco sencillas líneas que la mayoría de los poetas en sus doce o trece páginas de mierda. Y bebía vino también. Solía quemar sus poemas, navegar por el río y beber vino. Los emperadores lo amaban porque podían entender lo que decía. Por supuesto, sólo quemó sus poemas malos. Lo que yo quise hacer, si me disculpa, es incorporar el punto de vista de los obreros sobre la vida... los gritos de sus esposas que los esperan cuando vuelven del trabajo. Las realidades básicas de la existencia del hombre común... algo que pocas veces se menciona en la poesía desde hace siglos. Mejor, que quede registrado que dije que la poesía es una mierda desde hace siglos. Y una vergüenza".

Escribe en el prólogo a la novela de John Fante "Pregúntale al polvo":
"Seguí recorriendo la sala general de lectura, cogiendo libros de los estantes, leyendo unas cuantas líneas, unas cuantas páginas, y dejándolos en su sitio a continuación. Pero cierto día cogí un libro, lo abrí y se produjo un descubrimiento. Pasé unos minutos hojeándolo. Y entonces, a semejanza del hombre que ha encontrado oro en los basureros municipales, me llevé el libro a una mesa. Las líneas se encadenaban con soltura a lo largo de las páginas, allí había fluidez. Cada renglón poseía energía propia y lo mismo sucedía con los siguientes. La esencia misma de los renglones daba entidad formal a las páginas, la sensación de que allí se había esculpido algo. He ahí, por fin, un hombre que no se asustaba de los sentimientos. El humor y el sufrimiento se entremezclaban con sencillez soberbia. Comenzar a leer aquel libro fue para mí un milagro tan fenomenal como imprevisto..."

En una carta a John William Corrington de enero de 1.971 habla sobre el oficio del escritor:
"Pero la escritura, por supuesto, cómo el matrimonio, la caída de la nieve o las llantas de los autos, no siempre perdura. Tú puedes ir a la cama el miércoles en la noche siendo un escritor y despertar el jueves por la mañana y ser otra cosa totalmente diferente. O puedes irte a la cama el miércoles por la noche siendo un plomero y despertar el jueves por la mañana siendo un escritor. Este es el mejor tipo de escritores... Muchos de ellos mueren. Claro. Por sus arduos intentos; o por otro lado, porque se vuelven famosos y todo lo que escriben es publicado y ya no tienen que buscar más. La muerte tiene muchas avenidas. Y si a pesar de todo tú dices que mi material te gusta, quiero que sepas que si se vuelve roto, no será porque trate demasiado duro o muy poco, será porque me quedado o sin cervezas o sin sangre. Para lo que sirva, puedo permitirme esperar: Tengo mi vara y tengo mi arena."

En "El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco", diario escrito por Bukowski en los últimos años de su vida donde ironiza sobre lo que le rodea, sobre la literatura y los escritores, sobre él mismo, utilizando principalmente las apuestas en el hipódromo y su "traspaso" de la máquina de escribir al ordenador, en ese diario recoge este pensamiento:
"Te preparas para ser escritor haciendo las cosas instintivas que te alimentan a ti y a la palabra, que te protegen de la muerte en vida. Para cada uno es diferente. Y para cada uno cambia. Hubo un tiempo en que para mí significaba beber mucho, beber hasta la locura. Me ayudaba a afilar la palabra, a sacarla. Y necesitaba peligro. Necesitaba meterme en situaciones peligrosas. Con hombres. Con mujeres. Con automóviles. Con el juego. Con el hambre. Con lo que fuera. Alimentaba la palabra. Me pasé décadas así. Ahora ha cambiado. Lo que necesito ahora es más sutil, más invisible. Es una sensación que está en el aire. Palabras pronunciadas, palabras oídas. Cosas vistas. Sigo necesitando unos tragos. Pero ahora me van los matices y las sombras. Cosas de las que apenas soy consciente me alimentan con palabras. Eso es bueno. Ahora escribo un tipo de mierda diferente. Algunos se han fijado.
"Has trascendido", es lo que más me dicen.
Soy consciente de lo que perciben. Yo también lo siento. Las palabras se han hecho más sencillas pero más cálida, más oscuras. Me alimento de fuentes nuevas. Estar cerca de la muerte te da energías. Tengo todas las ventajas. Puedo ver y sentir cosas que a los jóvenes se les ocultan he pasado del poder de la juventud al poder de la edad. No habrá declive. No. Y ahora, si me perdonáis, me tengo que ir a la cama, es la una menos cinco de la mañana. Parloteando toda la noche. Reíos mientras podáis..."

Creo que ya he agotado vuestra paciencia, podría seguir incluyendo palabras y más palabras de esas que le alimentaban pero concluyo con un poema "Consummation Of Grief":

I even hear the mountains

the way they laugh

up and down their blue sides

and down in the water

the fish cry

and the water

is their tears.

I listen to the water

on nights I drink away

and the sadness becomes so great

I hear it in my clock

it becomes knobs upon my dresser

it becomes paper on the floor

it becomes a shoehorn

a laundry ticket

it becomes

cigarette smoke

climbing a chapel of dark vines . . .

it matters little

very little love is not so bad

or very little life

what counts

is waiting on walls

I was born for this

I was born to hustle roses down the avenues of the dead.


De "Mockingbird Wish Me Luck"- 1.972


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De bestias y de bellas

No sabía como comenzar esta anotación, podría deciros que ayer fue fiesta en Madrid y se conmemoraba el dos de mayo y que uno de los pintores que hoy me ocupan el cuaderno tiene un grandioso cuadro sobre esta fecha, tan inmenso que he llegado a pensar que si no existiese probablemente el dos de mayo de 1.808 habría quedado oculto bajo la avalancha de otras fechas y, también, que no contento con mostrarnos la historia de ese día, recogió todo su saber para enseñarnos el día siguiente, tal día como hoy, el tres de mayo. Es un buen principio. De todas maneras de lo que quería escribir es de un pintor francés y del más afrancesado de nuestros pintores. Goya y Delacroix.Aunque las influencias que recibió Delacroix serán muchas y diversas quiero mostraros algunas relacionadas con Goya que han llamado mi atención.

Eugene Delacroix (1.798 – 1.863) queda fascinado por Mefistófeles, personaje que encarna al demonio que busca conseguir el alma de Fausto en la gran novela del mismo nombre de Johan Wolfgang von Goethe (1.808 - 1.832). Esta obra, de sentido casi religioso, se eleva como un símbolo del hombre que ejercita su razón para juzgar a los hombres y su tiempo. Así, en 1.827, realizó 17 grabados para ilustrar la primera versión francesa de la obra traducida por Alberto Stapfer. Son litografías que permiten a Delacroix jugar con las sombras, obteniendo efectos muy marcados y, en algunos casos, de gran patetismo.

Escojamos una, “Mephistopheles dan les airs”:

Y ahora busquemos en los “Caprichos” de Goya:



Capricho 66 “Allá va eso”



Capricho 48 “Soplones”

 

Vamos a probar con otra litografía de Delacroix para “Fausto”, L’ombre de Marguerite apparaissant a Faust”



Damos un paseo por Goya y …



Boceto de “Santa Isabel curando a una enferma”

Ahora cambiemos, por ejemplo, “La barca de Dante”, nos fijamos en el personaje de la esquina inferior a la izquierda:

Y volvemos a los “Caprichos” de Goya:

Capricho 62 “¡Quién lo creyera!”


Para terminar, y después de imágenes tan poco agradables, una mucho más hermosa, pintaba Delacroix en 1.825 este óleo, Female Nude Reclining on a Divan”:

Con amplios paralelismos con nuestra idolatrada “Maja desnuda”, destacable por el hecho de que antes de Goya no se habían pintado desnudos en esta posición:

Espero no haber resultado aburrida y que el corto paseo de la mano de estos dos genios de la pintura os haya resultado agradable.

El satén de las páginas

<h3>El satén de las páginas</h3>

Espero que peggy no se enfade por los retoques que voy a escribir. Hace unos días me mando un meme (aún recuerdo aquellos tiempos en que ninguno había tocado a mi puerta). Voy a ser un poco desobediente y contestaré el meme a mi manera, espero que por lo menos encontremos lugares comunes.

Hace diez años: Entonces ya era casi tan mayor como ahora, si miro hacia atrás tengo que buscar un punto que ancle con el pasado ¿Qué pasó hace diez años? Ni idea, aunque seguro que leía mucho más que ahora, tenía más tiempo y en casa había un ordenador sin conexión a internet, rebusco y al final encuentro algo, aquel año el Premio Nobel de Literatura era para Darío Fo... agua, reconozco que no he leído nada de él. El Cervantes para Cabrera Infante, tocado, he leído bastante de su obra pero me parece recordar que fue después. Se enciende la lucecita, me engancho a Paul Auster, por primera vez me acerco a su universo personal y quedo fascinada y seducida de la mano de "La trilogía de Nueva York". Además hay una novela recurrente en cualquier periodo de mi vida desde que cumplí los dieciocho años es, el "Ulysses" de James Joyce. Amén.

Hace cinco años: Creo que me costará menos trabajo, es el año del euro y del Prestige, y tengo dos criaturas de de un año. Robo tiempo al tiempo para poder leer, aún asi recuerdo una novela que me llamó la atención poderosamente "Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay" de Michael Chabon. Pese a todo el "Ulysses" sigue compartiendo mi mesilla con el despertador y la lámpara...

Hace un año: Cuánto más me acerco más difícil me resulta, en un año tengo muchas lecturas frescas, elijo al azar, una novela "Travesuras de la niña mala" de Vargas Llosa, literatura en estado puro. Por cierto, el "Ulysses" por fin duerme el sueño de los justos en una estantería, algún día pasará la revisión pero tal vez tenga que esperar los más de 15 años que he tardado en leerlo completo.

Ayer: Como siempre tengo tres o cuatro libros a medias, dependiendo del momento del día en mis manos aparece uno u otro. Supongamos que es por la mañana y voy en el metro, "El ruido y la furia" de William Faulkner, madreselvas y grillos, "Entonces solamente tú y yo entre la maledicencia y el horror cercados por la límpida llama".

Hoy: La noche en mi cama, mientras acude el sueño, "Cuatro poetas en guerra" de Ian Gibson, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca y Miguel Hernández, la placa en el nicho de Antonio Machado en Colliure, "ICI REPOSE ANTONIO MACHADO MORT EN EXIL LE 22 FÉVRIER 1939"

Cinco canciones: "Cancionero y romancero de ausencias" de Miguel Hernández, "Romancero gitano" de Federico García Lorca, "Canto general" de Pablo Neruda, "Coplas a la muerte de Don Rodrigo Manrique" de Jorge Manrique, "El cantar de Mio Cid".

Cinco lugares: "El paraíso perdido" de John Milton, "La isla del tesoro" de Robert Louis Stevenson, "Las peregrinaciones de Childe Harold" de Lord Byron, "La Iliada" de Homero, "El corazón de las tinieblas" de Joseph Conrad, "Don Quijote de La Mancha" de Miguel de Cervantes, vaya que eran cinco...¡Dónde cortar!

Cinco comidas: "Como agua para chocolate" de Laura Esquivel, "En busca del tiempo perdido" de Marcel Proust, "Platonov" de Antón Chejov, "El Buscón" de Francisco de Quevedo, "El Lazarillo de Tormes".

Cinco juguetes: "Rayuela" de Julio Cortázar, "El Aleph" de Jorge Luis Borges, "El jugador" de Feodor Dostoievski, "Metamorfosis" de Franz Kafka, "Las Mil y Una Noches"

Por supuesto no están todos los que son, pero si son todos los que están. No voy a pasar el meme a ningún incauto, si alguno gustosamente tiene a bien ofrecernos su visión estaremos encantados de poder leerla. Aunque no me resisto a dejar escrito que me encantaría que la niña Vailima nos deleitara con un meme parecido desde su sentido y sensibilidad para el arte, un lujo para nuestros ojos, dicho queda.

El dueño de la rosa sueña con laberintos

<h3>El dueño de la rosa sueña con laberintos</h3>

Estando en el alambre una no sabe bien en que día vive, cree recordar que es el Día del Libro, para los catalanes Diada de San Jordi. Siendo madrileña es de imaginar que no espero rosas pero en cualquier caso me parece tan bello unir libros y flores que al final me dejo arrastrar por la fecha y elijo un soneto de William Shakespeare, mi favorito, como forma de convocar a los dioses del azar, invocando que lleguen rosas aunque estén plagadas de espinas...

Sonnet XLIII.

"When most I wink, then do mine eyes best see"

WHEN most I wink, then do mine eyes best see

For all the day they view things unrespected;

But when I sleep, in dreams they look on thee,

And darkly bright, are bright in dark directed.

 


Then thou, whose shadow shadows doth make bright,

How would thy shadow's form form happy show

To the clear day with thy much clearer light,

When to unseeing eyes thy shade shines so!

 


How would, I say, mine eyes be blessed made

By looking on thee in the living day,

When in dead night thy fair imperfect shade

Through heavy sleep on sightless eyes doth stay!

 


All days are nights to see till I see thee,

And nights bright days when dreams do show thee me.

 


(Veo mejor si cierro más los ojos

que el día entero ven lo indiferente;

pero al dormir, soñando te contemplan

y brillantes se guían en lo oscuro.

Tú, cuya sombra lo sombrío aclara,

si ante quienes no ven tu sombra brilla,

¡qué luz diera la forma de tu sombra

al claro día por tu luz más claro!

¡Ay, qué felicidad para mis ojos

si te miraran en el día vivo,

ya que en la noche muerta, miro, ciego,

de tu hermosura la imperfecta sombra!

Los días noches son, si no te veo,

y cuando sueño en ti, días las noches.)