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La funámbula

Trapecistas

¿Qué me pasa, doctor?

No, no tiene nada que ver con la comedia de Peter Bogdanovich (traducido su título de forma penosa en España, como de costumbre) ni con las aventuras de Barbra Streisand y Ryan O'Neal. En este caso si existe un doctor al que preguntar.

Os pongo en antecedentes, es lunes por la tarde, llego a casa después de otro día más de trabajo, abro la puerta, dejo las llaves en el cenicero gigante de la entrada (tengo dos, cosas de las manualidades de mis hijas, nunca he sabido exactamente para que valían pero yo los utilizo de "acumulaporquería" básicamente), de camino hasta mi habitación saludo a las niñas y despido a sus abuelos, entro en mi habitación, me quito los zapatos y me desplomo. Y cuando digo me desplomo quiero decir que noto como mis miembros pierden fuerza, me invade un cansancio extremo y me empieza a doler todo el cuerpo, espalda, brazos, piernas, pecho. En esa situación lo único que se me pasa por la cabeza es pensar "pues si estaba cansada, si". Me quedo sentada en el borde de la cama, barajando las posibilidades que tengo de llegar hasta donde esta la ropa planchada y conseguir un pijama. No llegan a cero, menos uno. Llamo a las niñas y consigo que me traigan un pijama. Estupendo, ahora sólo tengo que desvestirme. Tras unos minutos en que la tarea de quitarme la ropa se convierte en un titánico esfuerzo, vuelvo a conseguir ayuda de una cría de siete años para ponerme el pijama, en ese momento ya no distingo cuál es la que me ha ayudado, supongo que debido a que he empezado a sufrir de escalofríos y tirito como si estuviera metida en un balde gigante de agua helada. Me transporto hasta el sofá, me tumbo y me pongo una manta por encima, mientras que pienso como una gilipollas, "esto del cansancio acumulado y el estrés es la pera, te deja fatal."

Para no extenderme un par de horas después y visto que sigo en tan lamentable situación, en mi cerebro se enciende una pequeña lucecita que dice "Anda ¿y por qué no te pones el termómetro? Chica, lo mismo es que tienes algo de fiebre". Una vez más pido ayuda para que me acerquen el termómetro. Es de esos que pitan y me impaciento, seguro que esta sin pila, lleva un buen rato y no ha pitado, intento ver de reojo cuanto marca sin sacarlo de la axila pero la tiritera no me deja concentrarme, mejor dicho no me deja tener la cabeza quieta para verlo. Harta de que no suene me lo quito y lo miro, 38,8, no esta mal, pero no ha sonado, aún me queda algo de conciencia para volver a ponérmelo y esperar pacientemente. Por fin suena el bip bip, ¡premio! 39,6. Pues si, es que tengo fiebre. A partir de aquí os ahorraré la noche que pasé y me traslado al martes por la tarde. Después de una mañana más o menos tranquila y con un fuerte dolor de cabeza empiezan los mismos síntomas del día anterior. Me acojono. Yo nunca estoy enferma, salvo los típicos resfriados invernales, desconocía que era tener fiebre, la última vez sería sobre los 12 años, y, sobre todo ¡no me duele la garganta! Única razón por la que podría tener fiebre según mi experiencia. Abro el pc, busco en google meningitis, leo... Empiezo a mover el cuello, arriba y abajo, a un lado y al otro, esto provoca que el dolor de cabeza se vuelva más agudo, pero sigo moviendo la cabeza. Después de un rato de ejercicios cervicales corro al espejo del armario, me desnudo e intento ver si tengo manchas en la piel, me quedan dudas, ¿será de la marca del pantalón o una mancha rosada?. Respiro aceleradamente, eso si (no me extraña, ya me veo en la cama de un hospital al borde la muerte, porque la mía es bacteriana fijo y he leído que tengo 24 horas para empezar el tratamiento... apenas me quedan dos). Dolores musculares si tengo y muchos, y lo de la diarrea, pongamos que me estoy cagando de miedo. Tengo que ir al médico, pero ya. Me visto inexplicablemente rauda para lo mal que me encuentro (lo que consigue el miedo) y casi corro camino de la consulta.

He llegado diez minutos antes de que empiece, no hay nadie, perfecto no tendré que esperar. Por fin después de largos minutos en que mi vida esta en serio peligro me llama el doctor para que entre en la sala dónde atiende.

Doctor: "Buenas tardes"

Ladydark:" Hola, buenas tardes"

Doctor:" ¿Qué te pasa?"

(Aquí le cuento mi odisea con pelos y señales añadiendo mi "profesional opinión" sobre lo importante que es el tiempo en esto de la meningitis. Me mira como si estuviera delirando, supongo que me disculpa por la fiebre.)

Empieza a mirarme la garganta, los oidos, me ausculta, golpecitos en el pecho, en la espalda. Me tumbo en la camilla, más golpecitos en el estómago. Me flexiona y extiende las piernas y los brazos. Mientras yo pienso que es una putada dejar huérfanas a dos niñas de siete años y estoy a punto de echarme a llorar. Termina y me dice que me incorpore y me vista. Espero el diagnóstico con el corazón en un puño, lo mismo me pega un infarto y le dan por saco a la meningitis.

Doctor:"Pues esto va a ser algo vírico, o lo mismo una neumonía por el resfriado mal curado de hace dos semanas. Te voy a mandar el ibuprofeno, un antibiótico, el fluomicil y un jarabe por si te da tos. Si notas opresión o dolor en el pecho o que quieres toser y te cuesta pásate por aquí otra vez."

(¿Lo del pecho será por el infarto?)

Total que meningitis no será pero el tío es un hacha, hoy he empezado a toser también...

Heart and Soul

<h3>Heart and Soul</h3>

Tenía cien hojas escritas, arrancadas del cuaderno y pendientes de pegar en esta pantalla, sin embargo después de leer hoy a NoSurrender he optado porque sigan durmiendo el sueño de los justos, que sigan descansando en la espera Shackleton, Stephen Crane, Martí i Pol, Tomaso Campanella o Ángel González. Su evocación de Ian Curtis ha resultado ser la madeja que ha tirado de muchos de mis recuerdos. Creo que estaba predestinada a cruzarme con Ian Curtis, (NoSurrender diría que era evidente, se suicidó...) como no hacerlo con un tipo que había escogido como nombre para su grupo el que recibían las mujeres judías de los campos de concentración nazis que eran tratadas como esclavas sexuales. Seguramente Ian Curtis había leído "House of dolls" de Ka-Tzetnik 135633, seudónimo de Yehiel De-Nur, "el prisionero 135633", tan seguro como que yo nunca había oído hablar de Joy Division hasta el día que conocí a un adolescente extraño y tímido, que andaba siempre con la mirada perdida. Le había visto mil veces en el colegio pero nunca había reparado en él, recuerdo que tenía la habilidad de conseguir pasar desapercibido pese a sus ropas estrafalarias y su aspecto extraño y desubicado en aquel colegio donde la mayoría luchábamos por hacernos un hueco en esa edad incierta que transcurre entre los catorce y los dieciocho años. Entonces, una tarde cualquiera, mientras subía la calle que me llevaba hacia mi casa, noté que alguien estaba muy cerca de mí, a mi espalda, esa sensación inquieta que nos invade cuando sentimos una presencia cercana. Giré la cabeza y ya había llegado a mi lado. Me saludó e intentó comenzar una conversación banal sobre alguna de nuestras asignaturas, o sobre uno de los profesores, con los años he perdido las frases que dijimos. Cuando ya estábamos cerca de mi casa y yo tenía que desviarme y cruzar una calle, me despedí de él con un "Hasta mañana" y en ese momento me dijo "Espera, tengo algo para ti". Sacó de uno de sus bolsillos del vaquero una hoja de papel, doblada cuidadosamente, y me la entregó. Yo no sabía que hacer, dudaba si abrirla o guardármela, incluso un escalofrío me recorrió la columna pensando si en realidad no se trataría de un enfermo o si podría hacerme daño. Me quedé mirando el rectángulo de papel en mi mano y decidí desplegarlo y leerlo, allí mismo. Era una especie de poema, estaba escrito en inglés y al lado su traducción, con una letra pequeña y casi sin espacios. Supongo que debió de notar mi confusión, porque en realidad yo no entendía nada, no sabía que hacía parada delante de un semáforo con un poema en inglés entre las manos que me había dado el chico más raro de 2º de BUP. Me explico, al principio con un hilo de voz que se fue afianzando según avanzaba en su historia, que era una canción de un grupo británico, su favorita, que el cantante se llamaba Ian Curtis y que se había suicidado, de dónde provenía el nombre del grupo, que tipo de música hacían y como se habían reconvertido en "New Order". Yo escuchaba como quien esta oyendo un cuento hasta que él hizo un descanso en su pequeño relato y me asaltó como un relámpago la pregunta "¿Y por qué me la has dado?". Él se quedó muy serio y mientras me miraba a los ojos dijo "Porque desde que te vi pensé que esta era tu canción".

Yo guardé la hoja en mi carpeta y crucé la calle sin mirar atrás. He estado buscándola, estaba segura de que retenía aun ese pedazo de papel, pero no lo encontré. Entre tantas derrotas por amor supongo que lo perdería, no sé si era mi canción pero sí que desde aquel tiempo siempre tengo presente que el amor nos destrozará, desde el primer día, en el primer cruce de miradas, con el primer beso, en mi cabeza resuena "Love, love will tear us apart again".

Tal vez por eso prefiero oír esta noche otra canción, esperando que mi banda sonora cambie algún día...


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Regresando a la memoria

<h3>Regresando a la memoria</h3>

Después del parón estival, retomo este olvidado cuaderno. Tengo que confesar que la pereza se ha ido apoderando de mi en estos días. También reconozco que no sabía como comenzar tras dos meses de sequía, sin redactar poco más que algún correo perdido que nunca constaba de más de seis o siete frases. Y, cómo por algún sitio hay que empezar a hilar y tejer la red de las palabras, las que yo escribo y las que vosotros me regalais, hablemos de poesía, mejor aun, que suene la poesía en nuestros oidos. Bienvenidos de nuevo a las hojas sueltas y desatadas de la funámbula.

LA POESÍA

Y fue a esa edad... Llegó la poesía
a buscarme. No sé, no sé de dónde
salió, de invierno o río.
No sé cómo ni cuándo,
no, no eran voces, no eran
palabras, ni silencio,
pero desde una calle me llamaba,
desde las ramas de la noche,
de pronto entre los otros,
entre fuegos violentos
o regresando solo,
allí estaba sin rostro
y me tocaba.

Yo no sabía qué decir, mi boca
no sabía
nombrar,
mis ojos eran ciegos,
y algo golpeaba en mi alma,
fiebre o alas perdidas,
y me fui haciendo solo,
descifrando
aquella quemadura,
y escribí la primera línea vaga,
vaga, sin cuerpo, pura
tontería,
pura sabiduría
del que no sabe nada,
y vi de pronto
el cielo
desgranado
y abierto,
planetas,
plantaciones palpitantes,
la sombra perforada,
acribillada
por flechas, fuego y flores,
la noche arrolladora, el universo.

Y yo, mínimo ser,
ebrio del gran vacío
constelado,
a semejanza, a imagen
del misterio,
me sentí parte pura
del abismo,
rodé con las estrellas,
mi corazón se desató en el viento.

"Memorial de Isla Negra" - Pablo Neruda


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La mala estrella

<h3>La mala estrella</h3>

Del realismo sucio de Bukowski al surrealismo triste de Robert Desnos (1.900 - 1.945). Este inquieto y fantástico poeta francés, desgraciadamente poco conocido en España, reune esas cualidades y circunstancias que terminan por mitificarlo. Cuando nos conocimos no pude evitar caer rendida a los pies del romántico e idealista Robert.
Nacido en París en un primer momento se acerca al Dadaísmo de la mano de Benjamin Péret. Posteriormente pasa a formar parte del grupo surrealista y así Andre Breton en el Manifiesto Surrealista de 1.924 le apoda "el profeta del movimiento". A pesar de ello no abandona el trabajo que le da sustento, el periodismo. Y es que Robert Desnos condensa en su corta vida una aventura constante: Poeta dadaísta, joven médium surrealista, autor de prolífica obra, polemista, detractor desde de 1.927 de la alianza de Breton con el Partido Comunista, crítico de cine, periodista e innovador locutor de radio. Como buen romántico que se precie también mantuvo de un amor imposible, la cantante Yvonne George, a la que dedicaría el poemario "La liberté ou l'amour!" en 1.927.
En 1.929 rompe definitivamente con Breton y se integra en el círculo que se crea alrededor de Georges Bataille. Desde entonces su producción literaria y poética aumenta de forma creciente, compaginándola con su interés por otros medios como la radio o la crítica de jazz y cine. En la misma medida, su compromiso político también se va perfilando y tomando forma hasta que con el estallido de la Segunda Guerra Mundial pasa a engrosar las filas de la Resistencia. En febrero de 1944 fue arrestado por la Gestapo en su domicilio de la rue de Seine. Entonces comenzó para el poeta un atroz peregrinaje a través de prisiones y campos de trabajo forzado desde Francia hasta Checoslovaquia. Auschwitz, Buchenwald, Flossenbürg y finalmente el campo de concentración de Térézin, donde sólo sobrevivieron 4.000 de las 140.000 personas que pasaron por allí. Robert Desnos pudo ver como el campo de concentración de Térézin (Theresienstadt) era liberado por los aliados, el 3 de mayo de 1.945 la Cruz roja se hizo cargo de la ciudad amurallada que constituía Térézin, apenas un mes después, Desnos fallecía a consecuencia del agotamiento y las enfermedades.

Me resulta difícil escoger un poema pero si hay uno bello y conocido es sin lugar a dudas este:

J'ai tant rêvé de toi


J'ai tant rêvé de toi que tu perds ta réalité.

Est-il encore temps d'atteindre ce corps vivant

Et de baiser sur cette bouche la naissance

De la voix qui m'est chère?


J'ai tant rêvé de toi que mes bras habitués

En étreignant ton ombre

A se croiser sur ma poitrine ne se plieraient pas

Au contour de ton corps, peut-être.

Et que, devant l'apparence réelle de ce qui me hante

Et me gouverne depuis des jours et des années,

Je deviendrais une ombre sans doute.

O balances sentimentales.

 

J'ai tant rêvé de toi qu'il n'est plus temps

Sans doute que je m'éveille.

Je dors debout, le corps exposé

A toutes les apparences de la vie

Et de l'amour et toi, la seule

qui compte aujourd'hui pour moi,

Je pourrais moins toucher ton front

Et tes lèvres que les premières lèvres

et le premier front venu.

 

J'ai tant rêvé de toi, tant marché, parlé,

Couché avec ton fantôme

Qu'il ne me reste plus peut-être,

Et pourtant, qu'a être fantôme

Parmi les fantômes et plus ombre

Cent fois que l'ombre qui se promène

Et se promènera allègrement

Sur le cadran solaire de ta vie.

A la mystérieuse ( Corps et Biens ) 1.930

No quiero terminar con un recuerdo triste así que os dejo un pequeño regalo. El fotógrafo, pintor y cineasta Man Ray realizó en 1928 su película "L'Étoile de mer" a partir de un poema de Robert Desnos que el poeta leyó en su presencia durante una cena privada. El resultado es una historia de corte onírico, dimensión que el realizador subraya con filtros de gelatina (posiblemente utilizados para burlar la censura de la época), y componentes eróticos que transcurren a través de conceptos surrealistas, como el del *amour fou. Kiki de Montparnasse, André de la Rivière y el mismo Robert Desnos son los actores. Desnos propuso una serie de temas musicales para la adaptación fílmica de su poema: las canciones Plaisir d'amour y O Sole mio, una versión desafinada de La Internacional y el vals El Danubio Azul. Pero Man Ray no tuvo en cuenta sus indicaciones y realizó su propia selección musical que incluía una canción de Josephine Baker, C'est lui ,el tema Los piconeros y una saeta cantada por La Niña de los Peines que acompañaba un fragmento del filme en el que se mostraban hojas de periódico arrastradas por el viento, un paisaje borroso y cambiante visto desde un tren y la imagen de un puerto brumoso y espectral.

 


"L'Étoile de mer" Man Ray
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*Amor fou: El Surrealismo define el término como un amor loco, salvaje y capaz de traspasar las fronteras del mundo visible, más allá de la condición hombre-mujer, amor-odio. De esta manera, el Amor, al igual que ocurre con el sentido poético, son sentimientos puros, férreamente ligados y regidos por el aspecto espiritual de la psique humana, y por lo tanto, proporcionan al hombre esa "libertad" de la que carece la razón.

Por un rayo de oro van al sol mis anhelos

<h3>Por un rayo de oro van al sol mis anhelos</h3>

 

Se sienta delante de la hoja en blanco y prueba  a inventarse un día más, algunas noches la única manera de confiar en que llegará el alba y el despertar es contarselo a ese trozo de papel inane, para que él también cobre vida ante sus ojos convertido en  mariposa de primavera. Entonces se pregunta dónde acaba el artificio, el fingimiento, la quimera y comienza la verdad, el desaliento, la certeza. Mientras, se mira la palma de la mano abierta y comprende que el mundo no cabe en tan poco espacio, aunque, alguna noches, anhele atraparlo. O subirse a un árbol.

"En resumen, le había entrado esa manía de quien cuenta historias y nunca sabe si son más hermosas las que ocurrieron de verdad, y que al evocarlas traen consigo todo un mar de horas pasadas, de sentimientos menudos, tedios, felicidades, incertidumbres, vanaglorias, naúseas de uno mismo, o bien las que se inventan, en las que se corta por lo sano y todo parece fácil, pero después cuanto más se disparata más advierte uno que vuelve a hablar de las cosas que le han ocurrido y que ha comprendido en realidad viviendo."

"El barón rampante" - Italo Calvino. 

Carta violeta en la noche

<h3>Carta violeta en la noche</h3>

Mientras el mensajero cabalgaba a toda velocidad pensaba que la noche no era tan oscura como había pensado, una débil luna se adivinaba entre las nubes. Su mensaje era urgente, el rey estaba al borde de la muerte, y era imprescindible que los documentos que portaba llegaran cuanto antes a su destino. No necesitaba nada más para poder atravesar con el espíritu en paz el umbral de la muerte.
Finalmente, el Mensajero llegó a las puertas del convento. Le esperaban. La Reina, como siempre, había recibido noticias de la agonía de su esposo. Desde su separación, siempre se las había arreglado para mantenerse informada acerca de las acciones y decisiones que tomaba el rey. Por alguna razón, tal vez debido a los años que pasaron juntos, entre ellos se había creado un lazo de unión que no pudo romper su alejamiento. Ella presentía en la distancia los problemas a los que el se tenía que enfrentar, como si pudiera leer sus pensamientos. Cuando tenía estas premoniciones acudía a antiguos servidores que seguían fieles a su reina en pago por la bondad que demostró en otros tiempos. Ellos confirmaban sus temores y le narraban como el rey había tomado esta o aquella decisión.
El mensajero fue conducido a los aposentos de su antigua reina, una celda idéntica a las restantes, apenas un camastro, un crucifijo, una pequeña mesa para escribir pegada a un poyete de la pared que hacia las veces de silla y un reclinatorio para las oraciones. En un rincón había un aguamanil y un ventanuco que ahora en la noche apenas filtraba alguna luz. Al verse en presencia de la que fue se reina se postró ante ella, besando sus manos. Entre ellos no medió ninguna palabra, le extendió el pergamino que el rey escribió de su propia mano, antes de que las fuerzas parecieran abandonarle para siempre.
Ella cogió con devoción el rollo, y con toda parsimonia, sabiendo en el fondo de su corazón que aquel era el mensaje que estuvo esperando durante veinticinco años, se sentó sobre la cama y despidió al mensajero con un gesto de su mano. Cuando hubo salido este y ya estaba a solas, desenrolló el pergamino y comenzó a leer con un profundo suspiro.

"A Su Majestad Lady Ginebra, mi esposa, mi vida:

Han pasado demasiados años. Quizás demasiados como para que recibas este mensaje, o quizás no. Mi mente y mis sueños han acudido a ti durante todo este tiempo, deseando que tú llegaras a ellos, que volvieras en ellos, galopando en el estribo del perdón, pero el rencor....
Me muero, Milady. Mi enfermedad comenzó el mismo día que te vi partir, pero apenas hace un par de horas que he descubierto la causa de mi mal. Merlín ni siquiera supo verlo. Y mi hermana, durante todos estos años, qué ironía, me estuvo advirtiendo. Solía decirme:"Tu salud sólo podrás recuperarla si se cierra la lanzada de la traición que cometieron contra ti. Pero tú sabes que esa herida la has provocado tú. Por lo tanto, no podrá cerrarse nunca, y morirás por ella, porque siempre irá fluyendo tu vida a través de esa llaga abierta".
Y ahora lo entiendo; tú siempre decías que en esta o en otra vida, volveríamos a encontrarnos, y entonces sería tuyo para siempre. Pero yo nunca quise creerte. Yo te quería en esta vida para siempre, no me importaba que hubiera otros mundos, otras vidas, en las que pudiéramos recuperar el tiempo y el espacio perdidos.
Y ahora... aquí me tienes, postrado en este lecho. Quise morir en el mismo jergón donde tantas veces nos amamos, por ver si ante las puertas de la muerte, la fuerza del respeto, del cariño y del arrepentimiento te traían a mí. Pero no has venido, mi Reina, mi Señora, mi Vida...
Probablemente sea el precio que tenga que pagar, después de todo. Yo te empujé al olvido, donde no quería que fueras; y cuanto más te empujaba lejos de mí, más cerca te sentía. Intenté reunir mis fuerzas exiguas para ofrecer a mi reino el esplendor que merecía, y en el fondo, lo único que trataba era de poner a tus pies mis éxitos, con la esperanza de que un día volvieras a llamar a mi puerta, volvieras a ocupar este lecho que tantas veces se llenó de tu presencia en mis sueños.
Pero no volviste. Sin saberlo, el guardián de mi puerta era el guardián de mi rencor. Tus últimas palabras se grabaron a fuego en las paredes del palacio "Yo no necesito estar en el mismo castillo que tú, que ninguno de tus cortesanos. Hay un corazón que late por mí ahí fuera. Lo encontraré."
Nunca supe a ciencia cierta si quería que lo encontraras o no, pero ahora sé que, lo hayas encontrado o no, tu mente y tu mirada vuelven a mí. Sé que nunca fui digno de merecer ni uno solo de los latidos de tu corazón, sé que merecías algo más que el desprecio que te ofrecí cuando te marchaste.
Las fuerzas me fallan, amor mío... apenas puedo sostener la pluma.
Enviaré a un mensajero a que lleve esta carta a tu retiro. Sir Galahad se ofreció voluntario durante todos estos años para traerte de vuelta, pero yo se lo impedí. No habría sabido encontrar las palabras para pedirte perdón.
Mi corazón siempre fue tuyo, Lady Ginebra. Vuelve a por él. Ruego al Señor que se cumpla tu ofrenda de que en otra vida nos encontraremos. Dejo mi despecho y mis celos en ésta, así que espero morir con la dignidad suficiente para entrar en la otra vida limpio de todos mis pecados contra ti, de todas las ofensas contra mí, para poder encontrarte, y ser tuyo para siempre.
Con todo mi amor.

Arturo, rey de Camelot, reino sin reina, paz sin descanso"

El chico maravilloso

<h3>El chico maravilloso</h3>

Normalmente cuando se describe este cuadro,"La muerte de Chatterton" de Henry Wallis se mencionan dos símbolos: la vela extinguida sobre la mesita, y la flor cuyo pétalo ha caído. Ambos aluden a la muerte prematura del poeta. Se pasa por alto la ventana que da luz sobre la escena, ventana de una buhardilla a medio abrir sobre los tejados de Londres. A los diecisiete años, Thomas Chatterton se ha quitado la vida. De su mano rueda la botella de arsénico que ha bebido, podemos notar el olor de almendras amargas, ver los trozos de papel de sus versos que yacen en el piso. El pintor Wallis ha querido que la ventana quedara abierta para llenar de frío una habitación helada por la muerte.
Thomas Chatterton (1752 - 1770) persiguió en vida el renombre y lo obtuvo, pero sólo alcanzó un éxito oblicuo y murió condenado al rumor. Chatterton encarna, la figura del buscador de prestigio o cazador de fortuna literario, dice su leyenda negra que fue un joven poeta que quiso encaramarse a la gloria, y fue rechazado en el medio literario por su reputación de falsificador. Era un imitador dotado y también un autor fecundo. A los 11 años había falsificado en unos pergaminos antiguos documentos literarios supuestamente escritos en el siglo XV por un monje medieval de nombre Thomas Rowley. Chatterton procedió a solicitud de William Barrett, un anticuario de Bristol que conocía sus habilidades y le propuso confeccionar poemas antiguos que él certificaría como auténticos. Esos poemas se hicieron rápidamente célebres bajo el nombre de "The Rowley Sequences" que, se decía, revelaban a un poeta de la estirpe de Geoffrey Chaucer. Precisamente en él había fundado Chatterton sus imitaciones. Una vez descubierto el fraude, el poeta abandonó Bristol y viajó a Londres, donde probó fortuna como escritor de parodias, canciones y poesía de ocasión en periódicos y revistas durante algunos meses, buscando un patrocinio que le diera los medios de vida que, finalmente, no consiguió. Pronto se halló endeudado y en la miseria. Sin esperanza de éxito, se quitó la vida meses antes de cumplir los dieciocho años, en una buhardilla de pensión, como quiere evocarlo Henry Wallis en el ó1eo que pintara 85 años más tarde.
La leyenda negra lo llamó impostor. Será una generación posterior, la de Coleridge, Wordsworth y Keats, la que habrá de rescatar su fama para glorificarlo en la leyenda dorada de genio incomprendido. Wordsworth, quien nació el mismo año en que aquel se quitara la vida, lo nombrará prodigio, "The marvelous boy".
Esa ventana que se abre al rumor de Londres podría significar que el nombre de Chatterton irá de boca en boca, como realmente ocurrió después. Esa ventana de edificio reabre la alegoría arquitectónica de la Fama, imaginada por Ovidio: un sonoro palacio de bronce con mil aberturas por las que penetran todas las voces del mundo y salen amplificadas (Metamorfosis, XII). La ventana se abre como un libro, y el propio formato del cuadro aparenta un libro abierto de par en par. El retrato exánime que pintó Wallis fue por sustitución. El modelo fue George Meredith, quien posó para inmortalizar a Chatterton.
Si consultáramos su nombre en una enciclopedia, lugar a donde se retiran los muertos, o mejor dicho a donde se ventilan los muertos, auténticos palacios de la fama de innumerables entradas y salidas, si, como decía, después de consultar el artículo "Chatterton" en la enciclopedia Larousse uno baja un poco más sus ojos, tras chattisgarhï y chatungo, a, se encontrará con una sorpresa que sólo el azar puede dar, le sigue Geoffrey Chaucer...

Don Quijote y la zingarella

<h3>Don Quijote y la zingarella</h3>

El cuaderno cambia de manos en esta hoja suelta, más suelta que nunca. Le voy a ceder mi voz escrita a un amigo. Hace algún tiempo, cuando nos unieron más lazos que la simple amistad, le insistía en que escribiera y, después de un tiempo de silencios entre nosotros y recuperando una parte de aquello que nos unía, vuelvo a recordarle lo bien que junta las palabras y sobre todo, lo bien que une y cose los versos. Me cuenta que tiene proyectos para publicar (y yo le digo "En serio, deberías hacerlo") y aprovechando que le enseño mi cuaderno, le pido que me deje poner aquí uno de sus últimos poemas. Me tiene cariño, alguna debilidad le debe de quedar de los versos compartidos en el pasado (y nunca mejor traída esta frase, nos conocimos componiendo un soneto a dos manos, él escribió los versos impares y yo los pares), porque sólo me pide que oculte su identidad y le de nuevo bautismo con un seudónimo. Me ha costado encontrar uno, pero creo que he dado con el. Me acuerdo del vate ciego y vidente de Valle-Inclán, Max Estrella, me gusta, él ni siquiera sabe que este es el nombre elegido, así que, la zingarella espera haber acertado.

El fin del principio

No llueve.


El sol no sale por el Este,

no te quiero.

Han dejado de flotar

todos los barcos

y los aviones

se han posado

para nunca volver

a despegar.

No crecen los árboles,

ni las flores,

ni los chiquillos.

El viento ya no trae

consigo papeles, tierra,

aroma alguno.

Y menos aún se pone el sol

por el Oeste.

Max Estrella


Boca rota de amor y alma mordida



Uno va guardando papeles sin pensar que algunos años después (en este caso bastantes) volverán a aparecer entre libros y polvo. Eso me ha ocurrido con unas hojas de un periódico. Su fecha es de 17 de marzo de 1.984, el diario era ABC. En primera página de esa separata que guardé cuando apenas salía de la niñez, aparece este título, "Lorca, sonetos de amor". Creo que era una niña extraña, recogiendo poemas de los cuales ni siquiera atisbaba su significado, pero... ¡eran tan bellos!
Las vicisitudes que sufrieron estos poemas de García Lorca hasta que vieron la luz es digna de alguna novela policíaca. Son escritos entre 1.935 y 1.936, respecto al título definitivo que Lorca pensaba darles también hay diferentes interpretaciones, Sonetos del amor oscuro, según Aleixandre y Cernuda, Jardín de sonetos, según Rosales, Sonetos sin más los llamó el propio Lorca en una entrevista. Cuenta Vicente Aleixandre sobre como conoció estos sonetos:
"... Recordaré siempre la lectura que me hizo, tiempo antes de partir para Granada, de su última obra lírica, que no habíamos de ver terminada. Me leía sus Sonetos de amor oscuro, prodigio de pasión, de entusiasmo, de felicidad, de tormento; puro y ardiente monumento al amor, en que la primera materia es ya la carne, el corazón, el alma del poeta en trance de destrucción. Sorprendido yo mismo, no pude menos que quedarme mirándole y exclamar: '(...) ¡qué corazón! ¡Cuánto ha tenido que amar, cuánto que sufrir!' Me miró y me sonrió como un niño. Al hablar así no era yo probablemente el que hablaba. Si esa obra no se ha perdido; si, para el honor de la poesía española y deleite de las generaciones hasta la consumación de la lengua, se conservan en alguna parte los originales, cuántos habrá que sepan, que aprendan y conozcan la capacidad extraordinaria, la hondura y la capacidad sin par del corazón de su poeta."
Los primeros en conocer estos sonetos fueron diversas personalidades del mundo literario que recibieron uno de los 250 ejemplares que se habían editado, en el año 1.983. Al respecto recogía Eduardo Castro, en EL PAIS de 14 de febrero de 1.984 en una pequeña crónica: "...Una edición pirata de los Sonetos del amor oscuro, de Federico García Lorca, inéditos hasta ahora en forma de libro y alguno de ellos también como poema suelto, ha sido clandestinamente publicada en Granada, donde numerosos poetas, profesores, críticos y estudiosos de la obra lorquiana la han recibido por correo procedente de un remitente misterioso y anónimo... Son estos 11 poemas los que, al parecer, se recogen en la presente edición pirata, cuya tirada consta de 250 ejemplares"
Posteriormente es el periódico ABC quien los hace públicos, basándose en los manuscritos conservados por la familia García Lorca. Diez de los once sonetos se hallan escritos en cuartillas dobles, de papel de hilo para cartas, con membrete del Hotel Victoria de Valencia, en un total de tres pliegos. Están escritos a lápiz y con numerosas enmiendas y tachaduras. El undécimo poema esta escrito en papel A4, a tinta y también con bastantes correcciones.
Recojo, para alegraros los oídos, algunos de estos sonetos en la voz de Amancio Prada, y no he podido evitar incluir una gacela del "Diván del Tamarit", "Gacela del amor desesperado". Seguramente este libro me daría para otra incursión en la pista del circo, para no cansaros os contaré que el poemario "Diván del Tamarit" está compuesto de dos partes. La primera incluye doce gacelas y la segunda parte incorpora nueve casidas. La Gacela (del árabe ghazel) es una composición estrófica breve dedicada exclusivamente al tema amoroso, aunque en este caso incorpora elementos del tema de la muerte, también. La casida (del árabe kasida), en cambio, es una composición estrófica más extensa, de carácter clásico, de tema variado y que generalmente empieza por una introducción. La "Gacela del amor desesperado" a pesar de estar escrita con anterioridad a los sonetos (el poemario fue escrito entre 1.931 y 1.935) creo que entronca directamente con estos últimos textos de amor escritos por Federico.
El amor en estos versos no es sólo el de los sentimientos y el corazón. Es también, y con igual intensidad, el amor de la carne. Espero que disfrutéis tanto como yo con la belleza de este amor oscuro. Amor oscuro porque es secreto, amor oscuro porque es amor que mata o hace morir, amor oscuro porque llega en la noche, ámbito de soledades y sufrimientos, amor oscuro porque es una cárcel sin luz la falta del amado.

(En la estupenda revista electrónica de literatura HwebRA, en el número 2, en este enlace, dentro de "Parte y ensayo, Federico Lorca, están recogidos los once sonetos comentados por Manuel Gahete)


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El cazador de sueños

<h3>El cazador de sueños</h3>

To Good Guys Dead

They sucked us in;
King and country,
Christ Almighty
And the rest.
Patriotism,
Democracy,
Honor--
Words and phrases,
They either bitched or killed us.

El joven que nos mira desde esta vieja fotografía nada más cumplir los 18 años se alistó para combatir en la Primera Guerra Mundial, en una Europa convulsa. Era 1.917 y el ejército denegó su petición por un defecto visual. Al no poder luchar en el frente se tuvo que conformar con conducir ambulancias de la Cruz Roja. Le destinaron a Italia y llegó a Milán en 1.918 para sumergirse desde entonces en los horrores de la guerra.

El trabajo de conductor era muy arriesgado, consistía en transportar a los heridos del campo de batalla a los hospitales. Un día mientras se encontraba repartiendo cigarrillos y chocolatinas en las trincheras, resultó gravemente herido en las rodillas por el fuego de un mortero austriaco. Pasó los dos meses siguientes imposibilitados para caminar y tuvo que llevar muletas para ayudarse durante una larga temporada.

Durante su estancia y convalecencia en el hospital conoció a una enfermera, Agnes Von Kurowsky, se enamoró de ella y vivieron un romance que acabo posiblemente porque Agnes, mayor que él, consideraba su diferencia de edad un obstáculo insalvable. Al reponerse, regresó a Estados Unidos y nunca más volvió a encontrarse con aquella mujer. Esa sencilla historia, que pudo sucederle a muchos otros soldados de aquella cruel guerra, la transformaría pocos años después el talento de un escritor en un magnífico libro sobre el amor, la guerra y la muerte. Después viviría otras guerras, otros amores, otros paisajes y un final.

Ya no creo necesario que os diga quien es el joven que nos sonríe casi tímidamente desde la imagen, y en el que, si pudiésemos ver mejor sus ojos, vislumbraríamos la pérdida de la inocencia. En "Adiós a las armas" nos regaló palabras como estas:

"...abstract words such as glory, honor, courage, or hallow were obscene beside the concrete names of villages, the numbers of roads, the names of rivers, the numbers of regiments and the dates."

Y si, amigos, sigo romántica, es una enfermedad incurable.

 

El loco del pelo rojo (II)

Lo prometido es deuda, seguimos con Vincent Van Gogh y una pequeña parte de sus influencias. Siempre ha despertado mi interés la cultura japonesa, me aproximé a ella a través de los haikus, después llegaron otras acercamientos literarios como Musashi, La novela de Genji, el bushido y autores actuales, como Mishima o Kawabata. En ese caminar por la literatura antes o después tenían llegar las obras pictóricas. Ahora os traigo un pequeño ejemplo de los pinceles de Vincent.

En 1854 Japón, tras siglos de hermetismo, abre sus puertas al mundo exterior, promovido principalmente por el Tratado de Kanagawa con Estados Unidos. La restauración Meiji tuvo lugar en 1868 y marca el inicio de una nueva orientación del país, que pasó del aislamiento a la total apertura de sus fronteras no sólo territoriales, sino de todos los campos del saber. La Exposición Universal de1867, dedicó una sala al arte japonés, con tanto éxito, que lo japonés se puso en boga, no solo en el mundo del arte, sino también en la decoración, en la moda, y hasta la literatura y la música. La pintura tenía una temática parecida a la impresionista, escenas de la vida diaria, como jardines, teatros, árboles en flor o paseos en barca. La pintura japonesa utilizaba colores planos y el contraste entre estos. Aun careciendo de perspectiva lineal, conseguían dar profundidad a sus composiciones gracias a los cambios de tamaño.

Van Gogh idealizó el mundo japonés, encontrando en ello una evasión de las costumbres y hábitos de la civilización occidental. Veía a Japón como un lugar idílico, de la misma manera que Gauguin en las lejanas islas del Pacífico. El arte japonés vino a apoyar su independencia del arte académico oficial, adoptó los colores planos del arte japonés, se despreocupó de la perspectiva geométrica y utilizó el color negro muy utilizado en la historia pictórica japonesa.

Prueba de todo esto son las dos recreaciones que Van Gogh realizó de dos obras de Hiroshige :

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   Hiroshige                              Van Gogh

 

Y también sale a la pista uno de los cuadros que más me han gustado de Van Gogh. que fue realizado expresamente como obsequio para su sobrino recién nacido, “Ramas de almendro en flor”, en el cual podemos observar su inspiración en el mundo japonés, por ejemplo en el maestro Hokusai,

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   Hokusai                                  Van Gogh

Y termino con otro loco maravilloso que también reinterpretó el arte japonés, Jorge Luis Borges:

Hoy no me alegran
los almendros del huerto.
Son tu recuerdo.

 

Mirando el cine

<h3>Mirando el cine</h3>

En la Filmoteca Española se exhibe hasta el día 31 de diciembre una preciosa exposición sobre Carteles de cine, "Firmado Mac". En ella se recogen carteles, press-books, programas de mano, estampaciones y clichés dibujados entre los años cincuenta y ochenta por Macario Gómez, Mac.
Mac llega al mundo del cartel al inicio de los años 50. Sus primeras creaciones tendrán lugar en el Estudio Esquema (propiedad de Martí, Clavé y Picó), que firmaban todos sus trabajos bajo las siglas MCP. Macario pronto empezará a deslumbrar a través de sus creaciones para Ivanhoe o Qvo Vadis. Por aquel entonces, el cartel ya ha establecido normas de gran rigidez en su composición. Los mandatos de las distribuidoras no permitían el más mínimo asomo de metáfora en su interpretación. Las normas eran sencillas: rostro o busto de los actores principales, título del filme y algún elemento o referente de la trama a gusto del autor, con limitaciones.
Por fortuna, no todos los cartelistas abordaron la creatividad de sus carteles según las normas convencionales ni con la misma complacencia creativa, y ahí fue donde Mac se mostró como uno de los más transgresores. Fue de los pocos en demostrar una constante rebeldía creativa, llevada siempre hasta sus últimas consecuencias, la misma que le llevó a plasmar muchas de sus creaciones bajo códigos de gran simbolismo, alegorías o metáforas que le acarrearon más de un problema con los responsables de los departamentos de publicidad de las productoras.
Mac, al igual que la gran mayoría de los cartelistas hasta la irrupción del aerógrafo, pintaba con témperas de fácil secado.
Al principio, los carteles se pintaban a cuatro tintas y a tamaño natural (100 x 70 cm.) para ser posteriormente interpretados por un técnico litógrafo que los reproducía a mano por quintuplicado sobre planchas de zinc (cuatro colores y el negro). La llegada de la fotomecánica permitió reducir esta medida a la mitad y utilizar una amplia gama cromática. El resultado final dependía, en cualquier caso, del grosor de la trama y especialmente de la calidad del papel, que no solía ser demasiado buena ya que la finalidad de los anuncios era ser expuestos en columnas publicitarias en la calle.
A finales de los 80 hay un receso en la producción de carteles, es más barato promocionar con fotografías o videos, perdiéndose gran parte de este método casi artesanal.
Desde aquí quería hacer un pequeño homenaje a estos artistas poco conocidos que algunas veces nos regalan verdaderas obras de arte, ligadas a ese mundo maravilloso del cine.

El loco del pelo rojo (I)

He estado releyendo "Últimas cartas desde la locura" que contiene las cartas que escribió Vincent Van Gogh a su hermano Theo desde Arles, de octubre de 1.888 a mayo de 1.889. En ellas le habla de su miseria y de su pintura, de arte y de libros, le hace partícipe de su pasión y, también, porque no, de su locura.
Recogen tantas conexiones sobre las que podríamos hablar y comentar que atiborraría la pista central de girasoles y estrellas. He escogido una, pero os adelanto que habrá más (esa barrita romana lo ha dejado bien claro).

Es noviembre de 1.888, Vincent ha ido a visitar en Montpellier con Gauguin el Museo Fabre y asi leemos sus palabras:

"Mi querido Théo.

Gauguin y yo estuvimos ayer en Montpellier para ver el Museo y sobre todo la sala Brias. Hay allí muchos retratos de Brias por Delacroix, por Ricard, por Coubert, por Cabanel, por Couture, por Verdier, por Tassaert y otros. Además, hay cuadros muy hermosos de Delacroix, Courbet, Giotto, Paul Potter, Botticelli y Th. Rousseau.

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Brias era un benefactor de artistas; no te diré más que esto. En el retrato de Delacroix, hay un señor de barba y cabellos rojos que tiene algo de parecido contigo o conmigo y que me ha hecho pensar en esta poesía de Musset ... :

«partout oú j'ai touché la terre

un malheureux vétu de noir,

auprés de nous venait s' asseoir

qui nous regardait comme un frére».

Esto te hará el mismo efecto; estoy seguro. Te rogaría encarecidamente que fueras a ver esa librería en donde se venden las litografías de artistas antiguos y modernos, a ver si puedes conseguir sin gastos considerables la litografía sacada de Delacroix: El Tasso en la cárcel de locos; ya que me pareció que esta figura debe tener conexiones con este hermoso retrato de Brias.

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... Tú conoces el extraño y soberbio retrato de hombre por Rembrandt, en la galería de Lacaze; le he dicho a Gauguin que yo veía allí cierto rasgo de familia o de raza con Delacroix o con Gauguin. Yo no sé por qué llamo siempre a ese retrato el Viajero o El hombre que viene de lejos. Esto es una idea equivalente y paralela a lo que te he dicho ya a ti mismo, que mires siempre el retrato de Six viejo, el hermoso retrato del guante, para tu porvenir, y el aguafuerte de Rembrandt, Six leyendo junto a la ventana bajo un rayo de sol, para tu pasado y tu presente. Ya ves cómo estamos..."

(La parte que me he saltado de esta carta saldrá a la pista, seguramente con las dos barritas romanas).

La relación de Vincent con Théo es esencial en toda su creación. Su hermano es su apoyo ecónomico y moral. Estuvieron escribiéndose desde 1872 hasta la muerte de Van Gogh en 1890 (Théo moriría seis meses despues que Vincent). Unas 650 cartas que constituyen un diario íntimo y un ensayo sobre pintura que Vincent escribía para su otro "yo". Vincent abría su corazón a Théo como si se tratara de sí mismo, como si fueran una misma persona, y le hablaba acerca de sus aspiraciones, de sus dudas y de sus miedos, y sobre todo de la soledad. Cada una de sus cartas permite conocer un poco más de su personalidad, de su espiritualidad y su preocupación por los demás, de la lucha constante que mantuvo durante toda la vida por hacer lo que más quería: pintar. En ellas habla acerca del uso del color, de la perspectiva, de los temas y de las técnicas utilizadas, no sólo por él sino también por sus contemporáneos y por sus predecesores. Incluso establece sus preferencias por los pintores y sus relaciones con los impresionistas. Muchas de ellas contienen alusiones, opiniones, comentarios, críticas y explicaciones del porqué de la forma, de la elección de un color o de un tema, o de los problemas que la creación del cuadro le ha ocasionado. Así se establece una unión íntima y profunda entre sus obras pictóricas y sus cartas.

Por cierto, a veces, yo también siento que vengo de lejos...

Caballo azul de mi locura

<h3>Caballo azul de mi locura</h3>

Hoy separo otra de las páginas sueltas que guardo y la saco a la pista del circo. He escogido este cuadro, "Der Traum", que sin ser el más relevante de Franz Marc, tiene un contenido personal. La primera vez que vi este cuadro fue una reproducción en los pasillos de un hospital. Me extrañó porque normalmente en los hospitales nos regalan con manidas reproducciones de marinas y paisajes. Tal vez la respuesta se encuentre en que los enfermos, oncológicos, o los familiares que paseaban por esos pasillos blancos estaban necesitados de ese color o de esa aparente tranquilidad que sugiere esta pintura, en mayor medida que en otros pasillos parecidos.

Cuando volví a casa corrí a buscar información sobre la obra y sobre Franz Marc. Expresionista, creador junto a Kandinski de "Der Blaue Reiter" (El jinete azul), cuyo lanzamiento tiene lugar en la exposición de 1911 con una especie de manifiesto redactado por Kandinski y Franz Marc, y cuyos puntos principales eran:

"El desplazamiento del centro de gravedad en el arte, la literatura y la música; la diversidad de formas, consideradas bajo el aspecto de la construcción y la composición; la necesidad de volverse intensamente hacia la naturaleza interior y de renunciar, por consiguiente, a todo embellecimiento de las formas exteriores de la naturaleza"

"Mostrar los caracteres y las manifestaciones de esta transformación y hacer resaltar la continuidad de esta tendencia en relación con épocas pasadas; hacer aparecer los impulsos interiores en todas las formas que provocan una reacción íntima en el espectador"

Franz Marc (Munich, 1880, Verdún, 1916), también influido por el cubismo, era seguramente el más lírico y espiritual de los expresionistas. Conoció muchas tendencias, desde el neoimpresionismo hasta el futurismo, pero cabalgó sobre todo ello con elegancia, como montado sobre uno de sus caballos azules. Sus últimas realizaciones como "Kämpfende Formen" de 1.914 son ya plenamente abstractas, continentes de una hermosa explosión de colores, que bastan para dar noción de lo que hubiera llegado a ser el artista de vivir más. Franz Marc muere en el frente de combate de la primera guerra mundial, en la batalla de Verdún. Oficialmente es declarado desaparecido en acción.

En la estimación del expresionista Franz Marc, el arte debe ser lo que deje a lo real expresarse. La imagen artística es mostrar la realidad tal como es. Por eso espera que el arte haga hablar al mundo mismo, en lugar de que hable el alma del creador influida por el mundo. Para Marc el mundo mismo es intensidad animal, por lo que el arte, para irradiar, acerca y revelar lo que es debe "animalizarse". De esta manera, Marc asegura: "no encuentro ningún medio más feliz para animalizar el arte que el cuadro de animales"

Y "animalizar" la pintura exige la despersonalización. El artista debe renunciar a ser el único centro desde el que se observa y aprehende las cosas, el estilo pictórico al que el pintor de lo animal aspira no es el de las marcas personales inconfundibles sino el cuadro "puro", sin huellas del individuo singular. Y así nos da su máxima: "Ser puro es todo". En el mismo sentido se recoge este pensamiento: "siempre soñé con cuadros impersonales: tengo aversión a las firmas".

A pesar de todo, sus cuadros llevan su firma personalísima, y el último día que corrí por aquellos pasillos blancos, podría asegurar que uno de sus caballos azules sin boca, me sonrió.

(Las citas del propio Franz Marc pertenecen a su libro "Los 100 aforismos: La segunda visión", que escribió desde el frente en la Primera Guerra Mundial)

Para ti que sólo tienes 15 años cumplidos...

<h3>Para ti que sólo tienes 15 años cumplidos...</h3>

El sábado por la noche estuve en el concierto que organizaron en el Teatro Monumental, "La edad de oro del pop español". Consistía en ofrecer una nueva visión de temas clásicos de la llamada "movida madrileña" o "nueva ola", haciendo arreglos orquestales a algunas de las canciones que marcaron una época. No puedo decir si los temas quedaron bien o fueron meras anécdotas acompañadas de la Orquesta Sinfónica de RTVE, dirigida por Adrián Leaper. El valor sentimental que para mi conllevaba esa pequeña obra musical trasciende cualquier opinión que pueda verter sobre su calidad artística. A riesgo de ver a mi generación inmersa en algo que en otras me parecieron bodrios (véase los múltiples regresos de artistas españoles de los sesenta organizando conciertos en pandilla), me dejo llevar por la emoción del recuerdo de otros tiempos. Allí estaba Germán Coppini desgranando canciones, dándome un golpe bajo al contarme que son "Malos tiempos para la lírica". Llegó Javier Andreu, sin frontera pero en "El límite", Jose Maria Granado, recordándome que estuve entre las "Chicas de colegio", Iñaki Fernández sin bigote y menos ye-ye, pero nada ha cambiado "Todos los negritos tienen hambre y frío", Álvaro Úrquijo con secretos y muriendo por mis "Ojos de gata". Hasta vino Rafa Sánchez a llevarme a "Sildavia" unida a un lobo-hombre. Y al final me cogió de la mano Nacha Pop y volví a ser "La chica de ayer". Todas esas canciones, las que menciono y otras mil que construyeron mi adolescencia, mi juventud, con las que lloré y reí, bailé y aprendí, las que escuchaba cuando me enamoré o cuando me rompieron el corazón por primera vez, todas, estan tan pegadas a mi piel que el sábado no pude evitar que la emoción me desbordara. Llorar al ver en un escenario a "Los Secretos" sin Enrique, uno de tantos genios brillantes que desaparecieron, engullidos por la vorágine de las drogas o el sida, llorar al ver juntos después de 20 años a Antonio Vega y Nacho García Vega, como si el tiempo se hubiese parado en aquel concierto en "Jácara", cuando yo era tan joven que aún creía en los paraísos sin pérdidas. Llorar porque Antonio Vega aun se mantiene en pie, aún es capaz de hacer un puñado de canciones como rosas maravillosas que completan un ramo de despedida para Marga, llorar porque ahora ya sé que para llegar al paraíso hay que pasar por el infierno.

Perdonarme esta evocación ñoña, pero una ya no tiene 15 años, ni siquiera 20 y ya pasé los 30, aunque siempre me quedará el recuerdo de los años dorados.