Codicia de la belleza

Susana en el baño - Tintoretto (1.577 - Kunsthistorisches Museum)
Susana saliendo del baño
El agua, ni caliente ni fría, cantaba en sus orejas, rosadas y tiernas caracolas, una canción de azogue. Temblaba en el baño para desviar sus formas; le multiplicaba cada perfil en líquidas ondulaciones, y cerraba su garganta con un hilo verde: la cabeza, muerta -¡muertos los ojos en un sueño marítimo!- sobre bandeja de cristal.
Un minuto, elástico e inminente.
Surgió un brazo, como una señal. Surcado de venas y chorreando (los cinco dedos, cinco raíces clavadas en la esponja). Se abrió la mano, y la esponja -estrella rubia- naufragó en una tibia aurora de carne y porcelana.
La mano adaptó su caricia húmeda a la curva del contorno. Nació en aquel mapa claro la isla de un hombro. Y el cuello, metálico. Sobre el pecho -hoja de mapamundi- dos hemisferios temblorosos con agua y carmín. El vientre en ángulo y las rodillas paralelas...
Susana, pisando el agua, saltó una pierna sobre el borde con gesto audaz de ciclista, para poner su pie, azul y rosa, en flexible tablero de corcho, sin color ni temperatura.
Alta, quieta ya (mientras el agua, libre de la cadena, se precipitaba cantando su condenación por tubos de órgano), era admirada del espejo, confinado en su elipse de celuloide; del rizado lavabo en que se aburría un jabón negro, y del asiento redondo y vegetal.
Se cubrió de largos pliegues blancos. Arriba, la cabeza: mojada y trágica medusa; Abajo, los pies, apuntados triangularmente.
El espejo sonreía, como una ventana, sobre la mesa de cristal.
Francisco Ayala
Apareció dentro del libro de relatos "El boxeador y un ángel" (Madrid. Cuadernos literarios) en 1929. Francisco Ayala tenía veintitrés años, había ya publicado dos novelas breves, "Tragicomedia de un hombre sin espíritu" (Madrid. Industrial Gráfica. 1925) e "Historia de un amanecer" (Madrid, Ed. Castilla. 1926).
La historia de Susana viene recogida en el Libro de Daniel. Susana, mujer hermosa y temerosa de Dios había sido casada con Joaquín, un hombre muy rico a cuya casa concurrían los judíos y junto a la cual tenía un jardín. Hacia el mediodía, cuando el pueblo se había retirado, entraba Susana en el jardín de su marido para pasear y distraerse, y viéndola cada día dos ancianos jueces en el jardín, sintieron por ella una pasión vehemente. Un atardecer la espiaron escondidos en el jardín, mientras se bañaba, y cuando sus doncellas se retiraron y se quedó sola, los dos viejos jueces se acercaron y le propusieron que accediera a sus deseos, amenazándola con decir que estaba con un joven y que por eso despidió a las doncellas. Angustiada por la amenaza de ser acusada de adulterio por los jueces y, consecuentemente, de ser condenada a muerte, Susana no obstante se resistió, por lo que los viejos la denunciaron. La astuta intervención del profeta Daniel la librará de la muerte y hará recaer el castigo sobre los jueces calumniadores y libidinosos.
Susana ocupa el centro de la mirada del relato, pero es una protagonista tan sólo aparente. Si se nos atrae hacia ella es para analizarla, calibrarla, rodearla y medirla. Porque esa mirada del narrador nos obliga a una contemplación fría. En el texto de Ayala no aparecen los viejos, no están en la representación y sin embargo están en el significado. Susana es contemplada por sus ojos, que la crean y la desean, pero son también los ojos del narrador, y con ellos los ojos de los lectores, nuestros ojos, ocultos detrás de la página, voyeurs que deseamos a la mujer surgida de las aguas con ese deseo a distancia, deseo frío, deseo puramente estético.
14 comentarios
2046 -
la belleza consagrada en nuestras sociedades se ha vuelto, lejos del helenismo, un sofisma....
2046 -
La belleza no es siempre una panacea. Las mujeres pobres sufren con su belleza a menos que la usen para destacar en las sociedades neoliberales.
Salute Funámbula, por el fino post.
tzarel -
La belleza cambia según los tiempos, como en una tiranía impuesta por el nuevo canon que aparece desplazando al anterior. En este caso, difícilmente se ve hermosa a una mujer gruesa, en la que el rostro pareciera rozar la niñez.
Subyace el significado que este post le da al deseo, que es el dispositivo en el acto del vouyeur. Hay en este acto algunas veces una vileza callada que emerge en el caso de los calumniadores. Esa perversidad adquiere visos de maldad y resentimiento. A esa bajeza, la veo divorciada de la perversidad sola, desprovista de lo que la emparenta con la sordidez de la crueldad.
peggy -
anarkasis -
Vere -
Itoitz -
Un saludo.
anarkasis -
en general la chica a la derecha y el chico a la izquierda.., pero nada como dejar al modelo que nos de su perfil, sin darse cuenta se pone solo/a,..
Muchísimas gracias Lady me he quitado un error de encima, y he fichado la del prado,
Escaneada para ti, te la dedico.
Con ayudas así enciclopedio el arte en 3 años
Vailima -
ladydark -
anarkasis -
¿me podrían confirmar que esa es la postura correcta del cuadro?
NoSurrender -
Vailima -
churra -
Hija, yo no entiendo, pero me da cierto repelus .
(Anda , ahora critica de arte , manda narices ) Besos