Es tarde, silencio, paz, quiero escribir sobre música y color, entonces, detrás de mi, escucho una vocecita:"Mama, no me puedo dormir". No tendría mucha importancia si no fuera porque es medianoche, mañana es día de colegio y esa misma voz me ha dicho algo parecido tres veces en las últimas dos horas. Con un suspiro salgo de la leonera donde desparramo libros, discos, películas y vive el bendito ordenador. Se impone hacer algo más efectivo que contar ovejitas. La llevo de vuelta a su cama y me acuesto a su lado, voy acariciándola suavemente la cabeza, como cuando era un bebe y tenía que tranquilizarla y empiezo a contarle un cuento. Es un cuento inventado, ella es una princesa y tiene un dragón azul por mascota, vuela por encima de campos sembrados de flores de los colores del arco iris. Mientras hilvano frases intento recordar que pasaba por mi cabeza a su edad, apenas seis años recién cumplidos. Me gustaban las historias de caballeros valientes, princesas cautivas y dragones feroces. Imagino que pasará por su limpia memoria, con que soñará. Poco a poco noto su respiración acompasada, se ha dormido abrazada a mí. Entonces me doy unos minutos. Recuerdo que a la edad de mi hija ya dormía tan poco como ahora, tan poco como ella, y de repente un rayo de dolor me cruza. Imagino cuántas noches pasará sin dormir, en vela, cuántas veces la romperán el corazón y yo no estaré allí para ayudarla a recomponerlo, cuántas lágrimas derramará en noches oscuras como está, cuánto dolor salpicará su vida y yo no podré protegerla. Me vienen a la memoria los versos de Goytisolo, ella, que no se llama Julia, también encontrará días en que querrá quedarse al borde del camino, sólo espero que como yo, encuentre bellas razones, tan bellas como ella, para seguir andando.
Esta noche el insomnio se da por vencido mientras pegada al cuerpo de mi hija vuelvo a ser una niña, vuelvo a tener seis años y toda la vida por delante y comprendo, que a pesar de los pesares, tendré amigos, tendré amor, porque la vida comienza cada mañana y para el frío de la soledad y la tristeza no hay mejor calor que el brazo de quien te cree invencible en tu cintura.
Y en mi batalla personal, apunto otra victoria, al fin puedo transcribir este poema, tal vez porque en esta noche he dejado de ser hija para ser madre y ya no duele tanto:
PALABRAS PARA JULIA
Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.
Hija mía, es mejor vivir
con la alegría de los hombres,
que llorar ante el muro ciego.
Te sentirás acorralada,
te sentirás perdida o sola,
tal vez querrás no haber nacido.
Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto,
que es un asunto desgraciado.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
Un hombre sólo, una mujer
así, tomados de uno en uno,
son como polvo, no son nada.
Pero yo cuando te hablo a ti,
cuando te escribo estas palabras,
pienso también en otros hombres.
Tu destino está en los demás,
tu futuro es tu propia vida,
tu dignidad es la de todos.
Otros esperan que resistas,
que les ayude tu alegría,
tu canción entre sus canciones.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.
La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares,
tendrás amor, tendrás amigos.
Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.
Perdóname, no sé decirte
nada más, pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.
Y siempre, siempre, acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
José Agustín Goytisolo