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La funámbula

Vivir es fácil y, a veces, casi alegre

<h3>Vivir es fácil y, a veces, casi alegre</h3>

Hoy parece que le he hecho una finta al destino y en este juego he ganado. No es correcto, gano yo en paz, en felicidad, en tranquilidad, pero en realidad gana Carlos en vida. En el pequeño hilo que nos une a esta realidad a veces aparecen tramos deshilachados, y allí estamos sujetándonos, los de arriba gritando :"¡Agárrate bien! ¡No te sueltes!". Y el que esta sujeto a la soga parece desfallecer por momentos, hasta que en un instante preciso su mano pasa al otro lado del trecho medio roto, y entonces respiramos, ha pasado el momento de debilidad, el hilo ha estado a punto de romperse, lo peor ha terminado y ahora sólo queda seguir escalando por la cuerda hasta encontrar el próximo tramo donde volvamos a jugarnos la vida sin red.

La funámbula ha vuelto, más funámbula que nunca, el alambre me espera y a vosotros la pista del circo. Espero seguir distrayendo a los espectadores de este pequeño simulacro circense, entre tanto, gracias, gracias a todos, a la divina y bella comedianta, al caballero gascón, a la gata cinéfila y nómada, al naúfrago que no llega y al caballero delacroix que llegó, al erótico sin dueño, al fantasma escribidor, a la veleidosa llena de vida, al dragón buscado y perseguidor. Gracias, porque en este mundo de imágenes, para mi las palabras siguen valiendo el peso del corazón.

Palabras de Julia

<h3>Palabras de Julia</h3>

La tristeza me invade, por eso quiero matarla a colores. Tristes noticias me tendrán alejada del cuaderno, no serán muchos días, porque para bien o para mal regresaré a él, si la tristeza se marcha para seguir con el camino empezado y si se instala para poder combatirla con palabras. En los instantes que consiga burlarla pasearé por vuestro bellos jardines, como casas en Cagnes.

No me des tregua, no me perdones nunca

<h3>No me des tregua, no me perdones nunca</h3>

"Pero el amor, esa palabra... Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fájate. Pero fijate bien, porque no es gratuito.

¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto. Pero estoy solo en mi pieza, caigo en artilugios de escriba, las perras negras se vengan cómo pueden, me mordisquean desde abajo de la mesa. ¿Se dice abajo o debajo? Lo mismo te muerden. ¿Por qué, por qué, pourquoi, why, warum, perchè este horror a las perras negras? Miralas ahí en ese poema de Nashe, convertidas en abejas. Y ahí, en dos versos de Octavio Paz, muslos del sol, recintos del verano. Pero un mismo cuerpo de mujer es María y la Brinvilliers, los ojos que se nublan mirando un bello ocaso son la misma óptica que se regala con los retorcimientos de un ahorcado. Tengo miedo de ese proxenetismo, de tinta y de voces, mar de lenguas lamiendo el culo del mundo. Miel y leche hay debajo de tu lengua..."


Podría haber elegido cualquier otro fragmento de "Rayuela", el famoso beso del capítulo 7, la descripción de la rayuela del 36, el capítulo 14 y su juego entre Pérez Galdós y el propio Horacio, el conocido glíglico del capítulo 68 y así una interminable lista, porque "Rayuela" ya se ha convertido en un clásico, con poco más de 40 años, pero para mi esta novela es una obra de amor y humor, elegí amor, soy una Julieta no elegida.

No voy a comentar nada sobre la obra, porque sobrepasaría mis limitadas aptitudes, cada uno de los que la hemos leido tenemos nuestra propia "Rayuela", con el orden y la medida que nos pareció mas perfecto en ese caos ordenado que Julio Cortázar decidió regalarnos. Y las palabras, esas perras negras, se mueven del lado de allá, del lado de acá y de otros lados, componiendo una cadena precisa parecida al uróboros.

Por último pediros disculpas por los enlaces, he escogido los que pensé que mejor se adaptaban a la idea que Cortázar quería transmitirnos. Si alguno de vosotros posee una edición profusamente comentada es probable que no coincidan mis pequeñas notas, pero, al fin y al cabo, esta es mi rayuela.

Captando el instante

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Nadar y su esposa o madre

Hoy os traigo a un personaje especial a la pista del circo. Tiene méritos más que suficientes para ser en si mismo circo puro, Gaspar-Félix Tournachon, conocido para todos como Nadar. ¿Quién era Nadar? Es una pregunta difícil de responder, aeronauta, inventor, periodista, caricaturista, explorador y hasta agitador social, pero sobre todo, fotógrafo. Su biografía sería digna de cualquier novela, como ejemplo que uno de sus primeros trabajos fue el de secretario de Charles de Lesseps, hijo del constructor del Canal de Suez. Nacido en París en 1.820, aunque criado en Lyon, de donde era su familia. En 1.842, Nadar decide dedicarse al periodismo y a la caricatura y se traslada a París. Trabajando en la prensa parisina, estalla la Revolución de 1.848 y nuestro amigo Nadar parte con un grupo de exiliados a liberar Polonia, aunque no alcanzó su objetivo, ya que fue detenido al cruzar la frontera alemana y devuelto a París.

En 1.849 funda su propia publicación Revue Comique. En vista del éxito de sus caricaturas decide embarcarse en un proyecto especial, el Panteón Nadar, dónde recogería litografías de los personajes más célebres de la vida parisina. Así toma contacto con la fotografía, con la idea de realizar fotografías de los ilustres retratados y posteriormente hacer sus caricaturas. En 1.853 monta con su hermano Andre un estudio fotográfico, en al calle Saint-Lazare, que se convertiría en un referente para la intelectualidad parisina. Un año después ya tiene preparada la primera entrega del Panteón Nadar con notable éxito.

Charles Baudelaire y Gustave Dore

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Edouard Manet y Victor Hugo

Y así podría haber seguido sus días pacíficamente Gaspar-Félix, pero una mañana de agosto de 1.858 decidió subirse a un gran globo aerostático, Le Géant, y tomar vistas de París y sus alrededores, desde una altura de 80 metros. Las primeras placas no se guardan ya que se contaminaban por el sulfuro de hidrógeno que despedía la válvula del globo. Casualmente, al intentar ahorrar combustible y cerrar la válvula, consiguió placas correctas. Se convirtió así en el pionero de la fotografía aérea. Unido a este interés aeronáutico, hay que mencionar su relación con Jules Verne. Ambos fundaron la Sociedad para la Investigación de la Navegación Aérea. La famosa novela "Cinco semanas en globo" de Verne está claramente inspirada en esa pasión de Nadar, y también en "De la Tierra a la Luna", homenajea a su amigo, dando al protagonista de la novela el apellido de Ardan, anagrama (a los que tan aficionado era Jules Verne) de Nadar.

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Pero tampoco acaban aquí las aventuras de nuestro admirado Gaspar-Félix. Después de un pleito con su hermano, había trasladado su estudio al número 35 del bulevar Des Capucines. Allí se celebraría una exposición que supondría un hito en la historia de la pintura. En 1.874 tuvo lugar en Paris la primera exposición de los impresionistas. Estos habían sido rechazados por el Salón de París y no encontraron mejor lugar para exponer que el taller de Nadar. Si bien es cierto que, aunque me hubiera gustado clasificarle como mecenas artístico, el apoyo del fotógrafo a este acontecimiento fue fruto de la casualidad, ya que los bajos del estudio se alquilaban para albergar exposiciones. De esta manera Gaspar-Félix quedó unido a los nombres de Edgar Degas, Paul Cezanne, Claude Monet, Pierre-August Renoir y Camille Pissarro.

Quedan pequeñas historias de Gaspar-Félix por salir a la pista, como que fue también el primero en fotografiar las catacumbas de París o el primero en realizar una entrevista con fotos, en concreto al químico Michel-Eugène Chevreul. Pero no quiero cansaros y si mostraros un personaje especial o, siquiera, recordároslo.

Seguro que cuando el 21 de marzo de 1.910 el viejo fotógrafo falleció a los 90 años, tenía una sonrisa burlona dibujada en sus labios... ¡Había sobrevivido a todos los personajes del Panteón Nadar!

Jules Verne dijo de su personaje Miguel Ardan en "De la Tierra a la Luna": "Dotado de una naturaleza exuberante, lo veía todo grande, excepto las dificultades y los hombres... Era un bohemio del mundo de lo maravilloso, amigo de aventuras sin llegar a aventurero...". Sin lugar a dudas estas palabras se podrían aplicar al gran Nadar.

Imágenes en movimiento

 


Ficha Técnica
Director: J. Searle Dawley y Thomas Alva Edison / Productor: Thomas Alva Edison / Guión: J. Searle Dawley, según la novela de Mary W. Shelley / Intérpretes: Charles Ogle (la criatura), Augustus Phillips (Frankenstein), Mary Fuller (Elizabeth) / Nacionalidad y año: USA 1910 / Duración y datos técnicos: 16 min. b/n tintado.

Una pequeña joya para la vista, la primera versión al cine del clásico literario de Mary Shelley. La escena de la creación es particularmente interesante. Valentí y Navarro nos la cuentan así: "Este momento se consiguió filmar con la ayuda de un maniquí dotado de un esqueleto movido por hilos y recubierto de papel maché, al cual se prendió fuego; luego, proyectando el celuloide en dirección contraria, se lograba crear la ilusión de que el muñeco brotaba del caldero y se recomponía por sí solo".(Frankenstein: el mito de la vida artificial, por Tomás Fernández Valentí y Antonio José Navarro. Madrid: Nuer, 2000.). Esta hecha para ser visionada en un kinetoscopio, el precursor del moderno proyector de cine.

Sé que la historia de la creación de Frankenstein o el moderno Prometeo es conocida por todos vosotros, sin embargo no puedo evitar dejaros una pequeña imagen escrita de una noche del mes de junio de 1816, bajo la centelleante luz de los relámpagos, a orillas del lago Leman,en la villa Diodati, se reunen un grupo de amigos con la intención de disfrutar del verano... Pero ¡qué amigos!. Lord Byron, el doctor John Polidori -compañero de viajes del escritor- y el matrimonio formado por Percy B. Shelley y su esposa Mary.

La jovencisima Mary, con apenas 19 años, crea una historia grandiosa que tiene más de filosofía que de relato de terror. Las resonancias bíblicas y trascendentales saltan en cada renglón de su cuento, y uno siente que Mary Shelley no quiso tanto asustar a sus compañeros de juego como hacerles plantearse su condición de seres creados por un Dios implacable e injusto. El doctor Frankenstein, transmutado en una especie de Dios, es un hombre angustiado por el alcance de su creación, esta es un ser tan dañido como indefenso, tan amoroso como despreciable, que se rebelará contra su creador como causante de su eterno sufrimiento.

Maravillosa novela gótica que se nutre del mito de Prometeo y bebe de las fuentes de "El Paraiso Perdido" de Milton, en la que una criatura, muy humana, nos dice:

"¿Es equitativo que yo sea juzgado como criminal, como el único criminal, cuando toda la raza humana pecó contra mí? ¿Por qué no odian a Félix, que rechazó con asco a su amigo desde la puerta? ¿Por qué no desprecian al rústico que quiso matar al salvador de su hija? ¡No! Ellos son virtuosos e intangibles. Yo soy miserable y abandonado, soy un aborto de la naturaleza, a mí se me debe despreciar y rechazar. Todavía me arde la sangre al recordar tanta injusticia."

Por último un gran recuerdo para la mejor versión cinematográfica del mito, la de James Whale, clásico del cine y que siempre me remite a una de las películas españolas también clásicas, "El espíritu de la colmena" de Victor Erice.

Y somos dos fantasmas que se buscan

<h3>Y somos dos fantasmas que se buscan</h3>

"...Basta de preguntas. Son preguntas que dormían en el Averno: ¿por qué conjurarlas a la luz del día? Son grises y tristes y contagian su condición. No afirme usted que dos horas de vida son, sin duda alguna, más que dos páginas de escritura; la escritura es más pobre, pero más clara..."

"Luego llegó ese tierno telegrama, un elemento de consuelo para la noche, esa antigua enemiga (si no bastó, no ha sido realmente por culpa de usted, sino de las noches. Estas breves noches temporales casi podrían enseñarle a uno a temer la no­che eterna)."

"Ayer te aconsejé no escribirme a diario. Hoy sigo opinando lo mismo; considero que sería un beneficio para ambos y vuelvo a aconsejártelo, con mayor insistencia aún ... Sólo que, por favor Mílena, no sigas mi consejo y escríbeme a diario. Me basta con unas pocas líneas, algo más breve que las cartas de hoy, dos líneas, una, una palabra ... pero el privarme de esa palabra me causaría un terrible dolor."

"He permanecido hasta la una y media de la mañana sobre esta carta, sin hacer nada más; pero la contemplaba y, a través de ella, te contemplaba a ti. A veces, y no en sueños, me parece verte con el rostro oculto por la cabellera; yo divido el pelo y lo aparto hacia derecha e izquierda. Tu rostro aparece, yo rozo tu frente y tus sienes y luego sostengo tu rostro entre ambas manos."

"¡A quién se le ocurrió que la gente puede mantener relaciones por corres­pondencia! Uno puede pensar en una persona ausente y puede tocar a una persona presente; todo lo demás supera las fuerzas humanas. Pero escribir cartas significa desnudarse ante los fan­tasmas, cosa que ellos aguardan con avidez. Los besos escritos no llegan a destino, son bebidos por los fantasmas en el camino. Y esa abundante alimentación hace que los fantasmas se multi­pliquen en forma tan desmesurada. La humanidad lo percibe y lucha contra eso; para eliminar en lo posible todo lo fantasmal que se interpone entre los hombres y para lograr una comunica­ción natural, para recuperar la paz de las almas, ha inventado el ferrocarril, el automóvil, el aeroplano. Pero ya es tarde; es obvio que esos inventos han surgido en plena caída. La otra parte es mucho más serena y fuerte: después del correo inventó el telégrafo, el teléfono, la telegrafía sin hilo. Los fantasmas no morirán de hambre, pero nosotros sucumbiremos."

Fragmentos de Cartas a Milena . Franz Kafka

Kafka tiene treinta y seis años cuando conoce a Milena Jesenská, ella tan sólo veinticuatro. Es Milena la que inicia la relación al ofrecerse, por carta, como traductora de su obra al checo (Kafka escribía en alemán). La misiva es respondida y la correspondencia crece. Las cartas dirigidas por Kafka a Milena cubren más o menos dos años, de 1920 a 1922. La comunicación se debilita por el reconocimiento de la enfermedad del escritor, la lejanía física de ambos, motivada por las estancias de Franz en sanatorios y balnearios para recuperar la salud y la imposibilidad de ella de abandonar a su marido, el escritor Ernst Polak.

Milena Jesenská y Franz Kafka tenían rasgos comunes que propiciaban la atracción mutua, pero otras facetas de sus personalidades los separaban. Franz Kafka era un hombre prudente, cauteloso, estrictamente honesto. Milena Jesenská, periodista, traductora, escritora, era una bohemia, disipadora y siempre dispuesta a violar las reglas con las que nunca se había identificado. En una carta al escritor Max Brod, Jesenská había escrito todavía en vida de Kafka: "Frank no tiene capacidad para vivir. Frank jamás podrá curarse. Es una persona obligada al ascetismo por su terrible lucidez, pureza e incapacidad de compromiso".

En el otoño de 1921, éste le entregó todos sus diarios, señal de estima y confianza, especialmente si se tiene en cuanta que nunca quería mostrar su trabajo a nadie, ni siquiera a sus editores. Poco antes le había dado los manuscritos de Desaparecido y de Carta al padre, y nunca le pidió que se los restituyera.

Milena en la Segunda Guerra Mundial ayudaba a los refugiados alemanes, huidos de Hitler. Tras la ocupación de las tierras checas por las tropas nazis el 15 de marzo de 1939, Milena se sumó a la lucha clandestina contra los ocupantes. Fue detenida por la Gestapo en noviembre de 1939 y recluída en el campo de concentración de Rawensbruck. Demacrada, aquejada de artritis y un doloroso eczema, en el campo de concentración Milena Jesenská contrae una grave enfermedad renal y fallece el 17 de mayo de 1944. Los nazis arrojaron sus cenizas a un lago vecino a Rawensbruck.

Milena Jesenská escribió para Franz Kafka en su muerte palabras como estas:

"Era un hombre clarividente, demasiado sabio para poder vivir, demasiado débil para querer luchar; pero su debilidad era la de los hombres nobles y rectos, que son incapaces de luchar contra el miedo, la incomprensión, la falta de amor y la hipocresía, y que conocedores de su incapacidad, prefieren rendirse avergonzando así al vencedor."

"Sus obras se caracterizan por la expresión de un sordo temor por los secretos desconocidos y la evidente inculpabilidad de la culpa entre los hombres. Fue un artista de conciencia tan escrupulosa que supo permanecer alerta donde los otros, los sordos, se sentían seguros."

El laberinto

<h3>El laberinto</h3>

¿Yo, María?

(Metrópolis)

"Absorto e incierto

y sin conocer,

floto en el mar muerto

de mi propio ser


Me siento pesar

porque agua me siento...

Te veo oscilar,

vida-descontento...

  

De velas privado...

La quilla virada...

El cielo estrellado

frío como espada.

  

Soy cielo y soy viento...

Soy barco y soy mar...

Que no soy yo siento..

Lo quiero ignorar."


Fernando Pessoa. Cancionero


No sé muy bien la razón, pero se me han hermanado Pessoa y Lang...

El loco del pelo rojo (II)

Lo prometido es deuda, seguimos con Vincent Van Gogh y una pequeña parte de sus influencias. Siempre ha despertado mi interés la cultura japonesa, me aproximé a ella a través de los haikus, después llegaron otras acercamientos literarios como Musashi, La novela de Genji, el bushido y autores actuales, como Mishima o Kawabata. En ese caminar por la literatura antes o después tenían llegar las obras pictóricas. Ahora os traigo un pequeño ejemplo de los pinceles de Vincent.

En 1854 Japón, tras siglos de hermetismo, abre sus puertas al mundo exterior, promovido principalmente por el Tratado de Kanagawa con Estados Unidos. La restauración Meiji tuvo lugar en 1868 y marca el inicio de una nueva orientación del país, que pasó del aislamiento a la total apertura de sus fronteras no sólo territoriales, sino de todos los campos del saber. La Exposición Universal de1867, dedicó una sala al arte japonés, con tanto éxito, que lo japonés se puso en boga, no solo en el mundo del arte, sino también en la decoración, en la moda, y hasta la literatura y la música. La pintura tenía una temática parecida a la impresionista, escenas de la vida diaria, como jardines, teatros, árboles en flor o paseos en barca. La pintura japonesa utilizaba colores planos y el contraste entre estos. Aun careciendo de perspectiva lineal, conseguían dar profundidad a sus composiciones gracias a los cambios de tamaño.

Van Gogh idealizó el mundo japonés, encontrando en ello una evasión de las costumbres y hábitos de la civilización occidental. Veía a Japón como un lugar idílico, de la misma manera que Gauguin en las lejanas islas del Pacífico. El arte japonés vino a apoyar su independencia del arte académico oficial, adoptó los colores planos del arte japonés, se despreocupó de la perspectiva geométrica y utilizó el color negro muy utilizado en la historia pictórica japonesa.

Prueba de todo esto son las dos recreaciones que Van Gogh realizó de dos obras de Hiroshige :

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   Hiroshige                              Van Gogh

 

Y también sale a la pista uno de los cuadros que más me han gustado de Van Gogh. que fue realizado expresamente como obsequio para su sobrino recién nacido, “Ramas de almendro en flor”, en el cual podemos observar su inspiración en el mundo japonés, por ejemplo en el maestro Hokusai,

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   Hokusai                                  Van Gogh

Y termino con otro loco maravilloso que también reinterpretó el arte japonés, Jorge Luis Borges:

Hoy no me alegran
los almendros del huerto.
Son tu recuerdo.

 

Te siento temblar contra mí como una luna en el agua

<h3>Te siento temblar contra mí como una luna en el agua</h3>

Me gustaría poder explicar que es la poesía, pero ya no tengo dieciseis años, en aquellos tiempos pensaba que lo sabía todo sobre poesía, me hallaba en poder del milagro insólito del conocimiento de la poesía. Con el tiempo y la lectura, siempre compulsiva y alborotada, saltando de Cavalcanti a Novalis, de Byron a Bukowski, de Eliot a Kavafis, de Baudelaire a Shakespeare, de Pessoa a Bashô, sorbiendo y apurando hasta el último trago la poesía en castellano, Manrique, Siglo de Oro, romanticismo, generación del 27, exilio interior, novísimos, latinoamericanos... sabiendo que mi tiempo acabará antes de terminar mi ansía de ver y sentir a través del texto poético, me fui dando cuenta de que no sabía absolutamente nada de poesía, y puedo aseguraros que ahora estoy convencida de mi total y rotunda ignorancia.
Para mi la poesía no admite explicaciones, no habla porque su esencia son sus silencios, he dejado de intentar entenderla y buscarle los porqués para dejarme arrastrar por ella, para que pase sobre mi mente y mi cuerpo como una ola impetuosa, limpiando las frías soledades que me atraviesan como ventanales rotos, acompañando mi senda cubierta de magnolias en los días que las nubes se pierden en el horizonte.
Pero no me importa no saber nada de poesía, sólo me interesa lo que siento cuando abro un nuevo poemario, como un tesoro desconocido, esperando encontrar la calma o el desasosiego o cuando recupero esos poemas que ya forman parte de mi, esos que leí siendo yo ese corazón perdido y solitario, esos ojos sin llanto ni lágrimas, esas manos que atizaban carbones encendidos de pasión y deseo, y mis tardes, las tardes infinitas de algún poeta consagrado y mis noches, las noches atormentadas de algún vate olvidado.
Cuando crees que tus sentimientos son únicos, que jamás nadie sintió como tu, que tu felicidad es especial y diferente a la de cualquier ser que haya poblado la tierra o que tu dolor y tristeza son magníficos, extraordinarios por cuanto salen de la normalidad esperada, en esos momentos en que te sientes imprescindible y estas convencido de que el mundo gira a tu alrededor, la poesía te ofrece una inmersión en la humildad, te coloca en tu sitio, antes que tú, otros hombres y mujeres, sintieron y padecieron, lloraron y rieron, tu pena o tu alegría ya ocurrió antes y, más importante aun, ellos supieron contarlo, dejaron el testigo imborrable de su sensibilidad. Y comprendes lo insignificante que eres en el vasto e infinito universo, pequeña mota de polvo entre caminos de piedra y arena.
Porque yo sigo viviendo en la poesía, espero que los poetas sigan descubriendo siempre mis secretos, como, por ejemplo, hoy mismo. Podría usar las palabras de cualquier otro, en mi cabeza saltan los recuerdos de esos cientos de poemas que resolvieron el puzzle de mi alma, o las suyas en otros versos, pero se ilumina la pista central para este poema de Aleixandre:

 

"Se querían"

Se querían.

Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada,

labios saliendo de la noche dura,

labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?

Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.

 

Se querían como las flores a las espinas hondas,

a esa amorosa gema del amarillo nuevo,

cuando los rostros giran melancólicamente,

giralunas que brillan recibiendo aquel beso.

 

Se querían de noche, cuando los perros hondos

laten bajo la tierra y los valles se estiran

como lomos arcaicos que se siente repasados:

caricia, seda, mano, luna que llega y toca.

 

Se querían de amor entre la madrugada,

entre las duras piedras cerradas de la noche,

duras como los cuerpos helados por las horas,

duras como los besos de diente a diente sólo.

 

Se querían de día, playa que va creciendo,

ondas que por los pies acarician los muslos,

cuerpos que se levantan de la tierra y flotando...

Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.

 

Mediodía perfecto, se querían tan íntimos,

mar altísimo y joven, intimidad extensa,

soledad de lo vivo, horizontes remotos

ligados como cuerpos en soledad cantando.

 

Amando. Se querían como la luna lúcida,

como ese mar redondo que se aplica a ese rostro,

dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida,

donde los peces rojos van y vienen sin música.

 

Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios,

ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,

mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal,

metal, música, labio, silencio, vegetal,

mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo.

 

Mirando el cine

<h3>Mirando el cine</h3>

En la Filmoteca Española se exhibe hasta el día 31 de diciembre una preciosa exposición sobre Carteles de cine, "Firmado Mac". En ella se recogen carteles, press-books, programas de mano, estampaciones y clichés dibujados entre los años cincuenta y ochenta por Macario Gómez, Mac.
Mac llega al mundo del cartel al inicio de los años 50. Sus primeras creaciones tendrán lugar en el Estudio Esquema (propiedad de Martí, Clavé y Picó), que firmaban todos sus trabajos bajo las siglas MCP. Macario pronto empezará a deslumbrar a través de sus creaciones para Ivanhoe o Qvo Vadis. Por aquel entonces, el cartel ya ha establecido normas de gran rigidez en su composición. Los mandatos de las distribuidoras no permitían el más mínimo asomo de metáfora en su interpretación. Las normas eran sencillas: rostro o busto de los actores principales, título del filme y algún elemento o referente de la trama a gusto del autor, con limitaciones.
Por fortuna, no todos los cartelistas abordaron la creatividad de sus carteles según las normas convencionales ni con la misma complacencia creativa, y ahí fue donde Mac se mostró como uno de los más transgresores. Fue de los pocos en demostrar una constante rebeldía creativa, llevada siempre hasta sus últimas consecuencias, la misma que le llevó a plasmar muchas de sus creaciones bajo códigos de gran simbolismo, alegorías o metáforas que le acarrearon más de un problema con los responsables de los departamentos de publicidad de las productoras.
Mac, al igual que la gran mayoría de los cartelistas hasta la irrupción del aerógrafo, pintaba con témperas de fácil secado.
Al principio, los carteles se pintaban a cuatro tintas y a tamaño natural (100 x 70 cm.) para ser posteriormente interpretados por un técnico litógrafo que los reproducía a mano por quintuplicado sobre planchas de zinc (cuatro colores y el negro). La llegada de la fotomecánica permitió reducir esta medida a la mitad y utilizar una amplia gama cromática. El resultado final dependía, en cualquier caso, del grosor de la trama y especialmente de la calidad del papel, que no solía ser demasiado buena ya que la finalidad de los anuncios era ser expuestos en columnas publicitarias en la calle.
A finales de los 80 hay un receso en la producción de carteles, es más barato promocionar con fotografías o videos, perdiéndose gran parte de este método casi artesanal.
Desde aquí quería hacer un pequeño homenaje a estos artistas poco conocidos que algunas veces nos regalan verdaderas obras de arte, ligadas a ese mundo maravilloso del cine.

El loco del pelo rojo (I)

He estado releyendo "Últimas cartas desde la locura" que contiene las cartas que escribió Vincent Van Gogh a su hermano Theo desde Arles, de octubre de 1.888 a mayo de 1.889. En ellas le habla de su miseria y de su pintura, de arte y de libros, le hace partícipe de su pasión y, también, porque no, de su locura.
Recogen tantas conexiones sobre las que podríamos hablar y comentar que atiborraría la pista central de girasoles y estrellas. He escogido una, pero os adelanto que habrá más (esa barrita romana lo ha dejado bien claro).

Es noviembre de 1.888, Vincent ha ido a visitar en Montpellier con Gauguin el Museo Fabre y asi leemos sus palabras:

"Mi querido Théo.

Gauguin y yo estuvimos ayer en Montpellier para ver el Museo y sobre todo la sala Brias. Hay allí muchos retratos de Brias por Delacroix, por Ricard, por Coubert, por Cabanel, por Couture, por Verdier, por Tassaert y otros. Además, hay cuadros muy hermosos de Delacroix, Courbet, Giotto, Paul Potter, Botticelli y Th. Rousseau.

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Brias era un benefactor de artistas; no te diré más que esto. En el retrato de Delacroix, hay un señor de barba y cabellos rojos que tiene algo de parecido contigo o conmigo y que me ha hecho pensar en esta poesía de Musset ... :

«partout oú j'ai touché la terre

un malheureux vétu de noir,

auprés de nous venait s' asseoir

qui nous regardait comme un frére».

Esto te hará el mismo efecto; estoy seguro. Te rogaría encarecidamente que fueras a ver esa librería en donde se venden las litografías de artistas antiguos y modernos, a ver si puedes conseguir sin gastos considerables la litografía sacada de Delacroix: El Tasso en la cárcel de locos; ya que me pareció que esta figura debe tener conexiones con este hermoso retrato de Brias.

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... Tú conoces el extraño y soberbio retrato de hombre por Rembrandt, en la galería de Lacaze; le he dicho a Gauguin que yo veía allí cierto rasgo de familia o de raza con Delacroix o con Gauguin. Yo no sé por qué llamo siempre a ese retrato el Viajero o El hombre que viene de lejos. Esto es una idea equivalente y paralela a lo que te he dicho ya a ti mismo, que mires siempre el retrato de Six viejo, el hermoso retrato del guante, para tu porvenir, y el aguafuerte de Rembrandt, Six leyendo junto a la ventana bajo un rayo de sol, para tu pasado y tu presente. Ya ves cómo estamos..."

(La parte que me he saltado de esta carta saldrá a la pista, seguramente con las dos barritas romanas).

La relación de Vincent con Théo es esencial en toda su creación. Su hermano es su apoyo ecónomico y moral. Estuvieron escribiéndose desde 1872 hasta la muerte de Van Gogh en 1890 (Théo moriría seis meses despues que Vincent). Unas 650 cartas que constituyen un diario íntimo y un ensayo sobre pintura que Vincent escribía para su otro "yo". Vincent abría su corazón a Théo como si se tratara de sí mismo, como si fueran una misma persona, y le hablaba acerca de sus aspiraciones, de sus dudas y de sus miedos, y sobre todo de la soledad. Cada una de sus cartas permite conocer un poco más de su personalidad, de su espiritualidad y su preocupación por los demás, de la lucha constante que mantuvo durante toda la vida por hacer lo que más quería: pintar. En ellas habla acerca del uso del color, de la perspectiva, de los temas y de las técnicas utilizadas, no sólo por él sino también por sus contemporáneos y por sus predecesores. Incluso establece sus preferencias por los pintores y sus relaciones con los impresionistas. Muchas de ellas contienen alusiones, opiniones, comentarios, críticas y explicaciones del porqué de la forma, de la elección de un color o de un tema, o de los problemas que la creación del cuadro le ha ocasionado. Así se establece una unión íntima y profunda entre sus obras pictóricas y sus cartas.

Por cierto, a veces, yo también siento que vengo de lejos...

La china andariega

<h3>La china andariega</h3>

Hoy que se ha dado la noticia de la concesión del Nobel de Literatura al escritor turco Orhan Pamuk, traigo a la pista central a una poeta (me gusta más el término poeta que poetisa) sin Nobel, Alfonsina Storni, "la china" para su círculo íntimo. Las razones de por qué tengo entre mis hojas a la Storni no hay que buscarlas más allá de sus poemas, de sus palabras y de su actitud ante la vida.
Storni nació Sala Capriasca, en el Cantón Ticino de la Suiza italiana en 1892, y murió en Mar del Plata en 1938. Vivió la mayor parte de su vida en Argentina, pasando su infancia en San Juan y Santa Fe, en 1912 se mudó a Buenos Aires, donde trabajó y participó de la vida literaria de principios de siglo.
Fue, quizás, la más conocida de las escritoras argentinas de su generación, la más apreciada y despreciada. Para muchos la "poeta del amor" o "la poetisa de los tristes destinos", "la que se suicidó arrojándose al mar". No obstante, también fue una revolucionaria en el campo teatral y en el de la prosa.
La estética y la política son puntos esenciales en la obra de Storni. En el caso de sus crónicas y artículos periodísticos, muchos de ellos bajo el seudónimo de Tao-Lao, al escribir para el gran público, tuvo que usar un instrumento que ese gran auditorio pudiera entender y poner sus mensajes donde fueran leídos. Sus decisiones estaban basadas en su ideología política: hablar a las masas porque las masas merecen ser educadas e interpeladas, ideales socialistas sostenidos por individuos e instituciones. Esta convicción dio como resultado, una producción heterogénea y renovadora. Storni fue socialista, participó en comités feministas. En la lectura de sus obras, se puede encontrar una coherencia que les faltó a otros escritores de su misma época.
Se mantuvo sola (madre soltera en los años 20) con su hijo en una ciudad hostil a las mujeres y a los extranjeros. Trabajó como secretaria, maestra, preceptora, directora, profesora, periodista. Tuvo que ir de un trabajo a otro, y atravesar la ciudad en múltiples direcciones. Mientras tanto, escribía piezas breves, poesía o prosa.
Por supuesto una mujer valiente como la Storni sólo pudo acobardarse ante lo que no tenía solución, que, por muy romántico que nos resulte, no era el amor imposible, sino una terrible enfermedad terminal. Y así, un día, decidió caminar mar adentro la andariega Alfonsina.
Yo me acerqué a Alfonsina Storni por la poesía, descubriendo después esa otra Alfonsina que os he querido acercar un poco, y de la misma manera que la conocí quiero despedirla, momentáneamente, siempre anda por mi casa sobre cualquier estante, ya que a mí, como a ella, me gusta estar en el alambre, con este pequeño recordatorio:

ALMA DESNUDA

Soy un alma desnuda en estos versos,
Alma desnuda que angustiada y sola
Va dejando sus pétalos dispersos.

Alma que puede ser una amapola,
Que puede ser un lirio, una violeta,
Un peñasco, una selva y una ola.

Alma que como el viento vaga inquieta
Y ruge cuando está sobre los mares,
Y duerme dulcemente en una grieta.

Alma que adora sobre sus altares,
Dioses que no se bajan a cegarla;
Alma que no conoce valladares.

Alma que fuera fácil dominarla
Con sólo un corazón que se partiera
Para en su sangre cálida regarla.

Alma que cuando está en la primavera
Dice al invierno que demora: vuelve,
Caiga tu nieve sobre la pradera.

Alma que cuando nieva se disuelve
En tristezas, clamando por las rosas
con que la primavera nos envuelve.

Alma que a ratos suelta mariposas
A campo abierto, sin fijar distancia,
Y les dice: libad sobre las cosas.

Alma que ha de morir de una fragancia
De un suspiro, de un verso en que se ruega,
Sin perder, a poderlo, su elegancia.

Alma que nada sabe y todo niega
Y negando lo bueno el bien propicia
Porque es negando como más se entrega.

Alma que suele haber como delicia
Palpar las almas, despreciar la huella,
Y sentir en la mano una caricia.

Alma que siempre disconforme de ella,
Como los vientos vaga, corre y gira;
Alma que sangra y sin cesar delira
Por ser el buque en marcha de la estrella.

"Irremediablemente" (1.919)

Caballo azul de mi locura

<h3>Caballo azul de mi locura</h3>

Hoy separo otra de las páginas sueltas que guardo y la saco a la pista del circo. He escogido este cuadro, "Der Traum", que sin ser el más relevante de Franz Marc, tiene un contenido personal. La primera vez que vi este cuadro fue una reproducción en los pasillos de un hospital. Me extrañó porque normalmente en los hospitales nos regalan con manidas reproducciones de marinas y paisajes. Tal vez la respuesta se encuentre en que los enfermos, oncológicos, o los familiares que paseaban por esos pasillos blancos estaban necesitados de ese color o de esa aparente tranquilidad que sugiere esta pintura, en mayor medida que en otros pasillos parecidos.

Cuando volví a casa corrí a buscar información sobre la obra y sobre Franz Marc. Expresionista, creador junto a Kandinski de "Der Blaue Reiter" (El jinete azul), cuyo lanzamiento tiene lugar en la exposición de 1911 con una especie de manifiesto redactado por Kandinski y Franz Marc, y cuyos puntos principales eran:

"El desplazamiento del centro de gravedad en el arte, la literatura y la música; la diversidad de formas, consideradas bajo el aspecto de la construcción y la composición; la necesidad de volverse intensamente hacia la naturaleza interior y de renunciar, por consiguiente, a todo embellecimiento de las formas exteriores de la naturaleza"

"Mostrar los caracteres y las manifestaciones de esta transformación y hacer resaltar la continuidad de esta tendencia en relación con épocas pasadas; hacer aparecer los impulsos interiores en todas las formas que provocan una reacción íntima en el espectador"

Franz Marc (Munich, 1880, Verdún, 1916), también influido por el cubismo, era seguramente el más lírico y espiritual de los expresionistas. Conoció muchas tendencias, desde el neoimpresionismo hasta el futurismo, pero cabalgó sobre todo ello con elegancia, como montado sobre uno de sus caballos azules. Sus últimas realizaciones como "Kämpfende Formen" de 1.914 son ya plenamente abstractas, continentes de una hermosa explosión de colores, que bastan para dar noción de lo que hubiera llegado a ser el artista de vivir más. Franz Marc muere en el frente de combate de la primera guerra mundial, en la batalla de Verdún. Oficialmente es declarado desaparecido en acción.

En la estimación del expresionista Franz Marc, el arte debe ser lo que deje a lo real expresarse. La imagen artística es mostrar la realidad tal como es. Por eso espera que el arte haga hablar al mundo mismo, en lugar de que hable el alma del creador influida por el mundo. Para Marc el mundo mismo es intensidad animal, por lo que el arte, para irradiar, acerca y revelar lo que es debe "animalizarse". De esta manera, Marc asegura: "no encuentro ningún medio más feliz para animalizar el arte que el cuadro de animales"

Y "animalizar" la pintura exige la despersonalización. El artista debe renunciar a ser el único centro desde el que se observa y aprehende las cosas, el estilo pictórico al que el pintor de lo animal aspira no es el de las marcas personales inconfundibles sino el cuadro "puro", sin huellas del individuo singular. Y así nos da su máxima: "Ser puro es todo". En el mismo sentido se recoge este pensamiento: "siempre soñé con cuadros impersonales: tengo aversión a las firmas".

A pesar de todo, sus cuadros llevan su firma personalísima, y el último día que corrí por aquellos pasillos blancos, podría asegurar que uno de sus caballos azules sin boca, me sonrió.

(Las citas del propio Franz Marc pertenecen a su libro "Los 100 aforismos: La segunda visión", que escribió desde el frente en la Primera Guerra Mundial)

Sin volverte tomabas la llana con que se hacen los senos

<h3>Sin volverte tomabas la llana con que se hacen los senos</h3>

Para entreteneros el fin de semana que mejor que el arte cercano y casi enternecedor. Esta maravilla naif, "El Templo de la Naturaleza" de Ferdinand Cheval, cartero francés que empleó 33 años de su vida (de 1.879 a 1.912) en construir su palacio soñado, en Hauterives, Dròme. Tiene 14 metros de altura, 25 de ancho y 12 metros de largo, y aproximadamente unas 93.000 horas de trabajo, todas de Cheval. El monumento tiene muros, terraza y jardín, sus fachadas están ornamentadas con inscripciones, motivos decorativos y esculturas. Sin embargo se trata en realidad de una pirámide, esta hecha exclusivamente de cara al exterior, dentro no se puede estar, comer o dormir, salvo el último sueño, ya que Cheval cuando terminó la construcción, realizó una capilla funeraria para que fuera su tumba.

En su autobiografía nos dice:

"¿Qué hacer caminando eternamente a través del mismo decorado, a menos que uno sueñe? Yo soñaba. Para distraer mis pensamientos construía en sueños un palacio de hadas... con grutas, torres, jardines, castillos, museos y esculturas."

Entre las inscripciones que hayamos en el palacio de Cheval, las más tierna y conmovedora podría ser esta:

"Durante cuarenta años cavé

para que este palacio de hadas

se alzara desde la tierra.

En aras de mi idea. mi cuerpo se ha enfrentado

a todo:

Al tiempo, a las burlas, a los años.

La vida es un corcel veloz

pero mi pensamiento seguirá viviendo en esta roca."

Dejemos al Facteur Cheval y Le Palais Ideal descansar, aunque a mi me trae una evocación clara, y a vosotros, ¿no os recuerda a nadie este domador de piedra?

Para ti que sólo tienes 15 años cumplidos...

<h3>Para ti que sólo tienes 15 años cumplidos...</h3>

El sábado por la noche estuve en el concierto que organizaron en el Teatro Monumental, "La edad de oro del pop español". Consistía en ofrecer una nueva visión de temas clásicos de la llamada "movida madrileña" o "nueva ola", haciendo arreglos orquestales a algunas de las canciones que marcaron una época. No puedo decir si los temas quedaron bien o fueron meras anécdotas acompañadas de la Orquesta Sinfónica de RTVE, dirigida por Adrián Leaper. El valor sentimental que para mi conllevaba esa pequeña obra musical trasciende cualquier opinión que pueda verter sobre su calidad artística. A riesgo de ver a mi generación inmersa en algo que en otras me parecieron bodrios (véase los múltiples regresos de artistas españoles de los sesenta organizando conciertos en pandilla), me dejo llevar por la emoción del recuerdo de otros tiempos. Allí estaba Germán Coppini desgranando canciones, dándome un golpe bajo al contarme que son "Malos tiempos para la lírica". Llegó Javier Andreu, sin frontera pero en "El límite", Jose Maria Granado, recordándome que estuve entre las "Chicas de colegio", Iñaki Fernández sin bigote y menos ye-ye, pero nada ha cambiado "Todos los negritos tienen hambre y frío", Álvaro Úrquijo con secretos y muriendo por mis "Ojos de gata". Hasta vino Rafa Sánchez a llevarme a "Sildavia" unida a un lobo-hombre. Y al final me cogió de la mano Nacha Pop y volví a ser "La chica de ayer". Todas esas canciones, las que menciono y otras mil que construyeron mi adolescencia, mi juventud, con las que lloré y reí, bailé y aprendí, las que escuchaba cuando me enamoré o cuando me rompieron el corazón por primera vez, todas, estan tan pegadas a mi piel que el sábado no pude evitar que la emoción me desbordara. Llorar al ver en un escenario a "Los Secretos" sin Enrique, uno de tantos genios brillantes que desaparecieron, engullidos por la vorágine de las drogas o el sida, llorar al ver juntos después de 20 años a Antonio Vega y Nacho García Vega, como si el tiempo se hubiese parado en aquel concierto en "Jácara", cuando yo era tan joven que aún creía en los paraísos sin pérdidas. Llorar porque Antonio Vega aun se mantiene en pie, aún es capaz de hacer un puñado de canciones como rosas maravillosas que completan un ramo de despedida para Marga, llorar porque ahora ya sé que para llegar al paraíso hay que pasar por el infierno.

Perdonarme esta evocación ñoña, pero una ya no tiene 15 años, ni siquiera 20 y ya pasé los 30, aunque siempre me quedará el recuerdo de los años dorados.

Van a bajar los dioses de sus libros

<h3>Van a bajar los dioses de sus libros</h3>

Después de la discusión establecida a raíz de las palabras de Kevin Kelly (antiguo redactor jefe de Wired y autor reconocido en la cibercultura) en su artículo "Scan this book" del New York Times Magazine, promoviendo la digitalización de los libros, punto de vista compartido también por Bob Stein (director de The Institute for the Future of the Book ), y el gran escritor John Updike, que rebatió y criticó la postura de Kelly en su discurso a los libreros en la convención Book Expo (el texto completo publicado en Babelia, suplemento cultural de El País), continúa suscitando polémicas y generando textos. Esta misma semana en el mismo suplemento aparece un inteligente artículo del escritor Andrés Neuman, titulado "Lector carnal", en el que intenta aunar posiciones, admitiendo la existencia de dos tipos de lectura que muy acertadamente describe como lectura carnal y lectura virtual. Os recomiendo la lectura completa del artículo, objetivo e integrador, dialogante y escrito con cuidado, con estupendas metáforas y una cierta dosis de ironía, como muestra os dejo un párrafo:

"Sin embargo, en este debate sobre el futuro del libro me temo que omitimos, como casi siempre, a la parte más importante: los lectores. Porque sencillamente, si sigue habiendo lectores que deseen leer libros impresos, los editores no encontrarán motivo para dejar de publicarlos. Son los lectores, y no el Google ni Kelly ni ningún huracán digital, quienes decidirán el destino del soporte impreso. Y, si nos atenemos al hecho probado de que la inmensa mayoría de los lectores de librería también navega por Internet, lo más probable es que nuestro viejo y querido formato encuadernado conviva sin problemas con el despliegue flotante de la letra virtual. El libro impreso no es un instrumento limitado, y por tanto superable mediante métodos más avanzados, sino una realidad perfecta en sí misma. Una posibilidad única en su especie que admite todos los complementos imaginables, pero no sustituciones absolutas. Lectura carnal y lectura virtual no se oponen, como no se oponen el correo electrónico y la caricia, la webcam y el encuentro cuerpo a cuerpo."

Una vez aburridos con las discusiones y debates me gustaría que probarais a introduciros en un experimento fantástico, seguro que algunos de vosotros ya lo conocéis, pero a mi me ha resultado un proyecto novedoso, arriesgado y valiente. Leonardo Valencia es el autor de una novela "El libro flotante de Caytran Dölphin", publicada por la Editorial Funambulista. Hasta aquí todo es normal, pero la novela lleva un elemento anexo, un programa informático paralelo en internet, creado por Eugenio Tisselli. De esta manera se intenta tender un puente entre los polos del libro "carnal" y el "virtual". El "lectornauta" puede reescribir fragmentos de la novela, puede participar en ella, independientemente de que haya leído o no la misma en su soporte primario, el papel. Pasaros por allí, curiosear, leer, y  atreveos a darle forma con vuestras palabras. Y por supuesto, comprar la novela, la carnal, la que nada más abrir su portada, en primera página leeréis esto:

"Nadie lanza nunca un libro al agua. Se lo echa al fuego, se lo aprisiona en una caja, se lo entierra de pie en una biblioteca. Pero nadie lanza jamás un libro al agua. Nadie. Nunca. Jamás."

Genial, ¿no creéis?

(La fotografía de Abelardo Morell, intentando compaginar excesos)

Eran los mejores tiempos, era la peor época.

<h3>Eran los mejores tiempos, era la peor época.</h3>

En la pista del circo no podía faltar, el "pan mío de cada día", Auster y el azar. Podría haber elegido cualquiera de sus obras para traerle a participar en este pequeño juego lúdico, pero "La noche del oráculo", es un buen ejemplo del hacer literario de Paul Auster. Una novela dentro de una novela dentro de otra novela, para mi este libro siempre será "El cuaderno azul". Es tan recomendable como todos los de su autor, siempre que queramos leer y algo más. Experimentar, cuestionarnos, preguntarnos y algunas veces respondernos, sentir y ser transportados a su mundo inquietante y sublime. Comienza con la angustia por la página en blanco de un escritor, después de una vivencia personal implacable, para continuar enmarañándose, dejando al lector que desentrañe el camino. Se dan las claves conocidas para los lectores de Auster, una historia original e increíble, casualidades y fatalidades, la inclusión de notas en el propio texto convertidas en una especie de hipertextos (que podríamos comparar fácilmente con los hipervínculos propios de la red de redes), las referencias literarias expresas o encubiertas (Dashiell Hammet, H.G. Wells, Charles Dickens). En resumen, una de esos textos que nos hacen leer ávidamente para llegar al desenlace y que, en el fatídico momento en que descubrimos que apenas nos quedan un puñado de páginas para acabarlo, quisiéramos volver al comienzo con el conocimiento sobre el mismo tan inmaculado como las hojas del cuaderno de tapas azules de Sydney Orr, recién comprado en "El Palacio de Papel".

La foto de la portada del libro, reproducida al comienzo, es de Andreas Feininger, el puente de Brooklyn, ese barrio neoyorquino tan recurrente en Paul Auster, poseedora de ese aspecto futurista a pesar de estar tomada en la década de los 40. En algún momento estoy segura de poder vislumbrar a King Kong sobre el Empire State, atacado por los humanos, defendiéndose instintivamente, sin terminar de entender lo que esta ocurriendo, fascinado por una rubia...
Me gusta esta foto, esa luz, ese frío, el contraste entre la ciudad iluminada y el negro y profundo Hudson. Feininger empezó su trayectoria profesional como arquitecto, formándose en la Bahaus, tal vez por eso las escenas que capta con su cámara que contienen como componente central un elemento arquitectónico tienen esa visión tan particular, una síntesis de lo estético y lo social, lo privado y lo publico, el interior y el exterior. Si os ha gustado Feininger, aquí tenéis una excelente muestra de su obra fotográfica.

Y cerrando el círculo de Auster, en el fondo del sombrero de copa del mago, aparece Dickens:

"Eran los mejores tiempos, era la peor época, la edad de la sabiduría, el ciclo de la estupidez, la fase de la creencia, la etapa de la incredulidad, la estación de la Luz, la hora de las Sombras, era la primavera de la esperanza, el invierno de la desesperación, lo teniamos todo por delante, nada había frente a nosotros..."

(He tomado la transcripción según aparece en "La noche del oráculo" editada por Anagrama y con traducción de Benito Gómez Ibáñez, seguramente el comienzo de "Historia de dos ciudades" de Charles Dickens no lo recordeis exactamente asi, si alguno estais interesado podeis descargar en elaleph.com la inmortal novela de Dickens)

El horror

<h3>El horror</h3>

Tenía pensado algo diferente pero ayer leí la noticia y creí interesante sacarla a la pista del circo. En pocas líneas, el día 26 de septiembre salieron a subasta 21 acuarelas atribuidas a Adolf Hitler. La subasta se realizó en Lostwithiel, pueblo del suroeste del Reino Unido, por la firma local Jefferys. Las pinturas parece ser que fueron realizadas en la frontera entre Bélgica y Francia, donde el entonces cabo Hitler servía de enlace de las tropas bávaras en la I Guerra Mundial, entre 1.915 y 1.918. Dejando a un lado el periplo que han sufrido hasta salir a la luz (por lo visto han estado guardadas setenta años en un baúl de un ático de una anciana belga, donde fueron trasladadas por dos refugiados franceses que volvían a casa una vez acabada la Primera Guerra Mundial) y la imposibilidad real de contrastar si verdaderamente fueron pintadas por la mano de Hitler, personalmente me llama la atención el hecho de que alguien quiera colgar de la pared del salón de su casa algo asi. Entendería que, como documento histórico, algún museo u organización se interesara por estos dibujos, ¿pero particulares?.

No entro en valoraciones artísticas (no estoy preparada para ello, me parecen un poco insulsas las imágenes que he podido encontrar, pero es una apreciación totalmente personal y profana), desde mi consideración de moralidad me resulta horripilante atesorar algo salido de la mente de un demente que abocó al mundo a la, hasta ahora, mayor hecatombe humana, saldada con millones de víctimas. Y si la razón se encuentra en motivos económicos (ya sabéis, compra-revalorización), tal disparate me parece aun más despreciable.

Escribiendo sobre horrores he recordado "Apocalypse Now" y las palabras del Coronel Kurtz:

"I've seen the horror. Horrors that you've seen. But you have no right to call me a murderer. You have no right to call me a murderer. You have a right to kill me. You have a right to do that, but you have no right to judge me. It's impossible for words to describe what is necessary to those who do not know what horror means. Horror. Horror has a face, and you must make a friend of horror. Horror and mortal terror are your friends. If they are not, then they are enemies to be feared. They are truly enemies."

Me espanta pensar que tal vez Adolf Hitler suscribiría este texto, haciendo suyo el eco de la voz de Conrad, pasada por el tamiz de John Milius y Coppola.

(Por cierto las acuarelas se vendieron por 177.000 euros...)

¿Le gusta este jardín, que es suyo? ¡Evite que sus hijos lo destruyan!

<h3>¿Le gusta este jardín, que es suyo? ¡Evite que sus hijos lo destruyan!</h3>

No podría buscar mejor principio que un final. El cónsul también esta en el filo, se mueve entre el alcohol y la redención. O tal vez busca la salvación en el alcohol. En pos de la inmortalidad siguiendo el camino de la ebriedad. "Bajo el volcán" no es sólo una novela con tintes autobiográficos (Lowry acabó sus días a consecuencia del alcoholismo, siguiendo viaje hacia el infierno del vacio), también nos habla de un mundo convulso, a punto de comenzar la Segunda Guerra Mundial, es una obra compleja y profunda, rebosante de rutas e itinerarios a recorrer, un día, doce capítulos, una vida. El autor nos introduce en un ritmo "cinematográfico" (Lowry también intentó ganarse la vida escribiendo guiones aunque sin demasiada suerte), dejando la ventana abierta a nuestros ojos curiosos. A cada lector le comunicará algo, la complicidad de Lowry se hará patente con cada uno de nosotros que tomemos la decisión de embriagarnos con el cónsul Firmim.

Dice el propio autor en el prólogo a su primera edición francesa de 1.949, recogido por la edición española de Tusquets:

"Esta novela, para emplear la frase de Edmund Wilson, tiene como tema las fuerzas que moran en el interior del hombre, y que le llevan a asustarse de si mismo. El tema es también el de la caída del hombre, el de sus remordimientos, el de su incesante combate hacia la luz bajo el peso del pasado, el de su destino. La alegoría es la del Jardín del Edén, y el jardín representa este mundo, del que corremos el riesgo de ser expulsados, quizá ahora un poco más que en el momento en que escribí el libro. "

No importa que de sus palabras saliera una buena película, que intentara recoger la tradición de Dante escribiendo su infierno particular en esta novela, lo verdaderamente primordial es, que si aun no habéis probado el mezcal en una cantina de Quauhnahuac, es el momento de hacerlo.

 

Escribía Lowry entre sus poemas este epitafio:

 

Malcolm Lowry

Late of the Bowery

His prose was flowery

And often glowery

He lived, nightly, and drank, daily,

And died playing the ukulele.

 

(Traducción de Javier Marías: Malcolm Lowry / difunto de la calle Ebria / su prosa fue florida / y a menudo airada / Vivió, noche a noche, y bebió, día a día, / y murió tocando el ukelele)

 

Desde aquí entono una invocación por el insigne borracho, que le haya sido concedido el paraíso de su infierno. Gracias Mister Lowry.