Soledad de mi clausura
Siempre me ha gustado hilar lo que me rodea. Si tuviera que elegir un personaje mitológico seguramente me quedaría con la tejedora Aracne a pesar de su desdichado final. Lo que veo, lo que siento, lo que escucho, lo que toco y hasta lo que degusto, se haya unido por finos hilos y disfruto tirando de ellos, voy pasando mis dedos por cada uno y me van transportando de un lugar a otro. Algunas veces hasta llego al mismo punto de partida después de haberme perdido por mil vericuetos. Tranquilos, hoy cortaré el hilo antes de que ocurra eso.
Hace tiempo vi una película magnífica "La vida secreta de las palabras" de Isabel Coixet. Es una película intimista, compuesta al principio más por silencios y elipsis que por lo que ocurre delante de nuestros ojos, para ir poco a poco desnudándose ese silencio, poblándose de los por qués y de las razones, dándonos las claves, llenando el mutismo de palabras. Es una película de amor (¿qué esperabais?) pero también es mucho más que eso, es un alegato contra la tortura y las guerras, es la superación del pasado y aprender a vivir en el presente, y rebosa sensibilidad y emoción sin caer en la sensiblería, porque es dura y tierna a la vez. En esa película oí hablar por primera vez de un libro, "Cartas de la monja portuguesa" . Pensando en como me impactó la película a los dos días no pude evitar ir a buscar el libro en cuestión.
El libro esta compuesto por cinco cartas que la monja portuguesa de convento de Beja, Mariana Alcoforado (Beja, 1640-1723) había escrito a Noel Boutton de Chamilly, conde de Saint-Léger, capitán de la caballería francesa que había participado en el asedio de Ferreira. Su historia es curiosa. El texto apareció por primera vez en 1.669 en París. Se trataba de un pequeño volumen, de ciento ochenta y dos páginas. El título aparecía en francés "Lettres d'amour de la religieuse portugaise" pero un subtítulo aclaraba que se trataba de una traducción. Las cartas habrían sido escritas entre diciembre de 1.667 y junio de 1.668. Publicadas originalmente de manera anónima en Francia por Claude Barbin, parece que adaptadas al francés por Gabriel Joseph de Lavergne, conde de Guilleragues, quien también, según varios investigadores de la obra, es candidato a ser el verdadero autor de las cartas, siendo en realidad el amorío entre la monja y el militar una historia de ficción inventada por Lavergne.
En 1.665, Portugal está en guerra con España. Francia se alía con el reino luso y numerosas tropas galas llegan a Portugal. En 1.665, y con veinticinco años de edad, un suceso trastorna la vida de Mariana Alcoforado, conoce al Conde de Chamilly. El campo de ejercicios de la tropa se encuentra a la vista del convento, y las monjas contemplan frecuentemente desde los balcones y ventanas a los soldados durante el entrenamiento. El encuentro entre los amantes es facilitado por el hermano de Mariana, Baltasar, compañero de tropa de Noël-Bouton. Se cree que entre ellos el romance se mantuvo durante un año, de 1.665 a 1.666. Leyenda o realidad, obra de la imaginación de un escritor francés o misivas abandonadas por la mano de Mariana, las cinco cartas de amor manifiestan la tristeza y el dolor de un amor imposible. Las cartas describen con belleza y precisión el estado de enamoramiento y erotización del espíritu, el proceso que va desde la esperanza y la imaginación excitada hasta la dolorosa constatación de no ser correspondida en el arrebato amoroso. Mariana pierde todo pudor y se desnuda emocionalmente para el amado.
"¡Oh!¡Pobre de mí!¡Soy digna de lástima por no poder compartir mis penas contigo y verme sola, completamente sola, ante tanta desventura!. Este pensamiento me mata y muero de terror de pensar que jamás hayas gozado lo suficiente de nuestros placeres. Ahora sí conozco la falsedad de tus sentimientos. Me engañaste cada vez que me dijiste que tu mayor placer era estar a solas conmigo. Debo sólo a mis impertinencias tus desvelos y arrebatos. A sangre fría te hiciste el propósito de iniciar este incendio en que me abrasaste toda. No consideraste mi pasión, sino como una victoria, sin que jamás tu corazón hubiera sido conmovido entrañablemente. ¿Serás tan infame y tan indelicado, como para nunca haber sabido gozar de mis éxtasis? ¿Y cómo es posible, si no fuese así, que con tanto amor no hubiera podido hacerte completamente feliz? Lloro, sólo por el amor que te tengo, las delicias infinitas que has perdido. ¿Por qué fatalidad no quisiste disfrutarlas? ¡Ah! Sí las conocieses, hallarías, sin duda, que son más deliciosas que la satisfacción de haberme engañado, y te habrías dado cuenta de que somos más felices y más tiernos amando ardientemente...que siendo amados"
(Carta tercera)
"Al devolverle sus cartas, guardaré cuidadosamente las dos últimas y volveré a leerlas muchas más veces de lo que leí las primeras, como una medida para no recaer en mis flaquezas. ¡Ah! ¡Cuánto me han costado estas y cuán feliz habría sido si hubiese aceptado que yo lo amase para siempre! Sé muy bien que todavía les presto mucha importancia a mis quejas y a su infidelidad; pero recuerde que me he prometido un estado más tranquilo y que he de alcanzarlo, o que he de tomar contra mí alguna decisión desesperada, ¡qué conocerá sin mucha pena! Pero de usted no quiero nada más. Soy una estúpida al repertirle las mismas cosas tantas veces. Es menester que lo deje y que no piense más en usted. Creo, así mismo, que no volveré a escribirle ¿Acaso tengo obligación de rendirle cuentas de mi vida?"
(Final de la quinta y última carta)
En España este texto sufrió la prohibición de la Inquisición en 1781 prima classis auctorum prohibitorum, es decir, autor cuyas obras actuales o futuras están todas condenadas en principio. Se las acusó de ser "cartas de un amor torpe, lascivo, sacrílego; unas cartas que componen un arte complejo de amor más perjudicial que el de Ovidio, con expresiones no obscenas ni groseras, pero tan vivas, tan afectivas y tan patéticas en los sentimientos fogosos de la sensualidad, que son capaces de encender este pestilente fuego en los ánimos de más candor." Hasta finales del siglo XIX no fueron conocidas en suelo español.
Escribía Rilke sobre las cartas de la monja que tradujo al alemán: "¿Cómo resistirnos a la admiración que se apodera de nosotros cada vez que leemos estas cartas? Así está completo en las palabras de esta monja todo el sentimiento, su expresión y cuanto hay en él de inexpresable. Y su voz carece de destino, como la del ave."
Y tirando un poco más del hilo llegamos a Henri Matisse. Él ilustró, entre otros, en 1.946 este bello epistolario, presentándonos a una novicia en tonos marrones como sus hábitos, rodeando el texto de flores y frutas. Aun espero algún hombre que rompa los moldes y me regale las palabras de Sor Mariana regadas por los pinceles de Matisse.
Para crear un círculo perfecto, aunque al comienzo escribí que no lo haría pero la carne es débil, entre los libros ilustrados por Matisse esta el magnifico Jazz, y si quereis oir una voz perdida en el blues escuchar a Anthony and the Johnsons, que, curiosamente, forma parte de la banda sonora de "La vida secreta de las palabras" con una bellisima canción "Hope there's someone" ...
14 comentarios
Goathemala -
Saludos.
En el fotograma -
No he visto el film. Lo buscaré.
Ah, si aquella monja real o asumida en la escritura, hubiera sido más altiva...
Gracias por el post.
Vere -
Herri -
Las "Cartas de la monja portuguesa" son como los hermosos y conmovedores versos de la Ariadana abandonada por Teseo en Naxos. Este libro es uno de los dos o tres que me he atrevido a robar en mi vida (¡qué tiempos aquellos en los que robar libros en un gran almacén no era delito!).
Si alguien tiene el libro con las ilustraciones de Matisse se lo compro a buen precio ;) (no conocía el dato).
La peli es una deuda pendiente con mi mujer que se me escapó a verla (a ella le encantó), lo que también le llevó a leer el libro.
Sobre Antony, con o sin johnsons (casi lo prefiero sin) creo que ya había comentado mi admiración hacia su obra y su voz.
Mu currado lady.
anarkasis -
Haber como se os ocurre recomendar esas.... esas...esass calenturientas letras, y encima le poneis música
C. Martín -
(aparte: ¿se da cuenta de que usted me lía?)
Me apunto el título del libro, pero creo que lo dejaré para cuando sea más mayor, ahora historias de amores que finalizan pueden provocarme pesadillas y no tengo a mi madre para que me diga que cierre los ojos para que luego no sueñe con ello ;-)
gatavagabunda -
(La peli sí me gustó, que conste)
Lady, algo más que adicta al género epistolar, creo yo. ¿Cómo es que pulula tanto por internet un ser claramente destinado a la pluma y el papel? :)
jafatron -
ladydark -
ladydark -
ladydark -
Charles de Batz -
A mí, esta obra me evoca la historia de Aberlardo y Eloísa salvando todas las distancias, claro está-, no sé porqué, pero es así. Será cuestión de hábitos, muros de conventos o silencios desatados a través de la letra.
Lo que no sabía es que Matisse hubiera ilustrado esta magnífica obra .
jafatron -
En fin, que me ha gustado el post a pesar de intuir que hay algo más bajo tus palabras y referencias que se me escapa. Has hilado muy fino esta vez.
gatavagabunda -
PD: En cambio la canción me encanta (y además la escuché en directo). Pero llegué a A. and the J. a través de Almodóvar. Ah, hilos invisibles...