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La funámbula

El cazador de sueños

<h3>El cazador de sueños</h3>

To Good Guys Dead

They sucked us in;
King and country,
Christ Almighty
And the rest.
Patriotism,
Democracy,
Honor--
Words and phrases,
They either bitched or killed us.

El joven que nos mira desde esta vieja fotografía nada más cumplir los 18 años se alistó para combatir en la Primera Guerra Mundial, en una Europa convulsa. Era 1.917 y el ejército denegó su petición por un defecto visual. Al no poder luchar en el frente se tuvo que conformar con conducir ambulancias de la Cruz Roja. Le destinaron a Italia y llegó a Milán en 1.918 para sumergirse desde entonces en los horrores de la guerra.

El trabajo de conductor era muy arriesgado, consistía en transportar a los heridos del campo de batalla a los hospitales. Un día mientras se encontraba repartiendo cigarrillos y chocolatinas en las trincheras, resultó gravemente herido en las rodillas por el fuego de un mortero austriaco. Pasó los dos meses siguientes imposibilitados para caminar y tuvo que llevar muletas para ayudarse durante una larga temporada.

Durante su estancia y convalecencia en el hospital conoció a una enfermera, Agnes Von Kurowsky, se enamoró de ella y vivieron un romance que acabo posiblemente porque Agnes, mayor que él, consideraba su diferencia de edad un obstáculo insalvable. Al reponerse, regresó a Estados Unidos y nunca más volvió a encontrarse con aquella mujer. Esa sencilla historia, que pudo sucederle a muchos otros soldados de aquella cruel guerra, la transformaría pocos años después el talento de un escritor en un magnífico libro sobre el amor, la guerra y la muerte. Después viviría otras guerras, otros amores, otros paisajes y un final.

Ya no creo necesario que os diga quien es el joven que nos sonríe casi tímidamente desde la imagen, y en el que, si pudiésemos ver mejor sus ojos, vislumbraríamos la pérdida de la inocencia. En "Adiós a las armas" nos regaló palabras como estas:

"...abstract words such as glory, honor, courage, or hallow were obscene beside the concrete names of villages, the numbers of roads, the names of rivers, the numbers of regiments and the dates."

Y si, amigos, sigo romántica, es una enfermedad incurable.

 

7 comentarios

ladydark -

El futuro, las esperanzas, caer y levantarse, volver a caer y volver a levantarse, el romanticismo, hasta el presente, es cierto que poseemos armas para luchar contra la angustia y el miedo, aunque algunos días nos haría falta una bomba termonuclear que irradiara megatones de felicidad... lo mismo mañana :).

En el fotograma -

Él presente hace el futuro. Ladydark, no veo futuro, sólo veo un constante presente.

Aquel joven... un día se fue ...


Qué expresiva foto, escogiste.

Pedro (Glup) -

Y no te cures.

Vailima -

Lo que dice Charles es cierto. El futuro es el lugar donde nuestras esperanzas esperan. Somos nosotros quienes debemos meter la mano e ir cogiéndolas una a una. Incluso, a veces, las que conseguimos atrapar se escurren de nuestros dedos resbaladizos y escapan.
Pero eso nos hace ser hombres, y caer, caer y caer para levantarnos de nuevo. Eso sí, con dolor.

Charles de Batz -

Eso es lo más terrible de las fotos, Lady. De todas, las nuestras incluídas... Pero por eso mismo quizá sea mejor mirar a nuestro futuro, donde todo es incierto mientras siga siéndolo y donde podemos dibujar las geografías que más deseemos.

El futuro es el lugar de nuestras esperanzas. Y es que si no fuera así, mal asunto...

Salud

ladydark -

Si querida gata, el insomnio ataca de nuevo. Lo que más me conmueve de esa foto es que nosotros desde nuestro momento ya sabemos lo que le depararía el futuro y el aun no lo sabe.

gatavagabunda -

Romántica y además escribiendo a horas intempestivas...

Sí, después vendrían para él otras guerras y otras gentes. Para todos los demás nos han quedado un puñado de novelas que destilan, sobre todo, unas terribles ganas de vivir.