Al azar
A veces escribo cartas que no viajan a ninguna parte, que vagan sin un punto final entre las hojas propias y extrañas, que no tienen besos, ni firma, ni posdata. A veces escribo cartas que supongo enviadas, que creo recibidas por su destinatario y días después descubro que permanecen en la bandeja de salida, abandonadas a un destino incierto que quiso ser y no fue. A veces escribo cartas que guardo debajo de papeles, encerradas en cofres que poseen sólo una llave que tiré al mar, cartas que debieran habitar mi olvido y sin embargo se empeñan en vivir en mi recuerdo. Otras veces escribo cartas floridas que intentan decir algo y se me olvida entre paréntesis y exclamaciones para que nacieron y llegan vacías y sin sentido a las manos de quien las recibe. Otras veces escribo cartas que nunca han salido de mí, que, como ilusiones, sólo persisten en mi cabeza. También están las cartas que nunca debí mandar, esas que escribo sin pensar, con el corazón golpeando en cada una de las teclas, como si vomitar mi interior hiciera más fácil digerir lo que tengo dentro. También están las cartas escritas y releidas, esas que he visto primero en mi cabeza y luego he mandado con la esperanza de que quien las abre entenderá los párrafos, el por qué de aquellos puntos y respirará con mis comas.
Otros días, como hoy, escribo cartas para gritar que no todo es lo que parece, que ni ayer fue el día más feliz de tu vida ni hoy es el más desdichado, que la ilusión existe y nos acompaña, que los finales son efímeros porque detrás de cada uno hay un nuevo comienzo, que cualquiera puede buscar y mirar, que esta carta no tiene destinatario pero si un final con principio y una posdata. En estas cartas dejo abierta la ventana, el aire frío de diciembre revuelve sus palabras y las hojas que las componen revolotean delante de mí. La vida es un juego en el que tiras los dados al azar, escogiendo caminos que tal vez sean equivocados pero que terminan por ser tu elección. Sólo tengo que alzar mi mano y escoger una de las hojas con alas mecidas por el viento.
¿Cuál?
Esta.
Posdata: "CARTA" - Julia Uceda
La página inundada de silencio.
¿La entiende alguien?
Escribiría: "Oigo
voces de muchos pájaros", o
"Se murió en el olvido", pero
¿lo entiende alguien?
Hábito de silencio,
de voces fragmentadas.
No, probablemente:
mejor ¿informaciones puntuales?,
que se dice.
Y la firma, sin fecha.
El resto del papel, meditando en silencio,
recorrido por la pluma sin tinta,
por la voz de una muda,
se dejará mirar.
Quizá se entienda.
12 comentarios
itoitz -
Feliz año nuevo!
un abrazo.
aires -
peggy -
besos
ladydark -
Charles contigo no es sólo un placer leerte sino también que nos leas, gracias compañero.
Coronel me gustan los juegos de azar, ya sabe...
Herri me alegro de conseguir evocar en tu memoria momentos en que el tiempo era lo que transcurría entre la hora de matemáticas y la merienda. Precioso poema por cierto, "escríbeme paloma, que yo te escribiré"
anarkasis la Uceda escribe lo bueno, lo emborronao de arriba es lo mio ;).
ladybright gracias por esos versos y también por ser la otra cara de mi moneda ;), un abrazo.
Itoitz estamos empatados a mi me encantan todas las tuyas, destilan tanto sentimiento :).
Churra guapísima tú eres la experta en cartas, de hecho esta anotación surgió de una tuya pero quedó de esta manera, que le vamos a hacer, un besazo.
churra -
Me ha gustado muchisimo,besos.
itoitz -
;-)
ladybright -
"Y,sobre todo,me pregunto,/
qué tinta, qué papel nunca escrito,/quemado por la espera, como toda esperanza,/fue a parar al rincón de los desechos/con aquella pureza, con tantos ideales." PALABRAS, Julia Uceda
anarkasis -
¿Qué parte es, la que escribe Julia Uceda?,
¿la cursiva, la discursiva,? o,
¿te la has recogido de negra y te escribe los post?
chistt¡¡ (ni se te ocurrrra desvelarnos el secreto)
Herri -
Como ahora estarás en el trabajo puedo citar a Cortazar:
que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina.
A mi recuerdo has traido uno de los primeros poemas que aprendí de memoria:
El palomar de las cartas
abre su imposible vuelo
desde las trémulas mesas
donde se apoya el recuerdo,
la gravedad de la ausencia,
el corazón, el silencio.
Oigo un latido de cartas
navegando hacia su centro.
Donde voy, con las mujeres
y con los hombres me encuentro,
malheridos por la ausencia
desgastados por el tiempo.
Cartas, relaciones, cartas:
tarjetas postales, sueños,
fragmentos de la ternura,
proyectados en el cielo,
lanzados de sangre a sangre
y de deseo a deseo.
Coronel Kurtz -
Charles de Batz -
Quizá sólo se entienda eso, querida amiga, pero tampoco creo que haga falta mucho más.
Salud
carlos -