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La funámbula

Domadores

Mira la adolescente por las olas

<h3>Mira la adolescente por las olas</h3>

Balthus - "Girl with a cat"  

"Lolita, ligth of my life, fire of my loins. My sin, my soul. Lo-lee-ta: the tip of de tongue taking a trip of three steps down the palate to tap, at three, on the teeth. Lo.Lee.Ta".

Porque hay días en que quisiera ser Lolita deseada.

Palabras de Julia

<h3>Palabras de Julia</h3> La tristeza me invade, por eso quiero matarla a colores. Tristes noticias me tendrán alejada del cuaderno, no serán muchos días, porque para bien o para mal regresaré a él, si la tristeza se marcha para seguir con el camino empezado y si se instala para poder combatirla con palabras. En los instantes que consiga burlarla pasearé por vuestro bellos jardines, como casas en Cagnes.

Imágenes en movimiento

 


Ficha Técnica
Director: J. Searle Dawley y Thomas Alva Edison / Productor: Thomas Alva Edison / Guión: J. Searle Dawley, según la novela de Mary W. Shelley / Intérpretes: Charles Ogle (la criatura), Augustus Phillips (Frankenstein), Mary Fuller (Elizabeth) / Nacionalidad y año: USA 1910 / Duración y datos técnicos: 16 min. b/n tintado.

Una pequeña joya para la vista, la primera versión al cine del clásico literario de Mary Shelley. La escena de la creación es particularmente interesante. Valentí y Navarro nos la cuentan así: "Este momento se consiguió filmar con la ayuda de un maniquí dotado de un esqueleto movido por hilos y recubierto de papel maché, al cual se prendió fuego; luego, proyectando el celuloide en dirección contraria, se lograba crear la ilusión de que el muñeco brotaba del caldero y se recomponía por sí solo".(Frankenstein: el mito de la vida artificial, por Tomás Fernández Valentí y Antonio José Navarro. Madrid: Nuer, 2000.). Esta hecha para ser visionada en un kinetoscopio, el precursor del moderno proyector de cine.

Sé que la historia de la creación de Frankenstein o el moderno Prometeo es conocida por todos vosotros, sin embargo no puedo evitar dejaros una pequeña imagen escrita de una noche del mes de junio de 1816, bajo la centelleante luz de los relámpagos, a orillas del lago Leman,en la villa Diodati, se reunen un grupo de amigos con la intención de disfrutar del verano... Pero ¡qué amigos!. Lord Byron, el doctor John Polidori -compañero de viajes del escritor- y el matrimonio formado por Percy B. Shelley y su esposa Mary.

La jovencisima Mary, con apenas 19 años, crea una historia grandiosa que tiene más de filosofía que de relato de terror. Las resonancias bíblicas y trascendentales saltan en cada renglón de su cuento, y uno siente que Mary Shelley no quiso tanto asustar a sus compañeros de juego como hacerles plantearse su condición de seres creados por un Dios implacable e injusto. El doctor Frankenstein, transmutado en una especie de Dios, es un hombre angustiado por el alcance de su creación, esta es un ser tan dañido como indefenso, tan amoroso como despreciable, que se rebelará contra su creador como causante de su eterno sufrimiento.

Maravillosa novela gótica que se nutre del mito de Prometeo y bebe de las fuentes de "El Paraiso Perdido" de Milton, en la que una criatura, muy humana, nos dice:

"¿Es equitativo que yo sea juzgado como criminal, como el único criminal, cuando toda la raza humana pecó contra mí? ¿Por qué no odian a Félix, que rechazó con asco a su amigo desde la puerta? ¿Por qué no desprecian al rústico que quiso matar al salvador de su hija? ¡No! Ellos son virtuosos e intangibles. Yo soy miserable y abandonado, soy un aborto de la naturaleza, a mí se me debe despreciar y rechazar. Todavía me arde la sangre al recordar tanta injusticia."

Por último un gran recuerdo para la mejor versión cinematográfica del mito, la de James Whale, clásico del cine y que siempre me remite a una de las películas españolas también clásicas, "El espíritu de la colmena" de Victor Erice.

Sin volverte tomabas la llana con que se hacen los senos

<h3>Sin volverte tomabas la llana con que se hacen los senos</h3>

Para entreteneros el fin de semana que mejor que el arte cercano y casi enternecedor. Esta maravilla naif, "El Templo de la Naturaleza" de Ferdinand Cheval, cartero francés que empleó 33 años de su vida (de 1.879 a 1.912) en construir su palacio soñado, en Hauterives, Dròme. Tiene 14 metros de altura, 25 de ancho y 12 metros de largo, y aproximadamente unas 93.000 horas de trabajo, todas de Cheval. El monumento tiene muros, terraza y jardín, sus fachadas están ornamentadas con inscripciones, motivos decorativos y esculturas. Sin embargo se trata en realidad de una pirámide, esta hecha exclusivamente de cara al exterior, dentro no se puede estar, comer o dormir, salvo el último sueño, ya que Cheval cuando terminó la construcción, realizó una capilla funeraria para que fuera su tumba.

En su autobiografía nos dice:

"¿Qué hacer caminando eternamente a través del mismo decorado, a menos que uno sueñe? Yo soñaba. Para distraer mis pensamientos construía en sueños un palacio de hadas... con grutas, torres, jardines, castillos, museos y esculturas."

Entre las inscripciones que hayamos en el palacio de Cheval, las más tierna y conmovedora podría ser esta:

"Durante cuarenta años cavé

para que este palacio de hadas

se alzara desde la tierra.

En aras de mi idea. mi cuerpo se ha enfrentado

a todo:

Al tiempo, a las burlas, a los años.

La vida es un corcel veloz

pero mi pensamiento seguirá viviendo en esta roca."

Dejemos al Facteur Cheval y Le Palais Ideal descansar, aunque a mi me trae una evocación clara, y a vosotros, ¿no os recuerda a nadie este domador de piedra?

Van a bajar los dioses de sus libros

<h3>Van a bajar los dioses de sus libros</h3>

Después de la discusión establecida a raíz de las palabras de Kevin Kelly (antiguo redactor jefe de Wired y autor reconocido en la cibercultura) en su artículo "Scan this book" del New York Times Magazine, promoviendo la digitalización de los libros, punto de vista compartido también por Bob Stein (director de The Institute for the Future of the Book ), y el gran escritor John Updike, que rebatió y criticó la postura de Kelly en su discurso a los libreros en la convención Book Expo (el texto completo publicado en Babelia, suplemento cultural de El País), continúa suscitando polémicas y generando textos. Esta misma semana en el mismo suplemento aparece un inteligente artículo del escritor Andrés Neuman, titulado "Lector carnal", en el que intenta aunar posiciones, admitiendo la existencia de dos tipos de lectura que muy acertadamente describe como lectura carnal y lectura virtual. Os recomiendo la lectura completa del artículo, objetivo e integrador, dialogante y escrito con cuidado, con estupendas metáforas y una cierta dosis de ironía, como muestra os dejo un párrafo:

"Sin embargo, en este debate sobre el futuro del libro me temo que omitimos, como casi siempre, a la parte más importante: los lectores. Porque sencillamente, si sigue habiendo lectores que deseen leer libros impresos, los editores no encontrarán motivo para dejar de publicarlos. Son los lectores, y no el Google ni Kelly ni ningún huracán digital, quienes decidirán el destino del soporte impreso. Y, si nos atenemos al hecho probado de que la inmensa mayoría de los lectores de librería también navega por Internet, lo más probable es que nuestro viejo y querido formato encuadernado conviva sin problemas con el despliegue flotante de la letra virtual. El libro impreso no es un instrumento limitado, y por tanto superable mediante métodos más avanzados, sino una realidad perfecta en sí misma. Una posibilidad única en su especie que admite todos los complementos imaginables, pero no sustituciones absolutas. Lectura carnal y lectura virtual no se oponen, como no se oponen el correo electrónico y la caricia, la webcam y el encuentro cuerpo a cuerpo."

Una vez aburridos con las discusiones y debates me gustaría que probarais a introduciros en un experimento fantástico, seguro que algunos de vosotros ya lo conocéis, pero a mi me ha resultado un proyecto novedoso, arriesgado y valiente. Leonardo Valencia es el autor de una novela "El libro flotante de Caytran Dölphin", publicada por la Editorial Funambulista. Hasta aquí todo es normal, pero la novela lleva un elemento anexo, un programa informático paralelo en internet, creado por Eugenio Tisselli. De esta manera se intenta tender un puente entre los polos del libro "carnal" y el "virtual". El "lectornauta" puede reescribir fragmentos de la novela, puede participar en ella, independientemente de que haya leído o no la misma en su soporte primario, el papel. Pasaros por allí, curiosear, leer, y  atreveos a darle forma con vuestras palabras. Y por supuesto, comprar la novela, la carnal, la que nada más abrir su portada, en primera página leeréis esto:

"Nadie lanza nunca un libro al agua. Se lo echa al fuego, se lo aprisiona en una caja, se lo entierra de pie en una biblioteca. Pero nadie lanza jamás un libro al agua. Nadie. Nunca. Jamás."

Genial, ¿no creéis?

(La fotografía de Abelardo Morell, intentando compaginar excesos)