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La funámbula

¡Ya están aquí!

<h3>¡Ya están aquí!</h3>

El 30 de octubre de 1.938, a las ocho de la tarde, millones de norteamericanos, sintonizadas sus radios a la cadena CBS, se disponían a escuchar la emisión semanal del Mercury Theatre, dirigido por Orson Welles. Ese día la emisión empezó así:

"Sabemos ahora que, desde los principios del siglo XX, nuestro mundo era vigilados por unas inteligencias superiores a las nuestras, y sin embargo mortales. Mientras los hombres seguían atendiendo a sus quehaceres diversos unas mentes que son, respecto a la nuestra, lo que esta es para los animales salvajes, unas inteligencias sin límites, frías y calculadoras, posaban en nuestra tierra sus miradas llenas de codicia y preparaban minuciosamente planes destructivos para nosotros..."

Este pequeño preámbulo dio pie a uno de los famosos casos de histeria colectiva que conocemos.
Orson Welles tenía entonces sólo 23 años y cuando se enfrentó a la adaptación de "La guerra de los mundos" de H.G.Wells, ya había ofrecido obras en la CBS como "Los miserables", "El conde de Montecristo", "La isla del tesoro" o "Moby Dick" entre otras.
Trabajó intensamente en el guión, ubicando la acción en lugares de Estados Unidos e introduciendo un ritmo propio de noticiario de radio.
El final resultaba aterrador:

"Les hablo desde la azotea del Broadcasting Building de Nueva York. Las campanas que están oyendo advierten a los ciudadanos que deben evacuar la ciudad, visto el avance de los marcianos. El enemigo se encuentra a la vista de nuestra ciudad. Cinco grandes máquinas marcianas. La primera esta vadeando el Hudson. En todo el país siguen cayendo cilindros, los cinco monstruos se yerguen como una hilera de torres hacia el Oeste. Esto es el fin. Hay un humo extraño, un humo negro que invade la ciudad. La gente intenta huir, pero todo es en vano, caen como moscas. El humo cubre ya la Quinta Avenida, esta a cien metros...esta a quince metros..."

La policía de Nueva York, que había recibido más de dos mil llamadas en un cuarto de hora, acudió a los estudios de la CBS. Al enterarse Welles del espectacular "éxito" de su emisión, lanzó un mensaje tranquilizador pero ya era demasiado tarde, el pánico había cundido por el país. Durante toda la noche y hasta el mediodía siguiente la CBS emitió cada diez minutos boletines informativos en los que desmentía la invasión de los marcianos.
Esta aberración colectiva fue posible por varias circunstancias conjuntas. La principal el propio Orson Welles, que demostró un manejo increíble de la técnica de emisión radiofónica, encarnando con gran aplomo al personaje principal del guión, el profesor Pierson, experto del observatorio de Princeton. Además es necesario evocar el contexto político de la época, unos meses antes había tenido lugar la crisis de Munich y Europa y Estados Unidos vivían una psicosis bélica. Por último los descubrimientos científicos de aquellos años, especialmente la revelación de la existencia de la energía atómica, había sensibilizado a la población ante a la idea de una destrucción total del planeta.
Debido a esta emisión espectacular Orson Welles fue atacado incluso por el propio Wells, que intentó proceder judicialmente contra el. Numerosos americanos se querellaron contra Welles y la CBS por daños y perjuicios.
Tres años más tarde, Orson Welles dirigía una emisión perfectamente seria, extractos de la obra de Walt Whitman, sobre un tema patriótico con acompañamiento musical. De pronto un reportero de la emisora irrumpió en el estudio y anunció:

"Interrumpimos la emisión para anunciarles el comunicado siguiente: Pearl Harbour está siendo atacado"

Nadie le creyó. El país pensó que se trataba de una nueva travesura de su enfant terrible...

9 comentarios

ladydark -

K. muchas gracias por acercarte hasta esta sucesión de retazos mal cosidos que voy haciendo a días. Me alegro de que traiga recuerdos para ti lo que escribo, no hay nada mas agradable que ver como las cosas que nos conmueven también mueven por dentro a otros. Bienvenida.

k -

El proceso de crecimiento se da en todos los seres vivos, el de maduración. También en las sociedades. Orson Welles consiguió aquello en primer lugar porque era joven y tenía talento y valor y en segundo lugar porque todavía faltaban muchas tragedias por sucederle al mundo.

En la facultad, durante la carrera, tuve la oportunidad de escuchar aquel programa de radio. El profesor nos proporcionó en fotocopias el texto traducido para que pudiéramos seguirlo. Supongo que lo tengo por ahí entre los apuntes viejos.

Y era realmente impresionante, sí, pero era ficción, y no sólo porque minutos antes se había avisado a la gente de que esa dramatización se iba a producir (mucha gente encendía la radio justo a la hora en que empezaba el programa, y no unos minutos antes, de modo que la mayor parte de oyentes no se enteró del aviso); es digna de estudio la reacción desproporcionada de un público crédulo, inocente, que todavía hoy, tantos años después, está deseando dejarse engañar por los medios de comunicación.

De todas formas, entraron a saco. Lo primero, un silencio. El silencio en radio es inquietante, presagio de que algo malo va a pasar. Después, todo lo demás. Era ficción y en cierta medida se notaba, pero fue impresionante.

Gracias por recordármelo. Buen post (y buen blog).

En el fotograma -

LadyDark, imáginemos que en la BBC de Londres, se leyera un texto sobre explosiones de edificios: sería estremecedor, por el contexto. Lo acontecido en Estados Unidos, ha dejado su huella.
La radio es una compañía vigente, movilizable, práctica. Las voces que nos traen sus ondas, están llenas de matices. Tan sólo el evocar su rol durante la época de la Resistencia..., es emocionante!.

¡Grax :) :) por el rizoma!.


Herri -

Para mí fué antes Welles que Wells: recuerdo a mi padre llegando de Pamplona, nos explicaba como había reconocido a Orson Welles en la plaza de toros, se había acercado a él y le había pedido un autógrafo; no lo imaginaba haciendo tal cosa, pero según nos contaba, aquél hombre era un genio. Más adelante lo comprendería.
Por otra parte estaba mi madre, siempre con la radio puesta, cantando mientras faenaba en la casa; también oía las radios vecinas y a sus amas cantar con ellas.
Desde entonces hemos ganado muchas cosas, es otra radio la que escuchamos, pero esta no hace cantar, ni siquiera para olvidar.
Como siempre, gracias por traer recuerdos de acontecimientos, como tu lo haces.

Pedro (Glup) -

Es curioso como según los temas tratados en los blogs se crea una selectividad de lectores, de “comentadores” y que – habría que verlo- corresponde a una franja de edad, gustos y recuerdos comunes.
Bella dama, me gusta mucho leer tu página, mucho.
Y es que -cosa curiosa- antes de empezar ya estoy predispuesto a que me guste.
Si luego, además, escribes de temas tan interesantes, tan nuestros (cuentas nuestra vida, reina) y tan bien...pues eso, que estoy encandilado.
Muchas gracias.
Besos tus dedos.

Charles de Batz -

Cuanta evocación hay en tu texto, Lady.

Hay el recuerdo de mis regresos del colegio en autobús escuchando la radio del conductor. Era la época de un programa que se llamaba algo así como "!Dale a la bola!", de "La saga de los Porreta", de los seriales y de "!Calla niño que van a dar el parte!". Uno era más joven y, sobre todo, más inocente; por eso mira con estos ojos a aquellos tiempos...

Está el recuerdo de aquella gran pasión que sentí por el cine -el de verdad-, y todo lo que gané desde que aprendí a verlo de la mano de "Ciudadano Kane", de Welles y -no debemos dejarlo en último lugar-, del virtuoso Gregg Toland, segundo padre de aquella película. Por aquél entonces uno seguía siendo más joven y, también, bastante inocente; por ello no puedo evitar el mirar con estos ojos a aquellos tiempos...

Está la memoria, que todavía no es recuerdo, de un documental que ví hace unas semanas sobre ese tema, y recordé -ahora sí-, la reverencia y admiración con la que se hablaba de ello en una Facultad de Ciencias de la Información. Ahora, uno ya no es ni tan joven, ni tan inocente; pero cosas como éstas son las que le permiten seguir soñando. Por eso, todavía echo alguna buena mirada al futuro y pienso que nunca es tarde para una travesura de enfant terrible.

Y esto último es lo que realmente he concluído de tu texto.

Gracias por ello.

Salud

Vere -

Hemos perddo la inocencia radiofónica, ¡lo que darían algunas emisoras por semejante capacidad de impacto!
Me he acordado (aparte de "historias de la radio"), de una secuela, una de las más divertidas películas que haya visto: MARS ATTACKS
de Tim Burton,
Muy bueno Lady.

Vailima -

Recuerdo nítidamente las tardes de radio cuando volvía a casa sobre las cinco de la tarde: mi madre cosía junto a la ventana de la cocina mientras en la radio se leían las cartas dirigidas a Elena Francis. Me gustaba entrar en casa y ver a mi madre de tal guisa. Tal y como si el radiador del corazón estuviera permanentemente encendido. Añoro aquellas sensaciones. Gracias a dios, la vida me da otras.
un beso, Lady. Siempre dando en el clavo del corazón.

gatavagabunda -

¡Bueno! No resulta tan difícil de creer que la gente se pusiese histérica, ¿eh? Aún hace muy poco que la tele belga hizo una jugarreta parecida a sus vecinos y mucha gente se creyó que Flandes se escindía...

Siempre que leo sobre esta anécdota de Welles y la Guerra de los Mundos, añoro una radio que nunca viví.