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La funámbula

La vida en llamas

<h3>La vida en llamas</h3>

"En la tranquila soledad del campo o a la orilla del mar, con su eterno murmullo, la contemplación del cielo transporta nuestras almas a esa paz de las regiones lejanas e infinitas que es ese grandioso y sublime espectáculo del Cosmos."

En otro tiempo y en otro mundo, cuando aun conservaba más ingenuidad que ahora y creía en Cenicientas que nunca perdían los zapatos de cristal, entró en mi vida un torbellino que descolocó todas las calabazas que pacientemente había amontonado a lo largo de años, ordenadas con pulcritud en pequeñas y seguras pilas. Unas Navidades quería hacerle un regalo, pero no valía un regalo cualquiera, tenía que ser algo tan especial que él (si, había un él), al abrirlo, rescatara una parte de mi, que le rodeara mi presencia cada vez que volviera al recuerdo de ese regalo. Recorrí la mayoría de las librerías de mi ciudad, no las comunes, sólo esas pequeñas librerías del ayer, alguna donde pudiera encontrar el tesoro de un libro antiguo.
Mi búsqueda se vio recompensada, encontré dos joyas. Le debo, entre otras cosas, el que me hiciera conocer a Camille Flammarion. De su pluma salieron esas perlas que busqué durante días. Al fin llegaron a mis manos, meras intermediarias, "Les Mondes imaginaires et les mondes réels" y "Contemplations scientifiques", han pasado los años y ya no recuerdo ni la editorial ni el año exacto, me queda en la memoria que las ediciones eran del siglo XIX y poco más. Espero que el siga disfrutando de ese penetrante olor a libro mil veces abierto y siempre viajero. También deseo creer que cuando alguna noche de insomnio los mire sobre un estante se acuerde, por un momento, de la mujer que se los ofreció a cambio de unos días en la Luna.
Camille Flammarion (26 de febrero de 1.842, Montigny-le-Roi - 3 de junio de 1.925, Juvisy-sur-Orge), es un personaje diverso y polifacético. Algunos de vosotros conoceréis la Editorial Flammarion, fundada por su hermano, Ernest, sin embargo Camille era, en el más completo sentido de la palabra, un visionario.
Sus comienzos, dentro de una familia humilde, nos enlazan con algún otro visionario que ya he comentado. A los 14 años llega a Paris y comienza a trabajar con el fotógrafo Nadar, dos años después de forma casual debido a una enfermedad que sufre, entra en contacto con el Doctor Fournier, al profesor le enseña su primer manuscrito de cosmogonía universal. Un mes más tarde, Camilla es admitido como alumno-astrónomo en el Observatorio de París que dirige por entonces el ilustre Le Verrier, descubridor del planeta Neptuno. En 1.862 se publica su primer libro "La Pluralité des mondes habités". El libro tiene un éxito considerable para la época, hasta Víctor Hugo le escribe desde Guernesey, el 17 de noviembre de 1862: "Los temas que usted trata son la perpetua obsesión de mi pensamiento, y el exilio que sufro no ha hecho otra cosa que aumentar esta meditación, que me coloca entre dos infinitos, el Océano y el Cielo...Siento inmediata afinidad con espíritus como el suyo. Sus estudios son mis estudios. Sí, crucemos el infinito: esa es la verdadera labor de las alas del alma."
En 1.883 fundó un observatorio astronómico en Juvisy-sur-Orge. En 1.887 fundó la Société astronomique de France, de la que fue su primer presidente y cuyo boletín mensual dirigía personalmente.
En su faceta de astrónomo destaca el hecho de acercar la astronomía a la gente, su gran labor divulgativa, que queda reconocida a través de la existencia en la Luna del cráter Flammarion, en Marte otro de igual nombre y el asteroide 1021 Flammario.
La influencia de Flammarion se extiende sobre el gran Jules Verne en su novela "De la Tierra a la Luna", que recoge ideas del astrónomo vertidas en "La Pluralité des mondes habités". Años después, el cineasta Abel Gance se basaría en una historia del astrónomo Camille Flammarion para narrar la historia de un cometa que va a colisionar con la Tierra y causar el fin del mundo, "La fin du Monde".
En 1.885 sostenía, anticipándose a Wells y a Bioy, que las almas de los hombres emigran a otros planetas y la diferencia real del tiempo astral permitiría sugerir que una estrella, quizá la más alejada del sistema solar, esté recibiendo en este momento las almas de las personas muertas hace cien o doscientos años. Aparece así Flammarion como heredero directo de la "Historia verdadera" de Luciano de Samosata, del viaje a la luna de "Orlando Furioso" de Ariosto, de Edmond Rostand con su Cyrano en la Luna o "Los primeros hombres en la Luna" de Wells.
En 1.891, Camille Flammarion declaraba: "Nuestro fin de siglo se parece un poco al del siglo precedente. El espíritu empieza a cansarse de las afirmaciones de la filosofía que se califica de positiva. Creemos adivinar que se equivoca... "¡Conócete a ti mismo!", decía Sócrates. Desde hace millares de años, hemos aprendido una enorme cantidad de cosas, excepto la que más nos interesa. Parece que el espíritu humano actual tiende, por fin, a obedecer la máxima socrática."
En su célebre estudio meteorológico "L'Atmosphère"narra su visión de la naturaleza y como entenderla:
"La naturaleza, estudiada racionalmente, es decir, sometida en su conjunto al trabajo del pensamiento, es la unidad en la diversidad de los fenómenos, la armonía entre todo lo criado, que difiere, por su forma, por su constitución propia, por las leyes que lo animan; es el todo (τό παυ) empapado en un aliento vital. El resultado mas importante de un examen racional de la naturaleza es distinguir la unidad y la armonía en esta inmensa reunión de cosas y de fuerzas, adoptar con un mismo celo lo que se debe á los descubrimientos de siglos anteriores y lo que es la obra del nuestro, analizar detalladamente los fenómenos sin dejarse abrumar por su magnitud. De esta manera puede el hombre hacerse digno de sus altos destinos; penetrando el sentido de la naturaleza, descubriendo sus secretos, dominando por medio del raciocinio, los materiales que se han recogido por medio de la observación."
Cierto es que se entusiasmó con el espiritismo (una vez al mes, Conan Doyle venía de Londres a visitar a Flammarion en el Observatorio de Juvisy y a estudiar con el astrónomo fenómenos de evidencia, de apariciones y materializaciones, por lo demás bastante dudosos. Flammarion creía en los fantasmas y Conan Doyle coleccionaba fotografías de hadas), que estaba convencido que el cometa Halley en su paso cercano a la Tierra, sembraría el caos y la destrucción, que creía Marte habitado por seres muy parecidos a nosotros. Pero la parte más sagaz e inteligente del hombre que fue, pervive, quedando guardados como anécdotas sus pequeños pecados de la imaginación.

7 comentarios

Charles de Batz -

Da gusto volver a un mundo donde el aire es respirable y la mirada va más allá de lo que hay fuera de nosotros. Es un placer hacerlo de tu mano a través de la lectura de este delicado texto que nos ofreces. Me alegra volver, aunque sea por poco tiempo.

Salud y Fraternidad

Vere -

Me has conmovido Ladydark, pero además está bien pensado y bien escrito. Un gusto en suma. No te lies con lo del Anarka, que no siempre es lo que parece.

Street trilce -

Delicada funámbula, has escrito sobre astronomía, polifonías, seres extraordinarios. Subyace en el imaginario, que entreveo, otras estelas...

Un abrazo.

Vailima -

Lady, no sé qué sentimiento te mueve para poder regalarnos post tan bellos como el de hoy. De lo que estoy segura es que, sea el que sea, nos lleva y nos transporta allá donde quieras estar tú.
un beso
Me ha encantado la frase final.

Pedro (Glup) -

Mi agradecimiento por tu página.
Un auténtico ejercicio de sensibilidad y saber.
También una demostración de amor y generosidad.
(Deben ser las fechas, estoy transparente)
Un abrazo

ladydark -

Anarkasis ya veo que no te cae Camille ;). Por cierto aunque "Platero y yo" sea para niños me llevaría dos mozas, mocitas diría yo, de 6 años y a lo del carnaval ¿tu crees que las conviene?

anarkasis -

pues en el centro cultural de la villa están poniendo una obra de teatro "soñando el carnaval de los animales" que no te recomiendo, como "Platero y yo" es para niños así que no vayas, y menos se te ocurra llevarte a un mozo, y menos aún aproveches y te lleves a dos. Mejor te vas a la librería y te compras otro de Camille Flammarión.